Una historia sepultada. Felipe I. Echenique March
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Una historia sepultada - Felipe I. Echenique March страница 13

Название: Una historia sepultada

Автор: Felipe I. Echenique March

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Pùblicahistórica

isbn: 9786078636815

isbn:

СКАЧАТЬ el nivel de apreciación que los “ilustrados” españoles residentes en la Nueva España o criollos y mestizos, tenían al finalizar el siglo XVIII, en relación con el pasado prehispánico y los primeros años de la conquista.20

      Por otra parte, aquella edición de Barcia y la del mismo Lorenzana habían dejado de manifiesto la ausencia de la Primera Carta de Relación de la que daba cuenta Fernando Cortés en la Segunda, como enviada en 1519. Al no haberse publicado y desconocerse su paradero llevó a Barcia a realizar ingentes búsquedas en los repositorios españoles sin que hubiera alcanzado su objetivo. Por desgracia la edición de Lorenzana no deja ver que al arzobispo le hubiese preocupado la ausencia de aquella Primera Carta y en consecuencia hubiese realizado parecida búsqueda en los archivos de la Nueva España.

      Una búsqueda infructuosa

      El mismo Robertson trató esta notoria ausencia en su historia de Carlos V, aclarando que ello se debía a la necesidad de una obra específica para detallar lo concerniente a lo que, ya para esos años se denominaba universalmente como América, tanto en sus antecedentes naturales y humanos como en sus consecuentes para los propios habitantes de la ya entonces América y de Europa. Aquel señalamiento y compromiso se hicieron realidad a los pocos años cuando se viera publicada su Historia de América (1777).

      Para William Robertson era incuestionable que la figura de Fernando Cortés no podía quedar fuera de sus preocupaciones y reflexiones y, para que las mismas quedasen totalmente sustentadas, según los requisitos de la época, requería toda la documentación generada por el capitán general. Así que dentro de la documentación conocida hasta entonces, observó la falta de la Primera Carta de Relación que el mismo Cortés había referido en la Segunda, haber enviado.

      La notoria ausencia de aquella Primera Carta de Relación llevó al historiador escocés a solicitarle al embajador inglés, Roberto Murray Reith, que atendía las relaciones con la corte de Viena, que buscara dentro de la biblioteca imperial para ver si localizaba en dicho repositorio aquel manuscrito, ya que señalaba Robertson, en algún tiempo Carlos V residió en aquella ciudad, por lo que se podía sospechar que allí pudiera localizarse, además de que las pesquisas de Barcia no habían alcanzado aquellos acervos.

      La ausencia de la primera carta autógrafa de Cortés, se hizo notar entonces, pero dicha desaparición se compensó con el nuevo hallazgo de la Carta de la Justicia y Regimiento, que hasta entonces no se conocía, como ya se señaló en líneas anteriores.

      El nuevo hallazgo terminó compensando a los estudiosos, bajo el razonamiento de que no debería de diferir mucho lo narrado por Cortés, porque a fin de cuentas el conquistador debió estar presente en su escritura y composición y cuyo objetivo era dar noticia de la situación que guardaba este grupo expedicionario, desde su salida de la isla de Cuba o Fernandina hasta su establecimiento en la Rica Villa de la Vera Cruz, pasando naturalmente por sus recorridos en las costas de Cozumel y Yucatán, el encuentro y subsecuente acompañamiento de Jerónimo de Aguilar y el funesto actuar de Diego Velázquez con aquel grupo expedicionario.

      Ahora bien, este descubrimiento que a primera vista podría presumirse como de muy segundo orden pasó a ser la sustituta o equivalente de la Primera de Cortés.

      A partir de entonces se puede seguir fácilmente la primacía que tomaron las copias manuscritas sobre las impresas, de tal suerte que, como afirmó Borah, se aprecian como más cercanas a lo escrito por Cortés que las impresas en caracteres góticos. Ello se puede ver con toda claridad en las ediciones documentales de Navarrete, Vedia y finalmente de Gayangos, que refirieron haber utilizado las copias de la Biblioteca de Viena, antes que de cualquier otra edición, lo cual no implicaba desconocer lo referente al material impreso, pero el conocimiento y utilización de los mismos pasó a ser más una cuestión de eruditos y de referencia anecdótica del mundo académico por su rareza y escasez, mientras que las copias y ológrafas de Cortés, gracias a sus trabajos y empeños se ponía a disposición de todos los interesados.