Un matrimonio por Escocia. Edith Anne Stewart
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Название: Un matrimonio por Escocia

Автор: Edith Anne Stewart

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788418616594

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СКАЧАТЬ señora, entiendo que todo esto os haya causado la misma sorpresa que a mí. Pero…

      —¿Sorpresa a vos? —ironizó ella interrumpiéndolo y contemplándolo con gesto de asombro por aquel comentario—. Vos ya sabíais a lo que veníais. No me vengáis ahora a decir que estáis sorprendido —le rebatió con dureza recorriendo su cuerpo de los pies a la cabeza. Le llevó un tiempo hacerlo dada su estatura y su corpulencia.

      —En ese aspecto tenéis razón. Conocía los planes del rey antes de venir. Fue él en persona quien me los comunicó.

      Ella percibió cierta resignación en su voz. Como si no le hubieran dado otra opción. Y así era en aquellos tiempos. De igual modo que ella debía acatar la voluntad de su padre.

      —¿Por qué no lo rechazasteis? Sois un caballero. Tenéis más poder que yo para hacerlo.

      —No soy un caballero como decís. Mi clan lo perdió todo a manos de los ingleses. Y no puedo rechazar una orden de mi señor, el rey. Entendedlo. De igual modo que vos obedecéis a vuestro padre.

      —Pero, ¿lo habrías hecho de haber podido? —La curiosidad la pudo y no se calló la pregunta que le quemaba la lengua.

      William la vio dar un par de pasos que la acercaron más hasta él. Sin duda debidos al ímpetu y el coraje que derrochaba que a que quisiera acortar la distancia entre ellos. Su mirada brillaba por todo lo que le estaba pasando. Sus manos estaban cerradas en puños como si fuera a golpearlo. Pero lo que le llamó más la atención fue su imagen con el cabello cayendo en ondas sobre sus hombros, se le había soltado con cada uno de sus movimientos y ahora le ocultaba una parte de su rostro. Lo atrapó cuando percibió la fuerza de emanaba de ella.

      Por otro lado, controlaba los movimientos y los gestos de lady Murray, su madre. Y esta parecía advertirle de que tuviera cuidado con su hija. El joven Douglas no parecía ser un peligro para esta, por lo que ella observaba y escuchaba. Más bien intentaba justificar su presencia allí.

      —No tenía intención de buscarme una esposa hasta que Escocia fuera libre. Y eso siempre que encontrara una acorde a mis gustos. Si eso os sirve de consuelo, mi señora.

      —Dejad de referiros a mí de esa manera —le refirió sacudiendo la cabeza—. No soy vuestra señora.

      —Pero si sois mi prometida os guste o no. Vuestro padre ha accedido a entregaros a mí a cambio del castillo de Stirling —le recordó endureciendo el gesto y el tono de su voz, aunque no le gustara.

      —Mi padre… Sí. Él mismo que durante años ha acusado al rey Robert de usurpador al trono por acabar con John Comyn en Greyfriars. Ese ese mi padre que ha cambiado de bando en cuanto le han puesto en bandeja la fortaleza de Stirling. Tarea nada sencilla, por cierto. Lo de reconquistarlo para Escocia. E imagino que vos tomareis parte del asedio.

      —Por supuesto. Y estoy seguro de que no lamentarías que muriera bajo una flecha inglesa —frivolizó él buscando su reacción.

      Tanto lady Margaret como ella palidecieron y se sobresaltaron al escuchar aquellas palabras en boca de él. Y mientras su madre no sabía cómo reaccionar, Bronwyn se acercó un poco más y le dedicó una mirada que bien podría haber acabado con él en el suelo.

      —No soy tan despiadada —el aseguró con orgullo y determinación. Sin perderle la mirada—. Que esté en contra de casarme con vos no significa que os desee la muerte

      —Seríais la señora de Stirling.

      —¿Acaso pensáis que quiero vivir en el castillo? ¿Qué ardo en deseos de ser la señora? —Lo contempló con desaire y sacudió la cabeza—. No sé si a estas alturas os habéis dado cuenta que no soy más que una moneda de cambio. Nada más. Tenedlo en cuenta —sacudió la cabeza y apartó la mirada de él un instante. Su cercanía la turbaba en gran medida.

      —Ambos los somos.

      Ella volvió el rostro cuando lo escuchó y dejó escapar una risita mordaz.

      —Pero en vuestro caso saldréis ganando más. Un castillo, una esposa que os entregue un heredero, honores de caballero. Tal vez incluso el rey os llame a la corte en Edimburgo. De ese modo podéis libraros de mí y tened tantas amantes como gustéis para engendrar bastardos —le objetó con desdén.

      Estaba decidida a plantarle cara y a luchar para no ponerle las cosas fáciles.

      —Eso puedo tenerlo sin una esposa —le aseguró siendo él quien la recorriera con su mirada. Se detuvo en su rostro dándose cuenta de la fina lluvia de pecas que se esparcían por sus sonrosadas mejillas. De la palidez de tu tez, de sus labios entre abiertos por los que respiraba de manera trabajosa. Aquella especie de duelo la alteraba haciéndola más exquisita y deseable a sus ojos.

      —En ese caso, no me necesitáis.

      La vio darle la espalda una vez más y caminar dirigirse hacia su madre. Esta permanecía en silencio, escuchando la conversación entre ellos dos. No había dicho nada hasta ese momento en el que su hija se dirigió a ella. Pero William la había visto gesticular en algún momento de aquella conversación. Él interpretó aquella retirada suya como una pequeña tregua entre ellos y cogió aire antes de seguirle exponiendo su punto de vista de la situación.

      —Lo creáis o no, esta situación me agrada tanto como a vos. Entended que los dos somos peones en esta partida que libran los reyes. Yo estaba a gusto con mi situación personal antes de que Bruce me propusiera un matrimonio.

      Ella volvió el rostro para mirarlo por encima de su hombro.

      —Sin duda que lo estáis después de haberos escuchado decir que no me necesitáis. Tenéis vuestras amantes o sirvientas para satisfaceros; e incluso puede que os den algún que otro bastardo, como os he dicho.

      —Hija, por favor… Él tiene razón después de todo —Bronwyn miró a su madre sin poder creer lo que acababa de escuchar.

      —¿Te pones de su lado? ¿Tú también me traicionas? —Se apartó contemplándola como si no la conociera y su madre se apresuró a explicarle lo que había querido decirle.

      —No, no me pongo de su parte ni apoyo lo que ha hecho tu padre. Pero es verdad que ambos estáis metidos en esto por cuestiones políticas. No lo hagas más complicado.

      Pero la mirada de su hija le dejó claro que le importaba más bien poco lo que él pensara o cómo se sintiera al respecto. Ni que aquello se tratara de una cuestión política. Sonrió burlona y se giró hacia él.

      —Vuestra madre tiene razón. Todo esto es por un solo motivo y es reconquistar Stirling y su castillo. No hay más —le resumió tratando de hacerla razonar sobre cuál era la realidad de todo aquello.

      —En ese caso, entiendo que, dado que esto no es más que una cuestión política y que como bien habéis dicho, no tenéis interés en mí, algo que os agradezco —le comentó sonriendo de manera de manera irónica—. No me tocaréis un pelo.

      William frunció el ceño y apretó los dientes. ¡Maldita fuera! Con gusto le enseñaría un par de cosas aquella joven. ¿Lo estaba provocando? ¿Por qué no se ponía de su lado? Hasta su propia madre lo había comprendido.

      —Decís bien. No os tocaré… Hasta la noche de nuestra boda —le recordó él con una sonrisa taimada—. Y dad gracias СКАЧАТЬ