Relacion historial de las misiones de indios chiquitos que en el Paraguay tienen los padres de la Compañía de Jesús. Fernández Juan Patricio
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СКАЧАТЬ y me falta poco para persuadirme que no podré emplear mis sudores y fatigas en provecho de esta nueva cristiandad por falta de lengua. Hasta ahora no se ha acabado el Vocabulario, y estando aún en la C, hay ya veinticinco cuadernos. La Gramática es dificilísima y el artificio y definición de los verbos es increíble. No hay paciencia para haber de decir con diferentes verbos y conjugaciones: yo amo; yo amo á Pedro; yo lo amo; yo me amo; yo la amo; yo le amo; por esto amo; con tal inconsecuencia en las conjugaciones, que aprovecha poco saber conjugar un verbo para poder hacer lo mismo con otro. En cinco meses que ha que estoy aquí, apenas he aprendido cuatro conjugaciones, habiendo sudado y trabajado de noche y de día. Juzgo que los que deben venir acá han de ser mozos santos y hábiles, porque de otra suerte, nunca harán nada. Los gentiles de otras naciones no pueden aprenderla sino cuando niños. El P. Pablo Restivo, que con un mes de estudio en la lengua Guarany pudo ejercitar nuestros misterios en todo el tiempo que ha estado aquí, nunca se ha atrevido á predicar. El P. Juan Bautista Xandra, por haber venido adulto, entiende poquísimo. De los Padres más antiguos que cuentan veinticinco y más años de Misioneros en estas Reducciones, ninguno hay que lo sepa con perfección y dicen que á veces los indios no se entienden entre sí. ¿Qué diré de la pronunciación? De cuatro en cuatro echan de la boca las palabras y nada se entiende, como si no pronunciasen nada. Pondré aquí el alabado y la forma de persignarse, como le cantan todos los días, no como le pronuncian, porque si uno lo lleva escrito en la mano, no los podrá entender una palabra, y no sé como se pueden entender entre sí.»

      La fórmula de hacerse la señal de la santa cruz es de la manera que se sigue:

      «¿Qué le parece á V. R.? ¡Extraña cosa por cierto! He escrito aquí estas palabras para que V. R. me tenga compasión y ruegue á Nuestro Señor me conceda alguna cosa del don de lenguas. Es verdad que tiene una cosa de bueno esta gente, que aunque uno pronuncie mal y hable peor, luego al punto le entienden.»

      Esta es la carta de aquel misionero y esta es la dificultad más ardua, pero la más necesaria de vencer en quien emprende el oficio de la predicación apostólica de esta provincia.

      Y á la verdad, lo que más espanta y detiene el celo de operarios muy fervorosos, es tanta diversidad de lenguas, pues á cada paso se encuentran en estos pueblos una ranchería de cien familias, á lo más, que tiene lenguaje muy diverso de los otros del contorno, causa de que sean tantas las lenguas, que parece increíble. Más de ciento cincuenta lenguas y más diferentes entre sí que la española y la francesa, hallaron los PP. Cristóbal de Acuña y Andrés de Artieda en las naciones que pueblan las riberas del Marañón, cuando por orden de Felipe IV entraron á reconocer aquellas provincias; en quince lenguas, si mal no me acuerdo, se habla en las misiones de los Moxos, siendo así que no llegan los convertidos á treinta mil; y en estas nuestras Reducciones de Chiquitos hay neófitos de tres y cuatro lenguas. Con todo esto, para quitar este impedimento á la santa fe, se ha procurado que todos los indios aprendan la lengua de los Chiquitos, lo cual no se podrá hacer en adelante, porque si las naciones en cuya conversión se trabaja ahora, pasan del número de tres ó cuatro mil almas, será necesario hacer otra nueva Reducción y nos veremos obligados á acomodarnos á su lengua, para lo cual habrán los Misioneros de estudiar precisamente la lengua de los Mototocos, que usan los Zamucos, y la de los Guarayos que hablan en Guarany, fuera de la lengua de los Chiquitos.

      CAPÍTULO III

Descubren los españoles la nación de los Chiquitos y destrúyenla, así ellos como los Mamalucos, de quienes se da una sucinta relación

      Nuflo de Chaves, el año de 1557, navegó por orden de Domingo Martínez, gobernador del Paraguay, hacia el origen del río que da nombre á toda la provincia, acompañado de trescientos soldados, con el fin de fabricar un castillo en una isla que estaba junto al afamado lago de los Xarayes, con pretexto de avecindarse más al Perú.

      Entróse tierra adentro del país de los Chiquitos, y caminando cosa de setenta leguas hacia el Poniente, fabricó á la falda de una montaña una población, á quien puso por nombre Santa Cruz de la Sierra. Pero disgustados muchos de los suyos con Nuflo de Chaves por esta causa, se volvieron á su tierra.

      Los que se quedaron en Santa Cruz, con su afabilidad y buen trato ganaron la voluntad y afecto de los paisanos, y dividiéndolos en encomiendas les obligaron á que cada año diesen á los encomenderos algún poco de algodón y algunas vituallas en señal de vasallaje. Mas como el interés no tiene freno, ni gobierno, ni leyes con que regularse, algunos que tenían una insaciable codicia de enriquecer, empezaron á cargar de modo á los nuevos súbditos, que eran insufribles á su pobreza; y no satisfechos con eso, les quitaban los hijos á las madres para servirse de ellos; por lo cual, amotinándose algunos indios, se rescataron y libraron de aquellos maltratamientos, con muerte de sus señores; y de allí á poco fué común el motín en todos los indios, hasta que por orden del virrey del Perú, D. Francisco de Toledo, se mudaron á otra parte los españoles, fabricando la ciudad de San Lorenzo, cabeza de la provincia de Santa Cruz, cincuenta leguas más al Occidente.

      Los pueblos Penoquís y otros confinantes no quisieron desamparar el nativo suelo, y con la antigua libertad se volvieron á los ritos bárbaros y gentílicos. No obstante el mandato del Rey, no fué obedecido de todos los españoles, porque algunos se fueron entre los Moxos, doscientas leguas distante de San Lorenzo, y embarcándose en una pequeña embarcación en el río Mamoré, entraron por la boca del río Marañón en el Oceano, y con no poca ventura, llegaron á Europa; otros se quedaron en los Chiquitos, y al pie de una montaña fabricaron un pueblecillo á quien llamaron San Francisco, junto al cual está hoy fundada la Reducción de San Francisco Xavier.

      El tiempo que aquí vivieron fundaron algunas encomiendas de Quicmes Paraníes y de Suberecas, las cuales se vieron precisados á dejar, cuando abandonado también aquel lugar, se retiraron á tomar casa en San Lorenzo. Sólo algunos Quicmes y Paraníes se fueron con ellos y fundaron en Cotocá, tierra poco distante de aquella ciudad, y hoy están debajo del cuidado y gobierno espiritual de nuestra provincia del Perú.

      Poco después de esta mudanza, deseosos los bárbaros de tener algunas herramientas, pasando el Guapay se ponían en celada escondidos en las matas, y aguardando la ocasión de la noche, asaltaban los villajes á los españoles, robando cuantos más cuchillos, hachas, azadones y otros pedazos de hierro podían, sin causar otro daño; pero como creciendo la codicia en los bárbaros creciese también la audacia, se atrevieron á coger á los campesinos, y matarlos á su salvo.

      Espiaron los vecinos quiénes eran los que hacían el daño, y advirtiendo que eran los Chiquitos, quisieron volver sobre ellos los daños recibidos, pero muy á su costa, porque dos veces volvieron con la peor parte y se vieron constreñidos á retirarse, perdiendo el crédito y la honra.

      Heridos altamente los españoles en lo más vivo de la reputación, sentidos de que osasen los bárbaros manchar la gloria y nombre que á costa de tantos sudores y tanta sangre habían ganado entre todas las naciones, no haciendo ya caso del daño recibido en sus haciendas, sino sólo de la pérdida de la honra, poniendo en armas un trozo de gente, más respetable por su valor que por su número, presentaron batalla á los enemigos, los cuales divididos unos de otros, á los primeros mosquetazos fueron desbaratados, quedando muchos de ellos prisioneros de guerra.

      Perdieron con este género de armas su nativo coraje los Chiquitos; y para defenderse en lo venidero del enojo armado de los vencedores, derramados y divididos, se huyeron á las selvas, apartándose á lo más retirado y espeso de los bosques; con todo eso, aun aquí les dieron caza los españoles muchas veces para vengar su afrenta, que tenían muy fija en el corazón, haciendo esclavos para su uso muchas cuadrillas de ellos; hasta que abatida con tantos golpes la altivez de los Chiquitos, vinieron el año de 1690 mensajeros de parte de los Pacarás, Zumiquies, Cozos y Piñocas á San Lorenzo, en nombre de sus caciques, á pedir СКАЧАТЬ