Maestros de la música. Nadia Koval
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СКАЧАТЬ en Pisa de la Aida de Verdi fue una auténtica revelación para Puccini. Bajo su influencia, decidió dedicar todos sus esfuerzos a la composición operística, aunque ello implicara abandonar la tradición familiar. Sus años de estudio en el Conservatorio de Milán le confirmaron esta decisión. Amilcare Ponchielli, su maestro, lo animó a componer su primera obra para la escena: Le villi, ópera de un acto estrenada en 1884 con un éxito más que apreciable. El verdadero éxito se lo trajo la inauguración de su tercera ópera, Manon Lescaut (1893). Cuentan que en el día del estreno el entusiasmado público aplaudía y gritaba tanto que el telón se levantó 50 veces. Puccini iba encontrando su propia voz y su trabajo posterior, La bohème (1896), confirmó su creciente triunfo. Durante la composición de La bohème se formó un cierto círculo de amigos alrededor del compositor que se llamaba «El Club de la Bohème». Puccini se reunía con sus compañeros por las tardes en una cabaña en el bosque y bajo la luz de la lámpara de kerosén, jugaban a las cartas o contaban historias cómicas. Allí había un piano y el dueño a menudo interpretaba algunas partes de su nueva obra y escuchaba los consejos de sus invitados. Todo iba muy bien hasta que un día empezó la temporada de caza. Siendo un cazador apasionado, Puccini desaparecía desde la mañana de la casa para ir a cazar a un lago cercano. Su esposa y el editor de la futura obra estaban preocupados porque el trabajo quedaba sin avance. Para protegerse de los reproches de estos dos, un día invitó a un joven pianista que en sus horas de ausencia tocaba en su cuarto los fragmentos de La bohème para demostrar a todos que el trabajo seguía adelante.

      En 1900 vio la luz la ópera más dramática de su catálogo, Tosca, y cuatro años más tarde la exótica Madama Butterfly. En estas obras la tradición vocal italiana se integraba en un discurso musical fluido y continuo en el que se diluían las diferencias entre los distintos números de la partitura, al mismo tiempo que se hacía uso discreto de algunos temas repetidos a la manera wagneriana. Sin embargo, a pesar de su éxito tras Madama Butterfly, Puccini se vio impulsado a renovar su lenguaje musical. Con La fanciulla del West inició esta nueva etapa, caracterizada por asignar mayor importancia a la orquesta y por abrirse a armonías nuevas que revelaban el interés del compositor por la música de Debussy y Schönberg.

      Puccini fue un hombre de una notable presencia. Sus galantes modales, su orgullosamente levantada cabeza, sus lindos ojos, su ondulado pelo y sus elegantes bigotes no dejaban indiferente a ninguna mujer. En el año 2008 Paolo Benvenuti realizó la película Puccini e la fanciulla, que cuenta las aventuras amorosas del compositor. Sin embargo, la nieta de Puccini, Simonetta, estaba muy indignada por el hecho de que dudosas historias como esta salían a las pantallas del cine. Ella preferiría recordar otras cosas sobre su abuelo; por ejemplo, algunas anécdotas que comprueban su buen sentido del humor:

      Una vez, sentado en la butaca del teatro, dijo al oído de su amigo:

      – El cantante principal es increíblemente malo. ¡Nunca en mi vida escuché algo más espantoso!

      – Entonces, mejor volvemos a casa – le ofreció el amigo.

      – ¡De ninguna manera! Conozco bien esta ópera: en el tercer acto la heroína debe matarlo. ¡Tengo que esperar a que llegue ese momento feliz!

      Conmemorando los 150 años del nacimiento de Giacomo Puccini los músicos de todo el mundo una y otra vez se dirigen a las inolvidables obras del maestro. Hasta los famosos cineastas como Woody Allen, por ejemplo, hacen sus contribuciones al acontecimiento. Él estrenó su montaje de Gianni Schicchi, una de las tres óperas breves que conforman Il Trittico de Puccini. Un joven compositor chino, Hao Weija, hizo su versión del final de la ópera Turandot. Este hecho una vez más nos demuestra un gran amor popular hacia la música del genial Giacomo Puccini.

      Revista QUID N° 19, diciembre 2008

      RACHMANINOV. en el Teatro Colón

      Sergei Rachmaninov (1873—1943)

      En el 2013 se cumplieron los 140 años del nacimiento y los 70 años de la muerte de Sergei Rachmaninov. El Teatro Colón celebrará estos eventos con el estreno en Argentina de dos óperas del compositor.

      Cuando se habla de la obra de Rachmaninov, en primer lugar se recuerdan los Conciertos para piano, pero rara vez se menciona la existencia de las óperas. El compositor compuso tres óperas en su totalidad. Dos de ellas, Aleko y Francesca da Rimini, serán presentadas en el mes de mayo en el Teatro Colón.

      Rachmaninov compuso Aleko a los 19 años. Este fue su trabajo de graduación en el Conservatorio Estatal, donde estudiaba composición. El libreto de la ópera, que se basa en el poema de Aleksandr Pushkin Los gitanos, pertenece a Vladimir Nemirovich-Danchenko, el fundador del Teatro Artístico de Moscú. Es sorprendente que la composición de la obra le llevó al autor solamente 17 días. Los profesores del comité examinador calificaron a Aleko con la nota más alta, agregándole un signo «más». La obra atrajo la atención de Piotr Ilyich Tchaikovski, quien participó activamente en su futura producción. Uno de los destacados intérpretes del Aleko fue el flamante bajo ruso Fiódor Chaliapin, amigo de Rachmaninov.

      En el otoño de 1904, ocho años después de su graduación, Rachmaninov fue nombrado director artístico del Teatro Bolshoi. Esta actividad duró dos temporadas y coincidió con la composición de otras dos óperas del compositor: El caballero Avaro y Francesca da Rimini. El libreto de la última fue escrito por Modest Tchaikovski, el hermano del gran compositor, y encarna la historia de amor narrada por Dante en la Divina Comedia. El estreno de Francesca tuvo lugar en enero de 1906, y fue dirigida por Rachmaninov mismo.

      La idea de presentar las óperas de Rachmaninov en el Teatro Colón pertenece a Ira Levin, músico de Chicago, reconocido por su versatilidad como director de repertorios sinfónicos y operísticos. Ira Levin comentó durante nuestro encuentro: «Es muy valorable que el Teatro Colón esté dispuesto a ofrecerle al público los tesoros del género operístico que no son muy difundidos. Este año interpretaremos a Rachmaninov; para el próximo estamos pensando en El Ángel de fuego de Sergei Prokofiev. Cuando me preguntan en qué radica mi atracción por la música rusa, contesto que es algo genético, tal vez, ya que mis abuelos provienen de Rusia. Estoy seguro de que el público disfrutará mucho de las óperas de Rachmaninov. A pesar de que Aleko es una obra temprana del compositor y en ella uno puede sentir las influencias de Músorgsky y Tchaikovski, se puede percibir la originalidad de las características musicales propias de Rachmaninov, que descubren su increíble don romántico. La música de Francesca es un ejemplo de la complejidad sinfónica que requiere de los músicos una entrega particular para transmitir el dramatismo de la ópera».

      Ira Levin también le propuso al directorio del Teatro Colón invitar a cantantes rusos para realizar los papeles principales. Entre ellos se encuentran el barítono Sergei Leiferkus, la soprano Irina Oknina, el tenor Leonid Zakhozhaev y el bajo Maxim Kuzmin-Karavaev.

      Sergei Leiferkus, una legenda viva de la ópera, cantante principal del Teatro Mariinski y el Covent Garden, cuenta: «Como se sabe, la ópera nació en Italia y hasta hoy la ópera italiana sigue siendo la favorita. A su vez, la ópera rusa fue por mucho tiempo desconocida por el público fuera de Rusia por ser cantada en un idioma ajeno al oído. De ahí proviene un lamentable desconocimiento de los grandes cantantes rusos. Me acuerdo que cuando Plácido Domingo estaba trabajando sobre el papel de Hermann de La Dama de picas de Tchaikovski, yo le había regalado una grabación cantada por rusos. Luego de escucharla, se quedó maravillado por el canto del tenor soviético Zurab Andjaparidze: «¿¡Cómo puede ser que el mundo no conozca a grandes solistas como él!?». Espero que las presentes funciones de las óperas de Rachmaninov despierten un mayor interés СКАЧАТЬ