Volando Con Jessica. Giovanni Odino
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Volando Con Jessica - Giovanni Odino страница 14

Название: Volando Con Jessica

Автор: Giovanni Odino

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Приключения: прочее

Серия:

isbn: 9788885356634

isbn:

СКАЧАТЬ dollars.

      —Es un buen precio. Y lo has pronunciado en perfecto italiano.

      —El dinero lo has entendido bien, pero keep calm, no es todo, la misma cantidad para los que me ayudarán y para la expedición especial Y porque eres my friend.

      —Ya veo por qué me parecía un precio bajo, faltaban cosas. ¿Cómo nos organizamos?

      —Apunta este número, es seguro. Tendrás que comprar un cell phone, then, only con tu new cell phone, remember, me mandas un saludo y yo te respondo con tres números. El primero es una cuenta cifrada en la sede del Bank of America de Zúrich, y el segundo es el dinero, en US dollars. Cuando llegue el dinero a la cuenta enviaré los componentes. Deberías recibirlos una semana después del pago.

      —¿Y el tercer número?

      —El tercero es el teléfono que marcarás para nuestro siguiente contacto.

      —¿Y el número viejo?

      —No será válido, expired. Lo cambiaré cada vez y tú harás lo mismo. Cada vez tendrás que destruir el teléfono usado, destruirlo, no sólo tirarlo, you must remember, tienes que recordarlo.

      —Lo he entendido, un intercambio de mensajes y luego triturarlo.

      —Perfect! Use a hammer! Un martillo grande bastará. Tienes que comprar otro cell phone y volver a mandar el saludo. Te responderé si puedes usar ese número o, eventualmente, te comunicaré otro distinto.

      —Entendido. Habrá otro pedido más tarde, en cuanto nuestro mecánico acabe la lista.

      —Si es todo igual, se podrá hacer: money makes life easier.

      Sante le da la mano para sellar el acuerdo al que han llegado.

      —Siempre me ha gustado el pragmatismo de los americanos. Ahora que hemos llegado a un acuerdo podemos beber una cerveza y relajarnos.

      —Dear friend, tenemos grandes recuerdos que compartir.

      —¿Qué cerveza quieres? ¿Inglesa? ¿Double malt?

      —¿Cerveza caliente? ¡Absolutamente no! French beer, he visto que tienen Fisher.

      —Tienes que probar las italianas, son especiales.

      —¿Italian beer? Oh, well, la probaré antes o después.

      Mientras disfrutan las cervezas, Sante le pregunta a qué país sería mejor ir a vivir, con igualdad de dinero disponible.

      —A Belice, sure —responde Robert—. La mejor calidad de vida por poco dinero.

      —¿Y Costa Rica? Parece que hay un flujo de emigración de élite a ese país.

      —No está mal, pero prefiero Belice.

      Robert mira a Sante con una mirada inquisitiva. Luego continúa:

      —Years ago habrías preguntado dónde hay más fight, más batalla, y no dónde se está tranquilo.

      —La gente cambia.

      —¿Te acuerdas del batallón Leopardo?

      —¿Te refieres al pobre Schramme?

      —Exactly.

      —Eran otros tiempos. Medio siglo que parece una vida.

      —Si quieres volver a estar en medio de actividades very special como piloto de helicópteros puedo hablar con alguien. ¿Are you combat-ready?

      Sante no responde inmediatamente. Se pone a recordar sus años de joven, cuando el cielo africano le había parecido más azul y había creído que las extensas vistas de aquellas tierras eran horizontes de gloria.

      —Sante.

      —Perdona, estaba pensando.

      —He visto en tus ojos la nostalgia de África, dear friend.

      —Creo que Belice o Costa Rica serán perfectos. O incluso Brasil. Veremos. Lo que necesito seguro es un sitio donde haga calor.

      Robert se limita a sonreír.

      VII

      2 de julio

      Paso por delante de la fachada principal de la casa, después aparco en frente del cobertizo. Ya están el Fiat Punto de Aurelio y el Renault Clio de Sante.

      —Ya era hora: cuando hay que trabajar encuentras siempre la manera de desaparecer.

      —Sante —digo con aire sorprendido—, ¿estás tú también?

      —¿Es una pregunta? ¿Quieres una respuesta?

      —No, es por decir algo. Lo sabes.

      —¿Y tú sabías que esperábamos el furgón de Federal Express hoy?

      —¿Ha llegado ya?

      —A las nueve. Y adivina quién estaba aquí para recibirlo.

      —Supongo que tú y Aurelio.

      —Has ganado.

      —¿Todo bien? — intento cambiar de tema—. ¿Qué tal es el material? —pregunto mirando el conjunto de piezas mecánicas colocadas ordenadamente al lado del fuselaje del helicóptero.

      —A primera vista parece bueno —responde Aurelio—, pero lo sabré solo cuando las haya examinado mejor.

      Asiento. Miro alrededor. Conozco el lugar, llevamos un mes trabajando aquí, pero cada vez valoro más la organización del espacio que ha hecho Aurelio. Es un gran profesional; y Sante es perfecto para tratar con ese tipo de gente para conseguir las piezas. Sin ellos no habría podido hacerlo.

      —Si no me necesitas iré a dar una vuelta —digo a Aurelio.

      —Hoy no os necesito.

      —Entonces ¿puede venir Sante conmigo?

      —Llévatelo de aquí, pero coge esta lista de herramientas, las necesito más bien rápido.

      —¿Vamos al mismo proveedor?

      —Las ferreterías milanesas tienen todo, y de las mejores marcas.

      —Entonces voy yo, así cambiamos la cara del cliente. Veo que necesitas una pequeña presa y un cargador de baterías profesional; podré meterlos en el Volvo. Los tendrás el miércoles o el jueves.

      —Adiós —dice, volviendo a trabajar en el área del motor.

      Estoy contento. Conozco bien a Aurelio y sé que cuando se comporta de manera más hosca significa que está concentrado en su trabajo.

СКАЧАТЬ