¿El hombre apropiado? - Sorprendida con el jefe. Natalie Anderson
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Название: ¿El hombre apropiado? - Sorprendida con el jefe

Автор: Natalie Anderson

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ómnibus Deseo

isbn: 9788413489346

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СКАЧАТЬ su inspección, rogando que su cuerpo no reaccionara a la instintiva atracción que le despertaba.

      –Ha pasado mucho tiempo –repitió él–. Y aunque parezca imposible, estás todavía más guapa.

      A Victoria se le aceleró la respiración y sintió una corriente de calor recorrerla. Su cerebro se ralentizó, y tardó en recordarle que Liam acostumbraba a coquetear. Pero en aquella ocasión era totalmente improcedente, aunque no sería ella quien se lo recordara. Era el prometido de la mujer para la que trabajaba, así que actuaría con calma y profesionalidad.

      –Tú también tienes muy buen aspecto –dijo con una educada sonrisa. Podía manejar la situación.

      Él se apoyó en el escritorio, al lado de su silla, pero Victoria no se movió. No permitiría que Liam se diera cuenta de cuánto la perturbaba. No era la primera vez que jugaba con ella. Recordaba la misma expresión en su rostro cuando la había encontrado en el cuarto de baño. Entonces, como en aquel momento, parecía un gato observando a un ratón sobre el que estuviera a punto de abalanzarse.

      Victoria Rutherford no tenía la menor intención de volver a ser un ratón.

      –Gracias –dijo él.

      Victoria entornó los ojos al sentir que el enfado atravesaba su armadura de cortesía. Liam no había cambiado. Ni siquiera cuando estaba a punto de casarse.

      –Victoria –susurró él tal y como había hecho en otra ocasión. Y como entonces, ella sintió que el corazón se le paraba.

      Él se inclinó peligrosamente cerca, y aunque ella contuvo la respiración, no se salvó de oler su aroma a aire de mar y libertad, una mezcla embriagadora que en una ocasión había estado a punto de volverla loca. La peor de las tentaciones. El mejor amigo de su novio.

      Como prometido de su clienta, seguía siendo territorio prohibido, incluso más. Así que tendría que aplacar sus disparadas hormonas. Liam Wilson no sería nunca para ella.

      –¿Qué estás haciendo? –preguntó alarmada, cuando él se acercó un poco más.

      Sin apartar sus ojos de los de ella, Liam esbozó una sonrisa al tiempo que invadía su espacio. Ella se quedó atrapada en su mirada. Lo tenía tan cerca que podía ver cada una de sus pestañas.

      –¿Te importa que te quite esto? –Liam le quitó la pluma de un tirón–. Parece un arma. Ya me apuñalaste en el corazón una vez, y no quiero arriesgarme a que lo hagas de nuevo.

      Victoria lo miró, perpleja. ¡Como si ella le hubiera herido! En todo caso había sido al revés. Liam les había hecho daño a Oliver y a ella. Había roto el vínculo entre ellos y nunca habían logrado recomponerlo. Pero no pensaba decirle hasta qué punto había sido importante en su vida.

      –¿Que yo te hice daño a ti? –preguntó. Y forzó una risa–. Ninguna mujer te ha hecho daño, Liam.

      –¿Eso crees? –preguntó él, enarcando una ceja–. ¿No piensas que soy tan vulnerable como los demás?

      –No –dijo Victoria.

      –Vamos, sabes perfectamente que soy humano –dijo él en un ronroneo.

      –¿Estás coqueteando conmigo? –susurró ella, atónita. Su novia estaba embarazada y se iba a casar en cinco días. Aurelie no necesitaba tarjetas personalizadas, sino un nuevo prometido.

      –¡Liam!

      Aurelie entró en la sala como una exhalación.

      –Hola –Liam la abrazó, y alargando los brazos para mirarla a la cara, añadió–: ¡Tienes un aspecto maravilloso!

      –Estoy enorme, pero no me importa –dijo Aurelie, riendo–. ¡Qué contenta estoy de que hayas venido!

      Victoria sintió un nudo en el estómago. No había motivos para sentir celos. Ella estaba felizmente divorciada. Lo último que quería era no repetir errores pasados, y Liam Wilson entraba en esa categoría. Si Aurelie quería caer en la trampa, era su problema, aunque merecía que alguien la pusiera sobre aviso. Sin embargo, no sería ella quien lo hiciera. Victoria recogió las tarjetas y dijo:

      –No te preocupes, no ha visto nada.

      Aurelie y Liam se volvieron hacia ella.

      –Lo he guardado todo a tiempo –añadió Victoria, preguntándose porqué la miraban como si fuera un alien.

      Liam la miró contrariado antes de esbozar una de sus seductoras sonrisas.

      –He dejado al novio abajo –dijo, indicando la puerta con la cabeza–. Pero has hecho bien, porque subirá en cualquier momento.

      Aurelie, en cambio, no reaccionó.

      –Me alegro tanto de que hayas venido… No estaba segura de que lo hicieras –dijo sin retirar la mano que apoyaba en su torso.

      –No me lo habría perdido por nada del mundo.

      –Eres un mentiroso –dijo ella riendo–. Pero gracias de todos modos.

      –Haría cualquier cosa por ti –dijo él, guiñándole un ojo y acariciándole la barbilla con el dorso de la mano–. Será mejor que bajes o vendrá y descubrirá todas tus sorpresas.

      Victoria observó a Aurelie salir, sumida en un abochornado estado de confusión.

      –¿Creías que era el prometido de Aurelie? –preguntó Liam, aproximándose al escritorio con una amplia sonrisa que no contenía la menor calidez–. ¿Creías que iba a casarme con ella y que coqueteaba contigo?

      Victoria intentó esquivar su mirada, pero Liam ocupaba todo su campo de visión. Solo le quedaba actuar con frialdad.

      –¿Te extraña? –preguntó, enarcando las cejas.

      –No pienso molestarme en discutir –dijo él, entornando los ojos–. Igual que hace cinco años, Victoria, estoy aquí como invitado.

      La confirmación de que no era el prometido de Aurelie le hizo sentir un alivio a Victoria que prefirió ignorar. Le ardían las mejillas. En su imaginación, Liam siempre era el novio.

      –Tu nombre no estaba en la lista de invitados –dijo a la defensiva.

      –No pensaba que pudiera venir –explicó él–. Por eso estoy entre los confirmados a última hora –añadió, indicando la hoja que Aurelie había dejado sobre el escritorio.

      Liam no había ido a la boda de Victoria, y esta nunca supo si, después de lo sucedido, había sido invitado. Jamás había visto a Oliver tan enfadado. Ella y el resto de la familia habían subido a la segunda planta para cambiarse antes de la comida mientras los dos hombres salían al jardín. Victoria los había espiado por la ventana.

      Liam había recibido el puñetazo sin hacer ademán de defenderse, aunque insistió en que no había pasado nada entre Victoria y él, y se disculpó por una interrupción que había sido totalmente espontánea.

      Entonces había alzado la vista y su mirada se había encontrado con la de ella.

      Victoria СКАЧАТЬ