Luz de alegría - El novio perfecto - Un buen novio. Barbara Hannay
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Название: Luz de alegría - El novio perfecto - Un buen novio

Автор: Barbara Hannay

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Omnibus Jazmin

isbn: 9788413489421

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СКАЧАТЬ haya pedido disculpas –dijo mirando a otro lado–. Aunque ni yo mismo sé lo que ha pasado.

      La luz de sus ojos se había esfumado, dejándolos apagados, sin vida. Neen deseó escapar del tumulto que se había desatado en su interior, de las recriminaciones que la abrumaban, de su propia estupidez. Pero esos ojos… si ella abrigaba recriminaciones, él las sentía multiplicadas por diez.

      Tratando de recuperar la compostura, apoyó el bolso sobre su regazo y lo agarró con tanta fuerza que sus nudillos adquirieron un color blanquecino.

      –Te doy dos minutos para explicarte.

      Él se llevó dos dedos al puente de la nariz.

      –Ya te dije que puse en duda tu compromiso con el proyecto.

      Neen deseó que sus ojos perdieran ese tono apagado y que el color volviera a sus mejillas.

      –Por eso no me elegiste a mí primero.

      –Y, sin embargo, tú has aportado al proyecto algo más importante que el compromiso.

      –¿Ah, sí? –preguntó tratando de que su voz sonara fría y cortés.

      –La falta de prejuicios. No has juzgado a los chicos ni tampoco has dado por hecho que la cafetería está destinada al fracaso. Has aportado… un sentido de la justicia que me ha abrumado. Estás dispuesta a juzgar a las personas por sus acciones y no por cómo las percibe la sociedad.

      –¿Por qué te sorprende tanto?

      –Porque estoy acostumbrado a trabajar con gente como yo, que lucha una dura batalla contra los prejuicios y el conservadurismo, y había olvidado que hay gente que piensa por sí misma.

      Ella meneó la cabeza. Rico debería salir y conocer más gente.

      –Estaba preparándome a oír algo despectivo sobre los chavales, a que me dijeras que vivo en un mundo de color y fantasía por creer que esto puede funcionar. Y en lugar de eso, has aportado soluciones prácticas a posibles problemas y yo he sentido…

      Ella se lo quedó mirando. ¿Qué había sentido?

      –Esperanza.

      –¿Y por eso me has besado?

      –Se suponía que era un beso de agradecimiento, pero…

      –Pero te has visto abrumado por mi magnetismo animal, ¿verdad?

      Él entornó sus ojos.

      –No te subestimes; eres una mujer atractiva, aunque intentes ocultarlo bajo esos trajes de chaqueta que llevas.

      Neen parpadeó. Fue a decir algo, pero no salió sonido alguno de su boca.

      –Lamento muchísimo mi falta de profesionalidad. Como te he dicho, no me explico lo que ha sucedido, pero quiero que sepas que estoy avergonzadísimo.

      –Yo sí me lo explico. ¿Cuándo fue la última vez que te tomaste unas vacaciones, te soltaste la melena y te divertiste un poco? –preguntó señalándole con el dedo–. ¿Cuándo fue la última vez que te tomaste un descanso en el trabajo?

      –Yo no me tomo vacaciones, Neen, ni tampoco días libres. Quiero hacer algo que merezca la pena, no repantigarme en un sofá.

      Aquel hombre era como sus padres: comía, respiraba y dormía por su causa.

      –Muy bien, pues te vas a convertir en una triste estadística. ¿Por qué no te inmolas directamente en una pira y terminas con todo?

      Sus ojos relampaguearon, pero ella hizo caso omiso.

      –No eres supermán, Rico. Estás hecho de carne y hueso, como el resto de los mortales. Y si no introduces algunos cambios en tu vida, te vas a quemar.

      –Al menos lo haré por una buena causa.

      –Eso díselo al resto del personal femenino al que acabarás besando inoportunamente.

      –Te prometo que eso no volverá a ocurrir jamás.

      Ella trató de ignorar el vuelco que le había dado el corazón.

      –Dejando aparte la falta de profesionalidad, ¡soy tu jefe! Y estaría mal por mi parte darte a ti o a otra mujer la impresión de que estoy disponible cuando no lo estoy. En mi vida no hay tiempo ni lugar para el amor.

      Ella parpadeó. ¿Por qué diablos no?

      –Neen, eres importante para este proyecto. Te suplico que no dejes que mi comportamiento te lleve a dejar este trabajo.

      Ella lo miró y, sin poder evitarlo, soltó una carcajada.

      –¿Qué es tan divertido?

      –¡Tú!

      El hombre no tenía ni idea de cómo funcionaban las relaciones humanas normales. Era todavía peor que ella en ese sentido, y por alguna razón, eso la animó considerablemente. Pensó en su flamante sistema de seguridad, en las clases de defensa personal… y en el hecho de que Rico había sido lo suficientemente caballeroso como para no comentar la manera en que ella había respondido a su beso. Aquel hombre le gustaba; no podía evitarlo.

      –Yo tampoco quiero darle a nadie la impresión de que quiero una relación. Todavía no estoy preparada para intentarlo de nuevo.

      –Tomo nota –convino él en voz baja.

      –Bueno, con tal de que eso quede claro, supongo que todavía tienes una encargada para tu cafetería.

      Él se desplomó en el asiento.

      –Gracias.

      Pero no se dieron la mano; tocarse no parecía una buena idea.

      –Bueno –dijo adoptando de nuevo una actitud profesional–. ¿Cuándo crees que vendrán los del servicio de control de plagas y el electricista?

      –Mañana, o el viernes como muy tarde. Si trabajan durante el fin de semana, el local debería estar listo para pintarse el lunes.

      –Genial. ¿Qué te parece si quedamos tú, los chicos y yo en la puerta del local a las nueve?

      –Si quedamos a las ocho y media, te evitarás la hora punta en el puente.

      –A las ocho y media, entonces. Dejaré los trajes de chaqueta en el armario y me pondré un jersey viejo y unos vaqueros –dijo al tiempo que se ponía en pie.

      Él también se incorporó.

      –Yo haré lo mismo.

      ¿De verdad tenía vaqueros ese hombre? A ella le parecía que su ropa informal debía de estar relegada al mismo oscuro agujero que el romance.

      –¿Tienes una fotografía de Chris?

      –¿Por qué? –preguntó ella frunciendo el ceño.

      –Quiero saber qué aspecto tiene. Me gustaría СКАЧАТЬ