¿El hombre apropiado? - Sorprendida con el jefe. Natalie Anderson
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Название: ¿El hombre apropiado? - Sorprendida con el jefe

Автор: Natalie Anderson

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ómnibus Deseo

isbn: 9788413489346

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СКАЧАТЬ al ático. Metió la llave en la cerradura y añadió–: Además, la caligrafía es un arte; así que estoy encantada.

      –Me alegro –Liam pasó por alto el tono de despedida y entró tras de ella en el minúsculo apartamento–. Pero hay buhardillas con mejores vistas –continuó. Y miró a su alrededor. Una habitación con una ridícula cocina, y una puerta que debía dar la cuarto de baño. Era un espanto.

      –No necesito vistas, sino buena luz.

      Victoria había dispuesto un escritorio contra la ventana con una mesa en ángulo donde había un ordenador. En la pared del fondo, había una cama pequeña.

      –¿Cómo puedes trabajar aquí? ¡Ni siquiera es un estudio! –dijo Liam. Era el sitio más feo e incómodo que había visto. Y desde luego, el menos apropiado para una preciosa rubia de ojos verdes.

      –Claro que lo es –dijo ella, levantando la barbilla como si hubiera estado esperando la crítica.

      Al ver su expresión, Liam decidió no censurarla. Era evidente que Victoria quería ser independiente. Y lo era. Mucho más que cinco años atrás. Pero por algún motivo que no comprendía, puesto que nadie entendía mejor que él el deseo de alcanzar éxito por uno mismo, esa actitud le irritaba.

      –¿Por qué no vienes a trabajar a mi hotel? Tengo una suite tres veces más grande –antes de terminar, Liam supo que había cometido un error. Pero, por una vez, la oferta no era una excusa.

      –Vamos, Liam, no seas tan poco sutil.

      Victoria volvía a colgarle el sambenito de ligón.

      –Esta vez no tendríamos que compartir el cuarto de baño –Liam se acercó a ella. Puesto que era lo que esperaba, ¿por qué no provocarla?–. A no ser que tú quieras –dijo, y le acarició la mejilla–. ¿Esto es más sutil?

      Nunca olvidaría aquella escena. Afortunadamente, en lugar de salir corriendo, Victoria, como él, se había sentido mortificada. Él había bromeado para disimular. Pero, aunque la toalla cubría sus partes más íntimas, había quedado suficiente piel expuesta como para moverlo a cometer un error.

      Hasta la mañana siguiente no supo que era la novia de Oliver, la mujer con la que salía desde hacía dos años y con la que todo el mundo asumía que se casaría. Y él era tan joven, que había confundido la intensidad de su deseo con amor a primera vista.

      –Sutilísimo –Victoria movió la cabeza bruscamente para librarse de los dedos de Liam.

      –No es un barrio seguro –dijo Liam.

      –No finjas que te preocupa mi seguridad –dijo Victoria con sorna.

      Liam se dio cuenta de que no iba a convencerla.

      –¿Dónde esperas estar en unos años? –preguntó entonces Liam, indicando con la mano el escritorio.

      –¿Te refieres a mis objetivos?

      –Sí. ¿Qué perspectivas de crecer tienes trabajando tú sola? ¿Qué pasaría si te rompieras un brazo?

      –Tengo un seguro de trabajo. En cuanto a crecer, ¿es imprescindible? Solo necesito ganar el dinero suficiente como para vivir cómodamente.

      Una cama pequeña no era nunca cómoda. Era evidente que Victoria debía aumentar sus ingresos.

      –¿Vas a poder tomarte vacaciones?

      –¿Y tú? –preguntó Victoria, riendo.

      –A mí me encanta mi trabajo. Trabajar es para mí como estar de vacaciones –navegar había sido y siempre sería su pasión. Adoraba el mar; era su hogar, el lugar donde se sentía a salvo. Y libre.

      Victoria lo miró con un brillo de determinación en sus ojos verdes.

      –¿Y no crees que yo pueda sentir lo mismo por mi trabajo? –preguntó.

      –En un sitio como este, lo dudo. Pero quizá a ti no te importa dónde trabajas porque solo ves lo que estás haciendo –dijo él, acercándose al inmaculado escritorio.

      Victoria se asombraba de su osadía. Ni siquiera había visto su trabajo y la halagaba. No tenía ni idea de si era buena o mala, pero… A no ser que… Una espantosa sospecha la asaltó.

      –¿Me recomendaste tú a Aurelie? –al ver que Liam se tensaba, añadió–: Así que lo hiciste. Me buscaste en Google y…

      Por primera vez, Liam pareció perder su aplomo. De hecho, parecía culpable.

      Victoria apretó los dientes. Era demasiado tarde, pero de haber podido, habría abandonado el trabajo.

      –No creía que fuera a llegar a la boda –explicó Liam–. Así que no pensé que fuéramos a vernos. Admito que quise ayudar.

      Ayudar a quién. ¿A Aurelie o a ella?

      Aunque no debía preocuparle, no quería deberle nada a Liam. Había estado tan orgullosa de conseguir aquel trabajo, se había sentido tan independiente al ser contratada por sus propios méritos… Oliver había insinuado que su éxito en Londres se debía a sus contactos, y no a la calidad de lo que hacía. Por eso mismo, aquel encargo había servido de antídoto a su herido orgullo.

      –Le mencioné tu nombre un día que Aurelie estaba atosigándome con detalles de la boda –dijo Liam, toqueteando uno de los botes con lápices que había en el escritorio–. Ella te buscó en Internet y decidió contratarte.

      Victoria tragó saliva. No debía dejarse llevar por el orgullo. El trabajo de Aurelie podía dar lugar a otros.

      Liam la miró con expresión expectante.

      –Estás enfadada conmigo –dijo.

      –En absoluto –mintió Victoria–. Fuiste muy amable al mencionar mi nombre. No sé ni cómo lo recordabas.

      –¡No digas tonterías, Victoria! –dijo él, aproximándose.

      Ella retrocedió instintivamente por temor a lo que Liam veía en su mirada.

      –Estás decidida a ser independiente, ¿verdad? ¿No quieres aceptar la ayuda de nadie, y menos la mía? –preguntó él, deslizando la mirada por el cuerpo de Victoria.

      Ella se mantuvo firme, esforzándose por ocultar sus emociones. Pero una vez más, no sirvió de nada.

      –¿A qué tienes tanto miedo? –continuó Liam–. No tienes nada que temer. Solo sería una vez.

      Victoria sonrió con suficiencia.

      –¿Por qué? ¿No sería lo bastante bueno?

      Liam volvió la mirada a su rostro.

      –Ya he probado a mantener una relación convencional y no funciona. En cambio una noche, sí.

      –A mí no me van los rollos de una noche –dijo Victoria con total honestidad.

      –Deberías probarlo. Al menos por una vez.

      Victoria СКАЧАТЬ