Un matrimonio por Escocia. Edith Anne Stewart
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Название: Un matrimonio por Escocia

Автор: Edith Anne Stewart

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

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isbn: 9788418616594

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СКАЧАТЬ creer que fue por el bienestar de su clan —resumió William expresando su opinión personal en ese asunto.

      —Ahí es donde entráis tú y la hija de Archibald Murray —señaló Malcom.

      —Y la propiedad del castillo de Stirling. No lo olvides. Será la dote del propio rey Bruce a la pareja —aseguró Angus—. Por cierto, ¿qué sabes de ella?

      William frunció los labios y encogió los hombros.

      —No me importa quién sea, ni como sea. Solo tengo que cumplir mi parte del trato y ya está.

      —Sí, viviendo en un castillo tampoco es necesario que os veáis —apuntó Angus convencido de que su amigo se comportaría de esa manera.

      —Ella tendrá su propio servicio de damas. Podrás hacer lo que le plazca. No me interesa —insistió sacudiendo la mano para dejar claro que no le importaba lo más mínimo lo que ella pudiera hacer.

      —Pero admite que tendrá que engendrar un heredero —le avisó Malcom con toda intención.

      William gruñó.

      —Sí, bueno. Es su deber. No hace falta que nadie se lo diga.

      —¿Y si es una vieja solterona? Ya me entiendes… Una mujer entrada en años a la que su padre no ha conseguido casar —La risa de Angus enervó, más todavía, el ánimo de Malcom.

      —He dado mi palabra. Si conseguimos que los Murray se unan a las huestes del rey, y con ello liberemos Escocia del yugo inglés, bienvenida sea —William apuró de un trago su bebida sin hacer más caso a sus dos amigos. Apretó los dientes con rabia pensando en que además de haber aceptado el compromiso, su prometida no fuera nada agraciada. Si al menos fuera una muchacha joven y atractiva… se dijo en un intento por animar un poco.

      —Te aconsejaría que te desfogaras antes de ir a las tierras de los Murray a conocer a tu futura esposa —le jaleó Angus entre risas.

      Pero William no dijo ni una palabra más. Se limitó a mirar a los dos y sacudió la cabeza sin entenderlos.

      —Me gustaría veros en mi situación. Estoy seguro de que no os estarías riendo.

      Decidió que lo mejor era alejarse de aquellos dos y estar a solas. No solo no se trataba de tener una esposa sino de que esta le diera un hijo que siguiera con el apellido Douglas. Pero eso a él no le importaba en ese momento. Ya se preocuparía cuando llegara. Por lo pronto, solo quería entrar en batalla y que volvieran a ser una nación libre que tomara sus propias decisiones. Había sido educado para pelear, para ser algún día el señor del clan Douglas y procurar que todos lo respetaran. Desde que comenzó la guerra contra Inglaterra, no había pasado ni un solo día sin combatir al lado de su padre, conduciendo a su clan junto a otros tantos a la batalla. Y aún después de muerto Wallace había seguido combatiendo para liberar los castillos escoceses en manos de los señores feudales ingleses. Y lo haría hasta el final porque era su cometido. No había cabida para el amor cuando había visto su país sometido y desangrado por Eduardo de Inglaterra.

      ***

      La comitiva hacia las tierras de los Murray partió de la capital dos días después de que William se hubiera comprometido a acatar la orden del rey. Les llevaría unas jornadas llegar a las tierras de los Murray, las cuales quedaban cerca del propio castillo de Stirling. Lo que le dejaba algo de tiempo para pensar en lo que le diría a su prometida. Le sonaba extraño pensar en una mujer de esa manera. No había considerado la idea de casarse hasta que la guerra no hubiera concluido. Pero los acontecimientos se habían precipitado y no tenía otra opción. De repente se veía comprometido con una mujer a la que no había visto. A raíz de este comentario, recordó las palabras de su amigo Angus sobre si esta sería una vieja solterona a la que su padre no había conseguido encontrar un marido. Sacudió la cabeza desechando esa idea mientras cabalgaba con el ceño fruncido, la mirada gacha y las manos cerradas con fuerza en torno a las riendas. Su padre no pasó por alto estos gestos y sonrió porque intuía lo que le sucedía a si hijo.

      —¿Estás nervioso por conocer a tu futura esposa?

      —¿Eh? ¿Cómo dices? —William desvió la atención hacia su padre.

      —Te preguntaba si estás nervioso ante el compromiso que has adquirido con el rey Robert.

      William inspiró primero y soltó el aire a continuación.

      —No lo sé. No tengo ni idea. Nunca lo he hecho antes.

      —Es normal. Nunca has mostrado interés por una mujer. Luego, no puedes saber lo que te espera. Si tu madre te viera…—dijo el viejo Douglas con cierta resignación o melancolía porque ella ya no estaba en este mundo. Y él solo deseaba ir con ella, pero no parecía que su hora hubiera llegado todavía.

      —¿Y si ella no acepta?

      —Lo hará. Respetará la palabra de su padre o bien será él en nombre de su hija quien lo acate. El castillo de Stirling es toda una tentación para cualquier jefe de un clan. Y el Murray no es diferente a los demás. Tenlo por seguro. De todas formas, de ti dependerá en gran medida que ella te acepte —le advirtió mirando a su hijo de pies a cabeza como si estuviera comprobando si ella lo haría al verlo.

      —¿Yo? Solo puedo hablarle de la situación real a la que nos enfrentamos. Su colaboración es necesaria. No pretenderás que la seduzca… Porque no creas que tengo mucha experiencia.

      —Pues te aconsejo que la encuentres y la pongas en práctica. Lo que sea para que ella no se oponga. Deberías tratar de seducirla y comportarte con ella como si en verdad te sintieras atraído e interesado por ella. No es una de esas mujeres que sueles frecuentas cuando estás por ahí con Angus y Malcom. Te lo advierto.

      —Ya me hago a una idea de la clase de mujer que puede ser. Y de lo que tengo y no tengo que hacer. Haré todo lo que esté en mis manos para convencerla —le aseguró a su padre desechando la idea de que ella fuera una vieja solterona. Según las palabras de su padre, si ella no aceptaba su padre podría hacerlo y entregársela. No parecía que fuera a tener otra opción que aceptarla de todas, todas.

      —Eso espero.

      William lanzó una última mirada a su padre para dejarle claro que sabía lo que hacía en todo momento; o al menos eso creía él.

      ***

      Archibald Murray no podía creer lo que le contaba su hombre de confianza. Y no lo hizo hasta que él mismo abandonó su casa y salió a comprobarlo. Robert Bruce marchaba al frente de una comitiva de hombres entre los que reconoció a James Douglas y al conde de Moray. Dio órdenes de que los hombres estuvieran alerta por lo que pudiera suceder y él mismo se armó con la espada al cinto. Sus más allegados hicieron lo propio poniéndose cotas de malla y corazas de cuero. Se armaron deprisa como si fueran a presentar batalla. El jefe del clan no se fiaba de esa repentina aparición. ¿Qué diablos hacía Bruce lejos de la corte? Sin duda que era una locura y una temeridad por su parte dados los tiempos que corrían.

      William se sentía más nervioso a medida que se acercaban a la casa señorial del clan Murray. O tal vez se tratase de la curiosidad que despertaba en él conocer a la hija del jefe del clan. Iba escrutando los rostros de las mujeres y muchachas en edad de casarse, que iba encontrándose a su paso. Pero era algo absurdo hacerlo puesto que su futura prometida estaría dentro de la casa del clan. De manera que tendría que esperar un poco más para conocerla. Eso СКАЧАТЬ