Diario de un viage a Salinas Grandes, en los campos del sud de Buenos Aires. García Pedro Andrés
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СКАЧАТЬ buen amigo y no los engañaria en los tratados: pero los mas sensatos opinan que se forme un congreso ò parlamento general, al cual sean convocados todos los caciques del sur y oeste para declararles abiertamente nuestras intenciones. Los amigos se muestran convencidos de la utilidad y ventajas que les ofrece este proyecto, y creo que el resultado de la conferencia será feliz: pero sea cual fuere, es absolutamente necesario plantificar el proyecto.

      Resueltos una vez à ello, me persuaden los conocimientos que yo he adquirido, que el cuartel general y primera poblacion debe hacerse en las màrgenes de la laguna de Salinas, ò lo que es lo mismo, en el parage nombrado los Manantiales, distante de ella menos de dos leguas. Tiene aguas saludables, abundancia de leña, prodigiosos pastos, y unos terrenos feraces en toda clase de granos, legumbres y cuanto es necesario à la vida humana; cuyas producciones me ha mostrado un indio araucano establecido allì, y que las cultiva para sustentarse, sin auxilio de útiles de labranza por carecer de ellos.

      Esta situacion está naturalmente defendida por el este con la laguna de la Sal; por el norte, con elevados médanos; por el sud, con el fuerte y poblacion que haya de formarse, y por el oeste, por una laguna que forman los Manantiales, y una barranca harto elevada: de modo que, á poca diligencia del arte, pueden asegurarse en circunferencia mas de ocho leguas, para sostenerse contra la mas atrevida y numerosa invasion de salvages.

      Desde este punto central deben partir las demas poblaciones, reconociendo antes detenidamente y con mucha exactitud los puntos mas interesantes de la sierra de la Ventana, Guaminí, Volcan y rio Colorado. Tomadas estas posiciones, quedaràn cubiertas todas nuestras fronteras, y aseguradas, solo con el respeto de las armas, de cualquiera tentativa hostil. La ventaja de estos puntos se conoce mejor considerando su situacion geogràfica. Hàcia aquella parte el Océano se interna en el continente, las sierras primeras se avanzan, introduciéndose hàcia el oeste, y nuestros terrenos hasta la ciudad forman un gran seno: de manera que, estrechándose la tierra en aquellas gargantas, no pueden salir los indios con su presa de nuestros territorios sin ser observados desde las guardias, y atacados en caso necesario, ò contenidos al menos en sus agresiones por las dificultades de escapar con los robos.

      Como esta primera poblacion debe ser el granero y almacen de las demas por algun tiempo, se establecerà en la estacion de las siembras oportunas, para hacer las cosechas oportunamente: pues la distancia no permite la fácil conduccion de vìveres para un nùmero tan crecido de tropa y pobladores.

      Asentada la poblacion de Salinas, mientras se examinan los puntos para establecer la línea del este, deben reconocerse las del oeste al mismo propòsito, para buscar las localidades mas ventajosas, á fin de avanzar las fronteras Carolina y Bebedero, dando asì mas amplitud á las provincias de Còrdoba y Cuyo: de modo que formen dos diagonales fortificadas, y que sus comunicaciones aseguren las vastas poblaciones que deben quedar intermediarias, desde las actuales fronteras hasta las que se establezcan nuevamente. Desde ellas han de empezar à practicarse las operaciones para el establecimiento de la segunda lìnea.

      Los terrenos que con esta quedan asegurados, formarán con el tiempo una grande y poderosa provincia. Los valles, rios, montes y minerales que encierran, anuncian desde luego que ella se aventajarà bien presto á las demas. Si á los tesoros con que la enriqueció la naturaleza, si á la facilidad de sus exportaciones que ofrece su situacion, se unen los brazos de las numerosas tribus que la pueblan, progresará con tanta rapidez, como ventajas ofrece la sanidad de su temperamento, la feracidad de sus terrenos, la abundancia de sus pastos, que manifiesta bien el nùmero progresivo de ganado vacuno, caballar y lanar que hoy los cubren, y puede acrecentarse centuplicadamente.

      Ademas de los metales preciosos, ofrecen estas sierras, tan antiguas como el mundo, una multitud de producciones inestimables, como los alumbres, el azufre, las sales, el salitre y toda especie de semi-metales y fósiles. ¡Cuantos ramos de comercio, cuantos manantiales de riqueza, què aumento à la masa y velocidad de los giros, què fomento à la agricultura, què grandeza y poderio al estado! Los rios Negro y Colorado conducirán nuestros frutos hasta el Ocèano, desde cuyos puntos podràn hacer nuestros bajeles sus ùtiles navegaciones à la Europa, al Africa, al Asia y á las costas del sur y del norte de la América, con la facilidad que ofrece su situacion geográfica. ¡Què nuevas escenas no presentarán al mundo estos pueblos hoy nacientes y dèbiles, esas tribus de indios que apenas pueden contarse en la clase de hombres! Si la imaginacion se abisma al meditar la grandeza de los destinos de estos ricos y preciosos paises, á los individuos del gobierno debe alentar la gloria de que sus nombres formen un dia las primeras líneas de la historia de estas naciones, y corran al travès de los siglos, recibiendo el homenage de la gratitud y del respeto que se tributa à los hèroes.

      Entre tanto los metales que ofrecen estos afortunados países, han despertado ya la codicia de los mineros de la otra parte de la cordillera, y para trabajar el cerro del Payen, son muy repetidas las instancias que hacen á sus naturales, que mesquinan y resisten por no ser inquietados y despojados quizá á viva fuerza, como lo recelan justamente. Nosotros, á favor de las luces de nuestro siglo, sabremos clasificar las riquezas y adoptar los medios que sean mas análogos á las leyes eternas de la naturaleza. La labranza y la cria de ganados alimentaràn en su cuna à nuestras poblaciones; la dulzura, la libertad y el conocimiento de nuevos placeres y de nuevas necesidades nos unirán à los indios. Despues las demas riquezas harán crecer y robustecerán succesivamente el cuerpo de esta nueva sociedad, hasta que llegue á su perfeccion y pueda desplegar todas sus fuerzas fisicas y morales.

      Conocida la grandeza del objeto y los medios de alcanzarlo, resta allanar las dificultades que se tocan en la egecucion, por las fuerzas que pueden presentar los indios, por el número de tropas que se necesitan y por los fondos con que ha de subvenirse á tan interesante obra. Los antiguos gobiernos percibian bien la necesidad de tomar las medidas que hoy se quieren adoptar: mas, cuando los lamentos de los infelices hacendados y labradores los estrechaban á remediar tantos males, tocaban dificultades insuperables en el sistema pesado de hacienda; y el genio fiscal, que era el que dirigia todas las operaciones, convertia las providencias egecutivas en un pleito ordinario, y así corrieron los años sin emprenderse cosa alguna. Se creyó necesaria una entrada general por las Provincias de Cuyo, Córdoba y Buenos Aires, para exterminar, ó á lo menos menguar mucho las familias de los indios. Esta operacion no podia combinarse facilmente, pues aunque lo resistian la humanidad y las leyes, no por eso se buscaron arbítrios que enjugasen las lagrimas de nuestros hacendados, y quedaron siempre sin cumplirse los votos de aquellos que creian necesarias las poblaciones de Salinas, las Sierras y rio Colorado, y sin efecto las reales órdenes que en diversos tiempos se expidieron à este propósito.

      Por otra parte, una preocupacion envejecida y transmitida sin examen, ha hecho formar à muchos ideas abultadas del poder de los indios, de su muchedumbre, y de la destreza con que juegan sus armas; y de este modo ha pasado por prudencia lo que en realidad es un miedo honestado. Pero cualquiera que sepa que estas gentes viven en tribus independientes, y por lo general enemigas unas de otras, no mirará tan temible su masa, por grande que ella sea. Los felices resultados de una tentativa los hace muy atrevidos, pero un castigo severo los escarmienta para muchos años: tenemos una prueba reciente en las fronteras de Mendoza en el año de 1784, y en las nuestras por los de 89, en que asentaron paces que no han quebrantado hasta hoy, sin embargo de que hemos transgredido los límites del Salado. El carácter de estos indios es marcado por la ferocidad y la cobardia: válense siempre de la sorpresa y de la perfidia, y usan con crueldad de la victoria. Pero, cuando estos caminos les son cerrados por la vigilancia, y que un aparato militar respetable les impone, se apresuran á sacar partido y establecer relaciones amistosas, que conservan hasta que continuadas agresiones injustas los exasperen.

      El número á que ascienden yá, por su libre reproduccion, es muy respetable sin duda. El ocio en que viven los mantiene siempre miserables, y sus escaseses los precisan á robarse unos á otros, y todos se conspiran contra los hacendados españoles, en cuyos ganados libran su subsistencia; por que casi han aniquilado los caballos silvestres y otros animales de que se alimentaban. Esto prueba la necesidad de acudir pronto al remedio.

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