Científico y creyente. Dominique Lambert
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Название: Científico y creyente

Автор: Dominique Lambert

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9789561425675

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СКАЧАТЬ Esta dimensión sapiencial se hace hoy más indispensable en la medida en que el crecimiento inmenso del poder técnico de la humanidad requiere una conciencia renovada y aguda de los valores últimos. Si a estos medios técnicos les faltara la ordenación hacia un fin no meramente utilitarista, pronto podrían revelarse inhumanos, e incluso transformarse en potenciales destructores del género humano17.

      Esta actitud no es, evidentemente, propia de todos los científicos. También es cierto, como veremos a continuación, que hoy día el vínculo entre lo que está en juego en la investigación científica y la ética se tiene cada vez más en cuenta, especialmente en los comités de ética. Pero la cuestión de la búsqueda de la verdad en las actividades científicas, cada uno puede y debe planteársela en el nivel de la responsabilidad personal.

      Ciencias y teología en la vida cotidiana del científico creyente

      Cuando reflexiona sobre su práctica de investigación o sobre el contenido de su enseñanza, o cuando discute con sus estudiantes o sus colegas, el científico cristiano se enfrenta con frecuencia a discursos sobre el universo, la vida, el hombre, sus orígenes, su sentido, su valor, etc., que mezclan consideraciones unas veces técnicas, otras filosóficas, a veces incluso teológicas. Si bien es cierto que los artícu-los científicos evitan metodológicamente las cuestiones filosóficas o religiosas, no lo es menos que tales cuestiones emergen con frecuencia en las discusiones, a veces animadas, a propósito de estos artículos. Por ejemplo, un físico, mientras se toma su café con algunos colegas de un gran centro de investigación, considera que su trabajo matemático sobre modelos cosmológicos sin singularidad inicial (Big Bang) es muy importante… «porque muestra la inutilidad del concepto de creación». A la salida de su clase, un biólogo interpela a su colega, que sabe es cristiano, diciéndole que acaba de tener un curso sobre las mutaciones de los genes arquitectos y sus efectos en términos de generaciones de nuevas especies y «que todavía no comprende cómo se puede seguir creyendo en un Dios creador, ya que las mutaciones y la selección natural bastan para explicar la emergencia de organismos vivos». En sentido opuesto, encontrándose con uno de sus amigos, físico creyente, puede oírle decir: «el ajuste de las constantes y los parámetros cosmológicos del universo son una prueba de la existencia de un plan divino». El científico cristiano vive permanentemente en un mundo donde se encuentran y se chocan discursos de naturaleza diferente y es crucial interrogarse sobre la manera de relacionarlos. ¿Por qué? En primer lugar, por una cuestión de respeto de las exigencias racionales. No se pueden confundir sin precaución niveles de discurso que no tienen los mismos objetos ni los mismos métodos. Por ello, la prueba de la existencia de finalidad por los ajustes de las constantes cosmológicas, de la necesidad de un Creador a partir del Big Bang o la prueba de su inexistencia por la experimentación sobre los genes arquitectos o por el papel central de la selección natural corren el riesgo de no ser más que errores racionales que mezclan imprudentemente fragmentos de discurso sin relación directa. Ahora bien, es muy importante que el científico creyente —como cualquier otro, por lo demás— no caiga en la trampa de la incoherencia que debilita la reflexión o la aniquila pura y simplemente. Los creyentes seguirán aquí el precioso consejo de santo Tomás de Aquino, quien advierte que no hay que utilizar argumentos defectuosos en la defensa de la fe para que no se rechacen en bloque todos los argumentos teológicos en nombre de esta fragilidad18.

      Las condiciones límite del diálogo ciencia-teología

      Cuando se piensa en las relaciones entre contenidos científicos y discurso teológico es importante precisar claramente las exigencias que se pretenden respetar19. Para ser fiel a su fe, el católico no puede renunciar al corazón de la revelación ni a las enseñanzas solemnes del Magisterio. Pero el científico creyente, en cuanto científico, tampoco puede renunciar a las exigencias de la racionalidad y de la verdad adquiridas honesta y rigurosamente en su campo. El científico católico tiene que darse, pues, estas dos «exigencias límite» que no puede infringir, so pena de entrar en contradicción con lo que lo define como científico y como católico. Nosotros adoptaremos estas exigencias metodológicamente. Habrá que mostrar que existe, al menos, un modo de relación entre las ciencias y la teología que las satisface y explicar por qué algunos de estos modos no las satisfacen. A partir del ejemplo, habrá que mostrar igualmente cómo se puede llevar a cabo de manera efectiva el modo de diálogo que satisface las exigencias de respeto de contenido teológico fundamental y las exigencias de la racionalidad científica. Por último, se tratará de mostrar que el modo que respeta las «condiciones límite» que el científico católico se pone no es arbitrario, sino que es coherente con una teología de la creación20. En efecto, se podría pensar que la modalidad de la puesta en relación de las ciencias y la teología existe, pero es una especie de pasarela, cuyo estilo y solidez dependen de parámetros que no guardan relación ni con el rigor o la dinámica propia de las ciencias, ni con el contenido teológico. Desearíamos sugerir aquí que no es así y que la elección de las condiciones límite fija de manera casi unívoca la modalidad de la relación de la relación ciencias-Teología21.

      Es importante destacar que si el contenido de la revelación es único, las diversas perspectivas intelectuales que buscan su inteligibilidad y dan razón de ella son múltiples. Ello no plantea un problema fundamental, pero es bueno notar que cuando hablemos de Teología22 entendemos un discurso que se funda sobre un referente único e inmutable: la Revelación, y podemos por tanto escribirlo con mayúscula. Cuando subrayamos que hay diversas maneras de presentar y de hacer inteligible este único referente, escribimos entonces «teologías», adoptando el plural.

      El concordismo: un vínculo fusional

      Históricamente, la concomitancia de la práctica de las ciencias, en el sentido moderno del término, y de la lectura de la Escritura ha sugerido, a veces, transiciones directas entre los contenidos empírico-formales y exegéticos. Los ejemplos de este tipo de trasvase son bien conocidos y han abundado a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Baste recordar, por ejemplo, los intentos de interpretación de los «seis días» del génesis en términos de eras geológicas. En la universidad católica de Lovaina, a comienzos de los años 1920, un geólogo y eminente teólogo, el canónico Henri de Dorlodot23, que frecuentaba a grandes biólogos (como Frans-Alfons Janssens, el codescubridor con Thomas Hunt Morgan del cross-over genético), propuso interpretar la formación de la primera mujer a partir de la costilla de Adán, entendido literalmente a partir de un fenómeno que se acerca a la clonación. La intención del canónigo era respetar, al mismo tiempo, las decisiones tomadas en 1909 por la Comisión Bíblica en materia de lectura del Génesis y tener en cuenta los datos de punta de las ciencias de la vida. Es un intento muy loable, naturalmente, pero el problema era doble. Por una parte, no se puede poner sobre el mismo pie un pasaje de la Escritura (cuyo fin no es describir y dominar un elemento de realidad empírica) con un contenido científico (que versa justamente sobre la descripción y el dominio de dicho elemento en la realidad). Nos hallamos aquí con dos aproximaciones, cuyo objeto, fin y metodología no son idénticos. Epistemológicamente, es decir, desde el punto de vista de la teoría del conocimiento, hay aquí una confusión respecto al tipo de discurso. Por otra parte, no se tiene en cuenta que la lectura literal de este pasaje del Génesis no es el único posible, y que no es la más apropiada para desentrañar su sentido más profundo. Evidentemente tampoco se puede caer en el anacronismo. Es claro que el acercamiento histórico-crítico tal como lo practicaba a comienzos del siglo XX el Padre Lagrange, teniendo en cuenta los estilos literarios diferentes, por ejemplo, todavía no era común y planteaba aún ciertos problemas en la Iglesia (la cuestión se atenuará a partir de la encíclica Divino Afflante Spiritu de Pío XII). El itinerario del canónico de Dorlodot era, en resumidas cuentas, bastante comprensible. Pero no es menos cierto, desde un punto de vista fundamental, que el salto directo, sin mediación, de un contenido bíblico a un dato científico sigue siendo, desde el punto de vista de la teoría del conocimiento, un error.

      El concordismo no afecta solamente los vínculos entre la Sagrada Escritura y la Ciencia; también se puede definir en el contexto más amplio СКАЧАТЬ