Relacion historial de las misiones de indios chiquitos que en el Paraguay tienen los padres de la Compañía de Jesús. Fernández Juan Patricio
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СКАЧАТЬ sido muertos con crueldad igual á su fiereza.

      Pero como Nuestro Señor, con estas desgracias, no quería de su siervo otra cosa sino las primeras pruebas y noviciado de una vida apostólica, hizo desvanecer en breve aquellos temores y hubo luego aviso de que los PP. Zea y Centeno habían llegado á salvamento en el pueblo de la Presentación, y de que los Tobas se habían retirado á sus tierras, con lo cual pudo seguramente pasar á Tariquea para disponer más apriesa los ánimos de la gente para abrazar la santa fé.

      Aquí fué recibido y hospedado con mucho amor y benevolencia del señor del lugar, quien entendida la causa de su ida, mandó luego echar bando por todas las Rancherías del contorno, que se juntasen día señalado todos los caciques á Concejo, para resolver el negocio de su conversión; y se ejecutó así el día último de Julio, consagrado á nuestro gran Padre y Patriarca San Ignacio.

      Y porque será del gusto de los lectores saber las ceremonias y modo de que usaron en su Asamblea, daré de ellos una breve y sucinta noticia.

      Entrados á parlamento en lo más oscuro de la noche, dieron principio á la función con una sinfonía de flautas y pífanos, y cantando y bailando al son de ellos discurrían sobre el negocio, concluyendo cada baile que duraba tres ó cuatro credos con brindis.

      Al rayar el alba, aunque hacía viento muy frío que helaba, por ser aquí este mes el corazón del invierno, se fueron todos á bañar al río; y para hacer más alegre la fiesta, adornaron sus cabezas con hermosos penachos afeitándose el rostro con colores muy feos, imaginando crecían en belleza y hermosura, cuando parecían otros tantos diablos.

      Habiendo ya esclarecido el día, tomaron un desayuno para cobrar aliento y brío para proseguir su acuerdo en la forma que antes. ¿Quién creía, ó por mejor decir, quién se atrevía á esperar resolución nada favorable en un Concejo semejante? Pero no obstante eso, determinaron de común consentimiento admitir en sus tierras á Cristo y á su ley santísima, y enviaron á dar aviso de su resolución al P. Arce, quien debajo de una enramada estaba encomendando á Nuestro Señor con fervor este negocio; pero le pusieron tres condiciones: La primera, que la Reducción se fundase en aquel paraje. La segunda, que no fuesen obligados á desterrarse de sus tierras los que quisieren vivir en el gentilismo, ó mantener muchas mujeres para su uso; y la tercera finalmente, que sus hijos no fuesen destinados al servicio de la Iglesia.

      Aceptó el santo varón el partido, esperando que el tiempo, y mucho más la sangre de Jesucristo les ablandaría los corazones y darían aquellos frutos de bendición que su celo y sus fatigas les prometían; ni eran mal fundadas sus esperanzas porque Taricú, principalísimo, en nombre de todos, le dió las gracias de querer emplearse en provecho de sus almas; y las dió también á Nuestro Señor porque se había dignado de enviarles quien sin ningún interés suyo les enseñase el camino del cielo. Y porque todo esto sucedió, como dije, en el día consagrado á N. P. S. Ignacio, puso el P. Arce la Reducción debajo de su patrocinio.

      Mientras que las cosas corren aquí con algún viento favorable, me es preciso dar una sucinta relación de la provincia de los Chiquitos, en que al mismo tiempo se fundó, aunque con fin más feliz, una nueva cristiandad, y será el blanco principal de esta mi Relación.

      CAPÍTULO II

Situación de la provincia de Chiquitos, costumbres y calidades de los naturales

      La provincia, á quien vulgarmente llamamos de los Chiquitos, es un espacio de tierra de doscientas leguas de largo y ciento de ancho; por el Poniente mira á Santa Cruz de la Sierra, y algo más lejos á las misiones de los Moxos, que pertenecen á nuestra provincia del Perú. Por Levante baja hasta el famoso lago de los Xarayes, á quien con razón llamaron el mar Dulce los primeros conquistadores, por su amplitud y grandeza. Por la Tramontana la cierra una gran cadena de montes bien larga, que corriendo de la parte de Levante á Poniente, remata en este lago. Por el Mediodía mira al Chaco y á un gran lago, ó por mejor decir, golfo del río Paraguay, que forma aquí una bellísima ensenada, cuyas riberas están pobladas de gran multitud de árboles y se llamó desde sus principios este seno ó ensenada el puerto de los Itatines.

      Bañan á esta provincia de Chiquitos dos ríos: uno el Guapay, que naciendo en las montañas de Chuquisaca baja por una llanura abierta por junto á un pueblo de los Chiriguanás llamado Abapó, y corriendo hacia Oriente, ciñe á lo largo en forma de media luna, á Santa Cruz de la Sierra; y tirando de aquí entre Septentrión y Poniente, riega y baña las llanuras que están á la falda por ambas partes; y finalmente desagua en la laguna Mamoré, en cuya costa están fundados algunos pueblos, ya cristianos, de los Moxos. El otro, el Aperé ó San Miguel, que nace en los Alpes del Perú, y atravesando por los Chiriguanás (en cuyas tierras muda su nombre en el de Parapity), se pierde finalmente en unos bosques muy espesos, por las muchas vueltas que da hasta cerca de Santa Cruz la Vieja, donde los años pasados se fundó la Reducción de San Joseph, y girando entre Septentrión y Poniente, baña las Reducciones de San Francisco Xavier y de la Concepción, desde donde tira derechamente á Mediodía; y recibiendo en su madre muchos arroyos del contorno, pasa por las Reducciones de Baurés, que pertenecen á las misiones de los Moxos, y de aquí va á desaguar en el Mamoré, y este en el gran río Marañón ó de las Amazonas.

      El país, por la mayor parte es montuoso y poblado de espesísimos bosques, muy abundantes de miel y de cera por la gran multitud de abejas de varias especies, entre las cuales hay una casta que llaman Opemús, la más semejante á las de Europa, cuya miel es odorífera y fragante, y blanquísima su cera, aunque algo blanda. Abundan también de muchos monos, gallos, tortugas, antas, ciervos, cabras monteses y también de culebras y víboras de extraños venenos, porque hay algunas que luego que muerden se hinchan los cuerpos de los pacientes y destilan sangre por todos sus miembros, ojos, oídos, boca, narices y aun de las uñas; pero el doliente, como echa por tantas partes aquel pestilente humor, no muere. Otras hay cuyo veneno (aunque hayan mordido en la punta del pie) se sube al punto á la cabeza, quitando las fuerzas y privando del juicio, y de aquí extendiéndose por dentro de las venas mata irremediablemente, causando delirio, y hasta ahora no se les ha podido encontrar eficaz remedio.

      El terruño de suyo es seco, pero en tiempo de lluvias, que duran desde Diciembre hasta Mayo, se anega tan disformemente la campaña, que se cierra el comercio y se forman muchos ríos y grandes lagunas, que abundan de muchos géneros de pescado, los cuales pescan con cierta pasta amarga con que atontados salen á la superficie del agua.

      Pasado el invierno se secan luego los llanos y para sembrar es menester desmontar con gran trabajo los bosques y cultivar las colinas y cumbres de los montes que rinden muy bien el maíz ó trigo de las Indias, arroz, algodón, azúcar, tabaco y otros frutos propios del país, como plátanos, piñas, maní, zapallos (que es una especie de calabazas, mejores y más sabrosas que las de Europa); el grano, empero, y la vita, no se puede coger en estas tierras.

      El clima es cálido y destemplado, causa de muchos accidentes apopléticos y frecuentes contagios que suelen hacer gran riza en los naturales, porque estos bárbaros no saben aplicar sino dos remedios. El primero es chupar los cuerpos enfermos, oficio propio de sus caciques y capitanes, que en su idioma llaman Iriabós, los cuales con este oficio se hacen mucho lugar entre los naturales, con harta ganancia, porque en vez de guisar la gallina y las otras viandas más exquisitas para el enfermo, se lo come todo el chupador, y al enfermo no le dan sino la ordinaria vianda de un puñado de maíz bien mal cocido; y si no lo quieren comer, no les da mucho cuidado, contentos con la respuesta del enfermo: ¿cómo he de comer si no tengo gana? Por lo cual tengo para mí que los más mueren de necesidad más que de enfermedades, de la cual no dan otra relación al sobredicho médico que mostrarle la parte dolorida y decirle por dónde han andado los días antecedentes: de aquí pasa este á examinar si el enfermo ha derramado la chicha (bebida algo semejante á la cerveza) si ha echado á los perros algún pedazo de carne de tortuga, ciervo ó de otro viviente; y si le halla reo de este delito, dice que el alma de estos animales, para vengar su injuria se le ha entrado en СКАЧАТЬ