Luz de alegría - El novio perfecto - Un buen novio. Barbara Hannay
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Название: Luz de alegría - El novio perfecto - Un buen novio

Автор: Barbara Hannay

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Omnibus Jazmin

isbn: 9788413489421

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СКАЧАТЬ detrás de la mesa. Neen lo vio allí agachado, con los ojos muy abiertos y la cara pálida, y le dio un vuelco el corazón. Sabía perfectamente cómo se sentía, aterrorizado, y sintió deseos de llorar.

      –Hola, señora Cooper. Encantada de conocerla –dijo con voz serena. No quería que Joey se asustara más–. Soy Neen, la jefa de Travis.

      La puerta de la cafetería se abrió y entró un cliente. Neen no apartó la mirada de la mujer por si acaso necesitaba realizar una llave de defensa personal.

      –Sé quién eres y no he venido a verte a ti, sino a hablar con mi hijo.

      El rostro de Travis se ensombreció y sus manos se convirtieron en puños. Neen se tragó un torrente de palabras airadas; gritar a una borracha no arreglaría las cosas. Sacó un billete de veinte dólares de la caja.

      –Si le doy esto, ¿se marchará de aquí?

      La señora Cooper miró el dinero y se pasó la lengua por los labios. El cliente que acababa de entrar soltó la puerta y avanzó hacia ellos a la velocidad del rayo. Cuando levantó la mirada vio que era Rico y pensó que nunca había estado tan contenta de ver a nadie.

      Él se acercó y le quitó el dinero de las manos.

      –¡No lo hagas!

      –¡Oye! –gritó la señora Cooper.

      Rico se volvió hacia ella y le clavó una fría mirada.

      –¿Cuánto ha bebido?

      –Eso no es asunto suyo –dijo arrastrando las palabras.

      –Si no se marcha ahora mismo, llamaré a la policía.

      –¡No me da miedo!

      Rico sacó el móvil del bolsillo.

      –Usted siempre con esos aires de superioridad. Está bien, me iré.

      Se dirigió a la puerta, la abrió y salió, rabiosa. Rico cerró la puerta de un portazo, echó el cerrojo y se giró hacia Neen.

      –¿Qué demonios…?

      Ella sacudió la cabeza al oír a Travis proferir un juramento. El chico hizo como si fuera a golpear la pared, pero Neen se lanzó hacia él, le agarró la mano y lo llevó hasta una silla. Él volvió a maldecir y pegó un puñetazo en la mesa.

      –Respira hondo –le ordenó poniéndole las manos sobre los hombros, en parte para reconfortarlo, en parte para que no se moviera de la silla.

      Rico y ella se miraron y Neen señaló con la cabeza la mesa bajo la cual estaba escondido Joey. Rico no tardó mucho en hacer que saliera. Neen esperó que le diera un reconfortante abrazo al chiquillo, y al ver que no lo hacía extendió un brazo para que el chico se refugiara en él. Cuando sintió que Travis comenzaba a tranquilizarse, aflojó la presión.

      –Quiero que sepas que lo que haga tu madre no te perjudica en absoluto. Estás haciendo un trabajo estupendo y estoy orgullosa de ti. No quiero que lo olvides.

      Él respiró hondo y asintió levemente.

      –Perdona que haya dicho una palabrota. Pensé que iba a estropearlo todo para Joey y para mí.

      –Travis –susurró Joey–, ¿podemos volver a dormir en el cobertizo esta noche?

      –¡Ni de broma! –saltó Neen–. Vosotros dos os venís a mi casa –le guiñó un ojo a Joey–. ¿Te gustan los perros?

      El niño asintió.

      –Tengo un perro enorme y un poco tontorrón al que le vas a encantar.

      –¿De verdad?

      –De verdad –le aseguró.

      –Pero… yo… –balbuceó Travis.

      Ella le sonrió tranquilizadoramente.

      –No me supone ningún problema, de verdad. Me gustará tener compañía.

      El alivio dibujado en su rostro fue suficiente agradecimiento.

      –Todavía no he terminado de fregar la cocina.

      –Bueno, pues ve a hacerlo mientras yo termino de recoger aquí.

      Él se marchó, llevándose a Joey consigo. Rico la observaba en silencio.

      –¿Cómo se te ocurre ofrecerle dinero a una alcohólica?

      ¿Era eso lo único que se le ocurría decir después de todo lo que había presenciado?

      –¿No te das cuenta de que es una irresponsabilidad? –preguntó clavándole una mirada dura y fría.

      –Solo quería deshacerme de ella lo antes posible, sin causar alboroto.

      Lo había hecho por Joey y por Travis.

      –¿Y qué pensabas hacer cuando volviera mañana, soltando la misma morralla y esperando que le dieras dinero? ¿Cuando corriera la voz y sus amigos empezaran a presentarse por aquí?

      Ella tragó saliva. No había pensado en ello.

      –Lo… lo siento. No volverá a ocurrir.

      –¡Más te vale!

      Su tono de voz la estremeció.

      –Y vamos a dejar una cosa clara. Si ves la menor señal de consumo de alcohol o drogas entre los chicos, quiero saberlo inmediatamente, ¿me has oído?

      –Sí –respondió ella sosteniéndole la mirada. Dio un paso atrás, con el corazón a cien por hora.

      –¿Siempre muestras tan poca resistencia? ¿Era así como reaccionabas con Chris?

      Toda la frustración que había contenido por el bien de Joey y Travis se apoderó de ella.

      –¿Ahora vas a utilizar el tema de Chris en mi contra? Pues te digo una cosa: no pienso tolerar que me vuelvan a acosar de esa manera.

      –¡No te estoy acosando!

      –¿Qué estás haciendo entonces?

      Rico se quedó inmóvil y la indignación fue desapareciendo poco a poco de su mirada.

      –Yo… –Rico se frotó el cuello–. Lo siento.

      Ella asintió.

      –Una última cosa antes de dar por finalizada la conversación. Travis y Joey no se van a quedar en tu casa esta noche.

      –Tienes razón –la bola de furia que se le había formado en el estómago se hinchó hasta ocupar todo su ser–. No se van a quedar esta noche, sino toda la semana.

      Él abrió la boca.

      –Y a menos que quieras que monte un numerito, más СКАЧАТЬ