Curiosidades antiguas sevillanas. Gestoso y Pérez José
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СКАЧАТЬ los demás gastos que originó este regalo gastáronse trece mil cuatrocientos catorce mrs.

      Bien verá usted señor Doctor que no llegan estas comilonas de Sevilla al punto que otras famosísimas, por usted y otros ilustres ingenios dadas á luz. Sin embargo considero que la presente no es para desdeñada, por los sujetos curiosos; y como á usted le tengo en el número de ellos, diputándole la Fama por capitan de la hueste, á usted la dirijo desde este lugar de Aguas Buenas á 25 de Julio de 1888.

      La policía urbana de Sevilla

      EN LOS SIGLOS XV, XVI Y XVII

      Para los felices mortales que vivimos en el presente siglo, á los que tan natural y legítimo nos parece el uso de todas las comodidades y ventajas de que disfrutamos, pues que á toda hora y sin el menor empacho ponemos el grito en el cielo á la menor falta que advertimos en el cumplimiento de las ordenanzas municipales, no podemos comprender la desidia y abandono de nuestros abuelos, en cuanto al régimen y gobierno de esta ciudad en las pasadas centurias. Indudablemente, nosotros somos más exigentes, y sentimos un cúmulo de necesidades, desconocidas de aquellos, y así es que nos alborotamos y hasta los pelos se nos ponen de punta, al encontrar en las calles un montoncillo de basura ó unos despojos de hortalizas ó de frutas, por ser espectáculo que ofende á nuestra delicada vista.

      ¿Qué dirían nuestros intolerantes convecinos si por arte sobrenatural al despertarse una mañanita se hallasen viviendo en aquella gran Sevilla del siglo XVI?

      Pues si se situaban en el centro de la misma plaza de San Francisco, repararían los grandes hoyos que á cada paso se formaban en el empedrado, en los cuales, si era tiempo de invierno, podían cantar las ranas, y si de verano, eran depósito de infecto y sutil polvo, que el más ligero vientecillo transportaba sobre casas y personas. Que aquellos baches eran numerosos y grandes, pruébalo el tiempo que invertían los trabajadores municipales en su compostura, pues, no era insignificante el gasto que se hacía anualmente «por allanar los foyos et barrancas de las calles,» en los días que precedían al de la fiesta del «Corpus Christi,» segun consta de las cuentas de la Ciudad.

      Pero esto de los hoyos, con ser muchos y grandes era lo de menos, pues con el constante tráfago de las recuas de los arrieros, de los caballos de los soldados y de los vehículos tirados por bestias, ó con las paradas que tantos animales hacían en aquel lugar, el más céntrico de la población, por tal escogido como sitio en que sus dueños hacían sus tratos ó ventilaban sus asuntos; ya los espectadores de tan animado cuadro podrían recrear su olfato con el olor de ámbar y algalía que exhalaban los perennes montículos de estiercol, repartido por todos los puntos de la plaza. Este gran basurero continuaba embalsamando el aire y recreando la vista hasta el día en que habían de celebrarse fiestas de toros ó cañas ó con motivo del paso de alguna procesión, por manera que meses enteros gozaban los vecinos del lugar ó los transeuntes, de tan recreativo y limpio espectáculo18.

      Bien es verdad que en ocasiones el paternal municipio velando por la comodidad de los vecinos trató de extirpar tan graves males para lo cual y en vista de que la plaza estaba «tan llena de inmundicias» que no se la puede andar á pie ni á caballo» se pregonó que los vecinos la limpiasen y barriesen è hicieran llevar la basura al campo so pena de una multa de 1.000 maravedises(!!).

      Había pues que salir huyendo de aquel tan concurrido paraje, por las molestias del piso y por el hedor, y, dejando á un lado los sucios paredones de las huertas de los conventos de San Francisco y de San Buenaventura, cuya irregular traza formaba estrechos, tortuosos y terrizos callejones, para entrar por la famosa calle de las Sierpes, pero ya en ella tampoco sería extraño el hallar á cada paso montones de basura á las puertas de menestrales ó posaderos, ó bien en forma de artísticas pirámides, arrimados á los rincones que formaban los entrantes y salientes de las casas y conventos de las Mínimas y de Pasión, muy apropiados para que los vecinos vertiesen las inmundicias y «vestiglos» que así llamaban entonces á los animales muertos, no obstante que habia persona á cuyo cargo estaba el recogerlos.

      Pero llegado aquí, suspendamos nuestro relato para dar cabida á algunos curiosos documentos de la época, cuyo sencillo texto es mucho más elocuente que podrían serlo nuestras palabras.

      En una petición que los Jurados de Sevilla dirigieron al Concejo, en 14 de Septiembre de 1461,19 después de exponer los graves males que resultaban del excesivo número de rufianes y mujeres de mal vivir, de cuyo trato se seguían todo género de delitos y cuyo mal ejemplo propagábase á los buenos, decían aquéllos, que eran aquéllos tan excesivos «que las gentes que en sosiego desean beuir andan espantadas e dizen asy que les conuiene vna de dos o ser como aquellos por se defender de los malos o despoblar la tierra e yr buscar donde biuan en sosiego.»

      Y en cuanto al descuido de los servicios públicos expresábanse de esta suerte: …«y que mandedes limpiar esta çibdad de tanta grande suçiedad como en ella esta por tanto e tan altos muladares así en el cuerpo de la dicha çibdad como en el derredor de ella así dentro como de fuera que ya las baruacanas ha muchos logares tienen los muladares mas altos que las almenas e así por el derredor, dentro de la çibdad están los muladares tanto altos como los lienços de los adarbes et sy caso acaesçiese de lluuias como en nuestro tiempo avemos visto esta çibdad peresçeria pues guarde nos dios de lo más peligroso sy viere sobre sy las gentes que otras veces de pocos tiempos aca se vieron bien es de creer que sin mucho trabajo que la quisiesen conquistar avería muy.. enseñorearse della.»

      En un Memorial que los vecinos de la Ballestilla dirigieron á la Ciudad se dice: «que en la dicha calle está vna callejuela la qual hordinariamente en todos tiempos está llena de inmundicias y vestiglos muertos y jamás pasa nadie por ella porque no se puede pasar por causa de la inmundicia qué ay que allega hasta los tejados y aunque algunas veces la hemos limpiado á nuestras costas desde á dos días está peor que de antes por lo qual no es bastante remedio limpialla y el hedor que allí ay es insufrible y muchos veçinos dexan sus casas por no podello sufrir y podría congelar pestilencia» …pedían que se cerrase la dicha calleja20.

      De igual modo que aquellos vecinos quejábanse en 1556 el Beneficiado Curas y Mayordomo de la iglesia parroquial de San Andrés, en otro memorial, suplicando al Concejo que mandase empedrar una callejica muy angosta que daba á las espaldas del Sagrario en que se depositaban muchas basuras por lo cual los exponentes habían acordado «encalalla y debuxar cruces y santos» como remedio á tales abusos.

      Como última pincelada del cuadro que vamos bosquejando, merece ser copiado otro documento de los mismos curas de la mencionada iglesia de San Andrés en el cual decían: «que la dicha iglesia tiene vn cementerio en el qual se entierran cada vn año assí de la collación como del hospital del amor de dios, más de ochocientas personas y están sepultados de mucho tiempo más de cien mil christianos, en medio de dicho cementerio está puesta vna cruz grande de mucha veneración como lugar dedicado para lo sobre dicho por todo lo qual es lugar de piedad, emos hallado y visto muchas veces perros sacando parte de los cuerpos de los sepulcros y comiéndolos y los vecinos comarcanos no teniendo respecto á la decencia del lugar echan de noche mucha suciedad y inmundicia de sus casas en el dicho cementerio, lo cual parece muy mal y todo lo sobredicho nasce de estar el dicho cementerio descubierto y sin cerca …» Pedían que la Ciudad lo mandase cercar. Firmaban los Bachilleres, Hernando de Luque y Fuentes de Carvajal21.

      En cuanto á los «vestiglos» por acta capitular de 7 de Julio de 1597 mandóse que se hiciera un repostero para cubrir la acémila en que eran transportados al campo los que se encontraban en las calles; y de los comienzos del siglo XVII hay un asiento en el Libro de Propios (19 de Octubre de 1605) en que constan los particulares siguientes: «Diego López vecino de Sevilla deue por Gabriel de Barahona Receptor general de la cuenta СКАЧАТЬ



<p>18</p>

Véase lo que ocurría respecto á la falta de limpieza en el mismo Alcázar de esta ciudad, pags. 54 y 55 de este libro.

<p>19</p>

Actas de dicho año. Arch. Mun.

<p>20</p>

Papel con letra del XVI. «Arch. Mun.»

<p>21</p>

Papel sin fecha, letra del XVI.