Название: El hombre que perdió su sombra
Автор: Adelbert von Chamisso
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9786079889883
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Pero, aparte de esto, lo hecho, hecho está y también es verdad que tienes razón, porque muchos, muchos amigos en estos trece años pasados están encantados, como nosotros, con el libro desde que vio la luz. Jamás olvidaré el momento en que se lo leí a Hoffmann.8 Estuvo pendiente de mis labios, divertido y lleno de interés, hasta que lo terminé. No pudo esperar a conocer personalmente al poeta y, a pesar de que odia toda imitación, no resistió la tentación de hacer una variante (bastante desdichada) de la idea de la sombra perdida en su relato “La aventura de la noche de san Silvestre” con la pérdida de la imagen de Erasmus Spikher en el espejo. Y es verdad que entre los niños también ha sabido nuestra maravillosa historia abrirse camino. Una vez que en un claro atardecer de invierno subía yo por la calle Burg con el autor, cogió a un chico que iba patinando y que se rio de él, lo metió debajo de su abrigo de piel de oso —que tú conoces tan bien— y lo arrastró. El muchacho no dijo nada, pero cuando se encontró libre en el suelo y a conveniente distancia del otro, que seguía como si no hubiera ocurrido nada, gritó a voces a su raptor: “¡Me las pagarás, Peter Schlemihl!”.
Espero que este tipo extraño siga divirtiendo a muchos (que no lo vieron con su sencilla kurtka de 1814) con su nuevo y refinado traje. Por lo demás, unos y otros pueden encontrarse sorprendidos al reconocer en el historiógrafo del célebre Peter Schlemihl también al botánico, navegante alrededor del mundo, antiguo y bien retribuido oficial prusiano del rey y a la vez poeta lírico.9 Él, cantando en versos al estilo lituano o malayo, hace saber a todos que tiene un poético corazón en su sitio.
Por eso, querido Fouqué, a pesar de todo y a fin de cuentas, te doy las gracias cordialmente por haber hecho la primera edición y recibe, con nuestros amigos, mi felicitación por la segunda.
EDUARD HITZIG
Berlín, enero de 1827
5 George Cruikshank (1792-1878), caricaturista inglés, hizo ocho grabados para la edición inglesa (1823 y 1838), los cuales contribuyeron mucho a la popularidad del relato en Alemania e Inglaterra. [N. de la T.]
6 Península de la Siberia Oriental, entre el mar de Ojotsk y el de Bering. [N. de la T.]
7 Tameiamaia es Kamehameha I, rey de Hawái (O'ahu en hawaiano), muerto en 1819. [N. de la T.]
8 Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1776-1822), autor de reconocidos y famosos cuentos, como “Don Juan” o “La señorita de Scuderi”, conoció a Von Chamisso a través de Hitzig en 1807 y se vieron luego varias veces. Von Chamisso colaboró con Hoffmann en La novela del señor de Vieren (1814) y dio a Hoffmann la idea para el relato “Datura fastuosa”. En el relato de Hoffmann “La aventura de la noche de san Silvestre”, en el último capítulo, Giulietta, la amante del héroe, Erasmus Spikher, le pide que, ya que tiene que abandonarla, le deje por lo menos su imagen en el espejo, y al instante la imagen de Spikher en el espejo empieza a moverse independientemente de él y lo abandona. Como no puede ser un “honorable” padre de familia sin su imagen en el espejo, se va a recorrer el mundo en busca de la perdida imagen. [N. de la T.]
9 Por entonces, Von Chamisso había conseguido fama de poeta. [N. de la T.]
I
DESPUÉS DE UNA FELIZ pero para mí muy molesta travesía, llegamos por fin al puerto. En cuanto llegué a tierra con el bote, cargué yo mismo con mi pequeña propiedad y, abriéndome paso entre el gentío, entré en una casa cercana, la más insignificante sobre la que vi un rótulo. Pedí una habitación, el muchacho me midió con una ojeada y me condujo a la buhardilla. Hice que me subieran agua fresca y que me dijeran detalladamente dónde podría encontrar al señor Thomas John.
—Enfrente de la puerta Norte,10 la primera casa de campo a mano derecha. Una casa nueva, grande, de mármol rojo y blanco con muchas columnas.
—Bien.
Como era todavía temprano, deshice mi paquete, saqué mi práctico abrigo negro nuevo, me vestí con mi mejor traje, cogí mi carta de recomendación y me puse rápidamente en camino, en busca del hombre que debía favorecer mis modestas esperanzas.
Después de haber subido toda la larga calle Norte y llegado a la puerta, vi brillar enseguida las columnas entre la arboleda.
Aquí es, pensé.
Quité el polvo de mis zapatos con el pañuelo, me arreglé el que llevaba al cuello y tiré de la campanilla en nombre de Dios. La puerta se abrió de golpe. Tuve que soportar un interrogatorio a la entrada, el portero al fin avisó que yo estaba allí y tuve el honor de ser llamado al parque, donde el señor John se encontraba con unos amigos. Me recibió bien, como un rico a un pobre diablo, hasta se volvió hacia mí, pero sin apartarse desde luego de los otros, y tomó la carta que tenía en la mano.
—Vaya, vaya, de mi hermano… Hace mucho tiempo que no sé nada de él. ¿Está bien? Allí —continuó dirigiéndose a los otros sin esperar mi respuesta y señalando con la carta una colina—, allí voy a hacer el nuevo edificio.
Rompió el sello, pero no la conversación, que era sobre dinero, y soltó:
—Quien no tenga, por lo menos, un millón, y perdonen la palabra, es un golfo.
—¡Eso es verdad! —exclamé con gran entusiasmo.
Debió de gustarle. Me miró sonriendo y me dijo:
—Quédese, querido amigo, quizá tenga después tiempo para decirle lo que pienso de esto.
Y señaló la carta, que se guardó en el bolsillo, y se volvió hacia los otros. Ofreció el brazo a una joven, los demás se preocuparon СКАЧАТЬ