Maestros de la música. Nadia Koval
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СКАЧАТЬ En 1700 Händel regresó de Italia y se convirtió en director de orquesta de la corte de Hanóver.

      Su necesidad de componer era tan intensa que lo obligaba a llevar una vida casi ascética. No permitía que lo distrajesen con visitas insignificantes. Su cabeza no terminaba de trabajar durante todo el día con la música y no le interesaba lo que pasaba a su alrededor. Tenía la costumbre de hablar consigo mismo en voz alta, por eso los que se encontraban cerca podían conocer sus pensamientos perfectamente. La exaltación en los momentos de creación musical muchas veces lo hacía llorar. El criado, que por las mañanas le traía una taza de chocolate caliente, observaba a menudo a su amo escribiendo y dejando caer sus lágrimas sobre los pentagramas.

      En el año 1711 se estrena su obra Rinaldo en Londres con un considerable éxito. En vista de ello, Händel decide establecerse en Inglaterra. Allí recibe el encargo de crear un teatro real de la ópera. Desde 1720 y hasta su muerte, siendo la persona principal de la Royal Academy of Music, sintió la importancia de reformar los gustos del público ingles. Pero él nunca tenía las posibilidades de Jean Baptiste Lully, que fue el monarca absoluto de la música francesa de la misma época. Händel vivía en un país donde a los extranjeros se los trataba con bastante antipatía. En 1733 los medios y la nobleza de Londres armaron una campaña dirigida a obligar al compositor a volver a Alemania. La persecución traía consigo actitudes absolutamente deshonestas: por órdenes de la alta sociedad los chicos de la calle arrancaban los afiches con los anuncios de sus conciertos. Las damas organizaban el té en sus casas y los caballeros asistían a la ópera italiana cuando Händel daba sus oratorios. Era muy probable que el compositor haya dejado Inglaterra si no hubiera encontrado una inesperada simpatía hacia él en Irlanda, a donde se fue por un año.

      La confrontación, que no cesó durante mucho tiempo, llevó a Händel a una destrucción moral y física. Por esta causa, entre los años 1735 y 1745, el músico tuvo dos fuertes crisis de salud. Sólo gracias a su fe pudo recuperarse y volver a trabajar. En 1746 le pasó algo parecido a lo de Beethoven cuando éste compuso la Batalla de Vitoria para la Alemania levantada contra Napoleón. Después de sus oratorios patrióticos Occasional y Judas Maccabaeus, Händel se convirtió de repente en un héroe nacional. A pesar de todo, en su lucha, nunca había llegado a ser servicial y jamás había bajado la cabeza ante la aristocracia de Londres. Sólo una ópera fue compuesta con dedicación. Se llamaba Radamisto, y le fue ofrendada al rey Jorge II. En otras oportunidades rechazaba la costumbre de brindar obras a las personas importantes con el propósito de encontrar su protección.

      Durante toda su vida Händel fue soltero. Algunos se lo atribuían a la falta de sociabilidad y otros a la fuerte necesidad de independencia para dedicarse solo al trabajo. No obstante, uno de los más destacados rasgos de su carácter fue su ardiente benevolencia. Su generosidad se volcaba no sólo en los seres queridos, sino también en las dos instituciones que él quería con todo su corazón, la «Sociedad de ayuda a los músicos pobres» y la «Ayuda a los niños».

      El 21 de enero de 1751, mientras compone el oratorio Jephta, Händel pierde la vista. Si alguien desea penetrar en el heroico espíritu del compositor y a su fundamento moral, tiene que escuchar el último coro de la segunda parte de esta obra. La pérdida de la vista lo aparta casi completamente de la composición y de la sociedad. A comienzos de abril de 1759 Händel estaba dirigiendo su oratorio El Mesías. De repente se sintió mal. Terminado el concierto, se desmayó y fue llevado rápidamente a su casa. Nunca más volvió a levantarse de la cama. Su último deseo fue morir un Viernes Santo y esto estuvo a punto de cumplirse: falleció el 14 de abril de 1759, Sábado Santo. Fue sepultado con los honores debidos en la Abadía de Westminster, panteón de los hombres más célebres de Inglaterra. Su invaluable legajo musical, que contiene 32 oratorios, 40 óperas, 110 cantatas, 20 conciertos, fugas, suites y numerosas piezas musicales, sigue siendo el gran tesoro de la humanidad.

      Revista QUID N° 23, agosto 2009

      FRANZ LEHÁR. el padre de la comedia musical

      Franz Lehár (1870—1948)

      No toda la música clásica es triste y seria, como suponen algunos. Basta hacer mención a la opereta, el género que desde el principio del siglo pasado ha ganado millones de corazones de espectadores. A pesar de que en los últimos años se vio reemplazada por la comedia musical, nunca se olvidará el hecho de que en su tiempo la opereta La viuda alegre fue tan popular como el musical Cats de Andrew Lloyd Webber. La viuda alegre fue destinada a convertir el recién nacido género de la opereta en un objeto de popularidad masiva. Tres años y medio después de su estreno en el año 1905, esta opereta tuvo más de 18.000 presentaciones en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Esta obra le pertenecía a Franz Lehár, nacido el 30 de abril de 1870 en Komárno, Imperio austrohúngaro (actualmente Eslovaquia). Era el hijo mayor del director de una orquesta militar. Estudió violín y composición en el Conservatorio de Praga, pero luego siguió los pasos de su padre: dirigía y componía música para bandas militares. Sus primeras composiciones fueron dedicadas a la ópera, pero como no obtuvieron mucho éxito, Lehár decidió probar suerte en un género «ligero», la opereta. No obstante, los que visitaban la casa del maestro siempre advertían que sobre el piano se encontraban partituras de música «seria», incluyendo las óperas Salomé y Elektra de Richard Strauss. No se sabe si Lehár estuvo muy satisfecho en dedicar su trabajo sólo a la opereta. Su éxito financiero fue verdaderamente grande. Pudo comprar una lujosa villa, la cual de acuerdo a su voluntad después de su muerte se convirtió en el Museo de Franz Lehár. Experimentó todos los placeres de la vida, incluyendo la compañía de hermosas mujeres. Durante veinte años esperó a que su amante enviudara (todo este tiempo, habían alquilado apartamentos uno al lado del otro). Cuando lo deseado finalmente se había concretado, Franz y Sofia se casaron.

      Los libretos de sus operetas a menudo eran algo tediosos y sentimentales. Dicen que una vez cuando le hicieron un escándalo por esto al compositor, él compró en Viena todas las copias del periódico con el artículo en cuestión. A pesar de esto, su música siempre recibía muchos elogios por su excelencia en la variedad de estilos y melodías, como así también por la sofisticada orquestación. Lehár siempre trataba de ampliar la temática de la opereta. Algunos de los héroes de sus creaciones tardías son figuras históricas, como por ejemplo Goethe en Friederike, Paganini de la opereta con el mismo nombre, el hijo de Pedro el Grande en El Príncipe (Der Zarewitsch) y el personaje ficticio exótico, el diplomático chino Sou-Chong de El País de las sonrisas (Das Land des Lächelns).

      La opereta, como cualquier show musical, contiene una amplia variedad de melodías de baile (románticas o folklóricas), ensambles, escenas cómicas y memorables canciones de amor. Lehár y sus libretistas denominaban a tales canciones «números de Tauber», por el nombre de su tenor preferido, el ídolo del público vienés, Richard Tauber. En contraste con la ópera, en la opereta los artistas intercalan su canto con el diálogo. Además, su estructura es bastante episódica, por eso cada canción que le gustaba al público podía ser repetida varias veces. Luego, estas canciones, convirtiéndose en un éxito, seguían su rumbo fuera del teatro, y sonaban en los cafés y en las calles. Franz Lehár fue un compositor prolífico, compuso más de 25 operetas y siguió revisándolas constantemente, convirtiendo a aquellas que no habían tenido buenas recepciones durante el estreno en espectáculos con éxito. El compositor viajaba constantemente de Alemania al Reino Unido y viceversa, coordinando sus nuevas producciones y a menudo dirigiendo sus propias obras. Después de Giuditta (1934), Lehár dejó de componer y se dedicó a la publicación de música y a la organización de su editorial Glocken-Verlag.

      Lehár era una persona alegre, le gustaba estar entre colegas e invitarlos a su casa. Una vez, un joven compositor, que tenía una cierta tendencia al plagio, compartía СКАЧАТЬ