Название: Repensar la universidad
Автор: Fabio Humberto FSC Hno Coronado Padilla
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Pensamiento Lasallista
isbn: 9789588844046
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• En sentido de desarrollo, pobre es el condenado a no ver actuadas nunca sus potencialidades físicas, espirituales y sociales.
• En sentido ecológico, pobre es aquel a quien se le destruye su hábitat, su medio ambiente y sus recursos de aire, de suelos, de flora, de fauna.
• En sentido teologal, pobre es el que se cierra a la misericordia y al amor.
• En sentido religioso, pobre es aquel que es violentado en su conciencia y a quien se le niega o se le impide buscar y hallar la razón de su sentido histórico y de su último sentido.
• En sentido espiritual, pobre es el incapaz de reconocer el sentido de la dignidad y la trascendencia.
Pero más allá de este caleidoscopio de posibles comprensiones, los pobres de los que se habla en la opción son, antes que nada y en directo, aquellos seres humanos para quienes el hecho básico de sobrevivir es una dura carga, para quienes dominar la vida a sus más elementales niveles de alimentación, salud, vivienda, etc., es una dura tarea y la tarea cotidiana que emprenden en medio de una radical incertidumbre, impotencia e inseguridad.
Pobres son aquellos encorvados, doblegados, humillados por la vida misma, automáticamente ignorados y despreciados por la sociedad. Estos son los pobres tal como de ellos se habla en los profetas y en Jesús. Anawin “pobres de Yahvé”, es decir, aquellos a quienes la propia indigencia lleva a poner toda su esperanza en el Señor.
En lenguaje actual, “pobres” son en primer lugar los socioeconómicamente pobres, los carentes de recursos y los excluidos, lenguaje que no debiera sorprender ni ser tachado de ideologizado, pues lo que está detrás de lo socioeconómico es el oikos, el hogar, y el socium, el compañero; es decir, las dos realidades fundamentales para todo ser humano: la vida y la fraternidad.
Junto a esta pobreza existe también la sociocultural, que hace que la vida sea dura carga. Existe la opresión y discriminación racial, étnica y sexual. Muy frecuente, por el mero hecho de ser negro, indígena o mujer, la dificultad de la vida se agrava. Esta dificultad añadida es teóricamente independiente de la realidad socioeconómica, pero con gran frecuencia, al menos en Colombia, acaece dentro de la pobreza socioeconómica, con la cual estos seres humanos son doblemente pobres.
El común denominador de estos pobres y de estas pobrezas es la “carencia real”. Ante ellos, por ellos, a favor de ellos, con ellos y haciéndose para ellos, urge hoy más que nunca la única postura ética posible para nuestra universidad: la opción por los más pobres y la búsqueda de la justicia, las cuales son parte constitutiva del testimonio responsable de la fe que anunciamos.
Mas examinado el asunto desde otro ángulo, pobreza no es mera carencia, no es mera dificultad de dominar la vida, sino dificultad de vivir causada por otros e ignominia añadida por otros. Hay pobres porque hay empobrecedores, y estructuras que perpetúan históricamente las desigualdades.
La pobreza de estas personas por las que Dios opta no es —teológicamente considerada— simple pobreza, sino injusticia. Lo que hace relevante a los pobres a los ojos de Dios no es una pobreza, material o espiritual, sino una pobreza que es fruto de la injusticia. Los “pobres” de la opción por los más pobres por los que Dios y nosotros optamos son los “injusticiados” (injusticiado es el que es tratado con injusticia, por el sistema que fabrica a los pobres). La opción por los más pobres, más exactamente, es “opción por la justicia”. Lo que la habita y sustenta por debajo es el Amor-Justicia que Dios mismo es, y del que nosotros queremos participar.
La riqueza es un instrumento útil si de ella se usa justamente y se pone al servicio de la justicia. Si de ella se hace un uso injusto, se la pone al servicio de la injusticia. Toda acumulación de riquezas estará inevitablemente implicada con alguna forma de injusticia. Es prácticamente imposible acumular mucho para sí sin privar a otros de lo que debieran disfrutar. Lo que hay que destruir no son las riquezas, sino las pasiones del alma que no permiten hacer el mejor uso de ellas, y desde esta perspectiva luchar denodadamente por la generación de riquezas y por la distribución equitativa de las mismas.
¿QUÉ ES OPCIÓN POR LOS MÁS POBRES?
La opción por los más pobres es, antes que nada, una opción con la que se confronta todo ser humano por el simple hecho de serlo:
• Es una forma de ver la realidad.
• Reaccionar ante ella.
• Encarnarse en ella.
• Y vivir como ser humano.
Opción por los más pobres es, entonces, reaccionar con ultimidad a la miseria y reaccionar por la única razón de que ésta se ha hecho presente ante uno. No es un mandamiento, algo que hay que hacer porque está mandado, ni algo que se hace evidentemente sobre la base de otra realidad exterior a la miseria misma. Es, más bien, una forma primaria de reaccionar ante la realidad.
La opción por los más pobres en su más honda esencia no es estratégica, ni pastoral, ni mediacional, sino teológica. La opción por los pobres es un principio que ya tenemos claro que pertenece esencialmente a lo más hondo del cristianismo porque pertenece a lo más hondo del ser de Dios.
Dios es el Dios de todos, pero no de la misma manera:
• Es en directo el Dios de los pobres.
• Es también el Dios de los empobrecedores en cuanto les exige una radical conversión.
• Y es el Dios de los no-pobres en cuanto exige que estos se pongan al servicio de los pobres.
De estas diversas formas Dios se muestra como el Dios salvador de todos. Por eso hacemos como cristianos una opción preferencial por los pobres.
El adjetivo preferencial no quiere excluir a nadie —a los empobrecedores, a los no pobres— de la salvación ni de la predicación del evangelio o la atención pastoral. No es excluyente de personas, sino de actitudes pecaminosas y de proyectos excluyentes. El evangelio es para todos —personas— pero desde la solidaridad con los más pobres.
El manantial de la opción por el más pobre es una honda experiencia de fe y contemplación espiritual. Esta experiencia nos lanza a amar a cada persona y de manera especial al pobre y al excluido, así como Jesús.
Debemos pues distinguir:
a) La pobreza como carencia de los bienes de este mundo: en sí misma es un mal, es una pobreza no deseada por Dios. Los profetas la denuncian como contraria a la voluntad del Señor y la mayoría de las veces como fruto de la injusticia y el pecado de las personas.
b) La pobreza espiritual: es la actitud de apertura a Dios en tanto disponibilidad a la voluntad del Señor, la disponibilidad de quien todo lo espera del Señor. Aunque valoriza los bienes de este mundo no se apega a ellos y reconoce el valor superior de los bienes del Reino.
c) La pobreza como compromiso y solidaridad con los más pobres, que asume, voluntariamente y por amor, la condición de los necesitados de este mundo para testimoniar el mal que ella representa y la libertad espiritual frente СКАЧАТЬ