El hombre que perdió su sombra. Adelbert von Chamisso
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Название: El hombre que perdió su sombra

Автор: Adelbert von Chamisso

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9786079889883

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СКАЧАТЬ se las mostraba,

      y ellos se hacían los ciegos,

      y no se cansaban de reír.

      ¿Qué le voy a hacer

      sino llevarlo con paciencia?

      Quisiera saber lo que es una sombra.

      ¡Cuántas veces me lo he preguntado!

      ¿Es tan enormemente inapreciable,

      …?

      Esto es lo que sé

      después de haber pasado diecinueve mil días sobre mí

      acumulando sabiduría:

      los que hemos concedido un ser a la sombra

      vemos ahora a la sombra disfrazarse de ser.

      Démonos la mano por encima de todo,

      Schlemihl.

      Sigamos avanzando

      y dejemos las cosas como están;

      por nada del mundo

      nos preocupemos por tenerlas bien sujetas.

      Nos deslizamos ya cerca del fin.

      Que rían y cambien unos y otros;

      nosotros,

      después de la tempestad,

      dormiremos tranquilos un sano sueño en el puerto.

       Berlín, agosto de 1834

      CARTA A JULIUS EDUARD HITZIG, DE VON CHAMISSO

      Todavía unas palabras de cómo han llegado a mí estas páginas. Me las dio ayer temprano, al despertar por la mañana, un hombre extraño, con larga barba gris y una kurtka negra gastadísima. Llevaba colgada una caja de botánico y, como estaba el tiempo húmedo y lluvioso, chanclos encima de las botas. Preguntó por mí y me dejó esto. Afirmó que venía de Berlín.

      ADELBERT VON CHAMISSO

       Kunersdorf, 27 de septiembre de 1813

      CARTA A JULIUS EDUARD HITZIG, DE FOUQUÉ

      QUERIDO EDUARD:

      Debemos proteger el relato del pobre Schlemihl, y hacerlo de tal manera que permanezca oculto a ojos que no lo entiendan. Tarea difícil, porque ¡hay tantos ojos de esos! ¿Y qué mortal puede asegurar el destino de un manuscrito, una cosa casi más difícil de guardar que algo hablado? Así que voy a hacer como uno que tiene vértigo y, por miedo, prefiere tirarse al abismo. Voy a imprimir el relato.

      Finalmente, no hay ningún duende (de ello estoy convencido por múltiples experiencias), no hay ningún duende que ponga un libro impreso en las debidas manos, pero sí que lo mantenga apartado de las indebidas, si no siempre, por lo menos muchas veces. Y además pone una cortina invisible delante de cada auténtica obra con espíritu y humor, y sabe descorrerla y correrla con tino infalible.

      A este duende, mi muy querido Schlemihl, confío tus sonrisas y tus lágrimas, y sea lo que Dios quiera.

      FOUQUÉ

       Nennhausen, finales de mayo de 1814

      CARTA A FOUQUÉ, DE HITZIG

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