Название: Tiempo de espera
Автор: Jessica Hart
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Jazmín
isbn: 9788413752204
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—No te lo pido por eso. Sé muy bien que no estás enamorado de mí. Te lo pido porque puedes ofrecerme el disfraz perfecto –intentó explicar—. Ese hombre, mujer, o quienquiera que me esté haciendo la vida miserable, va a buscarnos a Jamie y a mí allá donde vayamos. No va a buscar a la esposa e hijo de un hombre del que jamás ha oído hablar. Por eso debes ser tú –las palabras no cesaron de salir de su boca en su afán por convencerlo—. Esa persona me conoce, puede que incluso muy bien, pero no te conoce a ti. Emma es la única que sabe de la conexión existente entre nosotros, y confío en ella absolutamente.
—¿Por qué? ¿Porque no es lo bastante rica como para relacionarse con tus otros amigos? ¡Supongo que lo que la descarta como sospechosa es el hecho de que no pueda seguirte a los Estados Unidos!
—No –empezaba a sentirse tan enfadada como él. ¿Es que pensaba que le resultaba fácil pedirle si podía fingir ser su esposa, sabiendo que ya había rechazado su propuesta real de matrimonio en el pasado? ¿Percibía acaso lo humillante que eso le resultaba?— No tiene nada que ver con el dinero. Tú nunca entendiste nuestra amistad, pero Emma y yo hemos sido íntimas desde la escuela, ¡y me atrevería a decir que la conozco mejor que tú! Confío en ella ciegamente.
Como si ésa fuera su entrada, Emma apareció con una bandeja en la que llevaba una cafetera, tres tazas, un vaso de plástico y un plato con galletitas. Mantuvo la puerta con la cadera mientras un pequeño de aspecto angelical trotaba a su lado. Tenía el pelo rubio y enormes ojos castaños con unas pestañas muy largas; en una mano sostenía un tren de juguete y en la otra una galletita. Al ver a Michael, se paró en seco y lo observó con la inquietante franqueza de los niños.
—Éste es Jamie –dijo Emma al dejar la bandeja sobre la mesita de centro—. Todavía no lo conoces, ¿verdad?
—No –Michael hizo un esfuerzo por dominarse y esbozar una sonrisa—. Hola, Jamie.
—Hola –saludó al rato, al parecer aceptándolo después de observarlo con cuidado—. Tengo un tren.
—Eso veo –corroboró Michael—. Yo tenía uno igual de pequeño.
—Míralo –Jamie no era un niño muy abierto, pero para sorpresa de Rosalind, se acercó a Michael y le enseñó el tren. Michael se agachó junto a él e inspeccionó el juguete con seriedad, dándole la vuelta en sus dedos largos.
Rosalind observó el rostro de Jamie mientras los dos compartían una conversación en apariencia intensa, y volvió a sentir que el corazón se le encogía. Costaba creer que no lo había amado siempre. Posó los ojos en Michael con cierto desconcierto. Era una persona tan distante e independiente que no había esperado que se llevara bien con los niños, aunque ya daba la impresión de haber cautivado a Jamie. Algo se retorció en su interior.
—¿Y bien? –preguntó Emma en voz baja al arrodillarse junto a la mesita para servir el café—. ¿Habéis llegado a un acuerdo?
—En realidad, no –Rosalind se obligó a concentrarse en el problema al regresar al sofá.
Michael había captado el intercambio. Devolvió el tren a las manos pegajosas de Jamie y lo dejó en cuclillas, la atención dividida entre el juguete y la galletita.
—Llegamos hasta el punto en que Rosalind sugiere que me cargue con una esposa y un hijo para mi viaje a Yorkshire –le informó a su hermana mientras aceptaba una taza.
—Como ya habrás deducido por su tono, Michael no cree que sea una buena idea –suspiró Rosalind.
—¿Por qué no? –Emma miró a su hermano con sincera sorpresa.
—En realidad, creo que es una buena idea que desaparezcas durante unas semanas –miró con frialdad a Rosalind—. Lo que no entiendo es por qué ha de ser conmigo –se volvió hacia su hermana, esperando que al menos ella pudiera ver el sentido común—. Rosalind puede permitirse el lujo de ir a cualquier parte del mundo –señaló.
—¡Exacto! –exclamó su hermana—. Razón por la que un tranquilo poblado de Yorkshire sería el último sitio en el que buscaría alguien que quisiera encontrarla.
—Bien, que vaya a Yorkshire si es lo que desea, pero, ¿por qué involucrarme a mí?
—¡Oh, Michael, sólo tienes que mirarla! —como una sola persona, los hermanos se volvieron a estudiar a Rosalind, que parecía terriblemente fuera de lugar en el viejo sofá. Irradiaba un destello indefinible, un aura de riqueza y sofisticación que sólo en parte se debía a la ropa cara que lucía—. Sobresaldría a un kilómetro de distancia a cualquier parte que fuera –señaló Emma innecesariamente—. Roz no es el tipo de chica que pasa desapercibida. Puede que no sea una celebridad, pero mucha gente conoce su nombre, o reconocería su foto de la sección de sociedad. Si Jamie y ella van con sus nombres, no tardarían en rastrearlos. Han de adoptar una nueva identidad, por unas pocas semanas, hasta que la policía logre dar con la persona que le está haciendo esto.
»En realidad, fue la misma policía la que lo sugirió –continuó Emma—. Y ahí pensé en ti. Acababa de recibir tu mensaje en el que decías que vendrías por un mes para arreglar el problema de la tía Maud, y de pronto comprendí que serías la tapadera perfecta. Nadie te asocia con Rosalind y, lo que es más importante, irás a un sitio donde nadie te conoce ni espera que seas otra persona que quien afirmes que eres. Si presentas a Rosalind y a Jamie como tu esposa e hijo, ¿quién va a cuestionarlo?»
—¿La tía Maud? –sugirió él con ironía, pero Emma lo descartó con un gesto.
—No ha mantenido contacto con la familia durante más de veinte años, de modo que no sabrá si estás casado o no, ¿verdad?
—Puede que no –dijo con una de sus miradas implacables—, pero es una mujer mayor, y parece confusa y necesitada de ayuda. No sé por qué debemos imponerles a una mujer y un niño desconocidos bajo falsos pretextos.
—¡Michael! –exclamó Emma, decepcionada—. ¡No te puedes negar! Rosalind y Jamie están en peligro, ¡y tú eres el único que puede ayudarlos!
—Tonterías, Emma, y tú lo sabes –apretó los labios. Miró a Rosalind, que hacía girar de forma inconsciente un espectacular anillo de diamantes que llevaba en el dedo anular de la mano izquierda—. No hace falta que sigas jugando con el anillo –soltó con aspereza—. En cuanto vi lo ostentoso que era, recibí el mensaje de que encontraste a alguien lo bastante bueno para ti.
Emma se mostró desconcertada por el tono de Michael, y Rosalind se apresuró a hablar antes de que su amiga pudiera darse cuenta de que su relación con su hermano había sido algo más que una amistad. No había querido hablar de lo sucedido cinco años atrás, y era evidente que Michael tampoco.
—No intentaba enviarte ningún mensaje –explicó con mirada gélida—. Tengo la costumbre de girar el anillo siempre que pienso, eso es todo.
—Pero se trata de un anillo de compromiso, ¿no?
—Sí, lo es –repuso tras titubear unos instantes. Podría habérselo quitado antes de ir. El compromiso sólo complicaba las cosas.
—En ese caso, te sugiero que le pidas a quienquiera que te lo dio que te lleve lejos de aquí –dijo con voz llana.
—No puedo –se mordió el labio. No quería hablar de Simon, cuya rotunda negativa a verse involucrado en el asunto СКАЧАТЬ