El bosque. Харлан Кобен
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Название: El bosque

Автор: Харлан Кобен

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788490067819

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СКАЧАТЬ a decir el teletubbie púrpura, pero no recordaba el nombre.

      —Tinky Winky, y también está anticuado. —Se cruzó de brazos y suspiró—. Bueno, ahora que estamos todos en este despacho con decoración tan hetero, ¿podemos dejar marchar a nuestros clientes y acabar de una vez?

      Le miré a los ojos.

      —Lo hicieron, Flair.

      No me lo negó.

      —¿De verdad vas a subir a declarar a esa estríper combinada con prostituta trastornada?

      Iba a defenderla pero él sabía de lo que hablaba.

      —Sí.

      Flair intentó no sonreír.

      —La destruiré —dijo.

      No dije nada.

      La destruiría y yo lo sabía. Y eso era lo que tenía su forma de actuar. Podía seccionar y desmenuzar y seguía cayéndote bien. Yo le había visto hacerlo. Se podría pensar que algunos miembros del jurado serían homófobos y que le odiarían o le temerían. Pero con Flair no funcionaba así. Las mujeres juristas querían ir de compras con él y hablarle de los fallos de sus maridos. Los hombres no le consideraban un peligro y creían que no podía hacerles ningún daño.

      Esto lo convertía en un defensor letal.

      —¿Qué estás buscando? —pregunté.

      Flair sonrió.

      —Estás nervioso, ¿no?

      —Sólo quiero ahorrarle tu acoso a una víctima de violación.

      —¿Moi? —Se llevó una mano al pecho—. Me siento insultado.

      Sólo lo miré. Mientras lo hacía se abrió la puerta. Entró Loren Muse, mi investigadora jefe. Muse tenía mi edad, treinta y tantos, y ya era investigadora de homicidios con mi predecesor, Ed Steinberg.

      Muse se sentó sin decir palabra, ni siquiera un gesto.

      Me volví a mirar a Flair.

      —¿Qué quieres? —volví a preguntar.

      —Para empezar —dijo Flair—, quiero que la señora Chamique Johnson se disculpe por destruir la reputación de dos chicos estupendos.

      Le miré un rato más.

      —Pero nos conformaremos con que se retiren los cargos inmediatamente.

      —Sigue soñando.

      —Cope, Cope, Cope. —Flair meneó la cabeza y emitió ruiditos tranquilizadores con la boca.

      —He dicho que no.

      —Eres encantador cuando te pones macho, pero eso ya lo sabes, ¿no? —Flair miró a Loren Muse. Una expresión afligida cruzó su cara.

      —Cielos, ¿qué llevas puesto?

      Muse se incorporó un poco.

      —¿Qué?

      —Tu ropa. Es como un programa de telerrealidad de la Fox. Cuando las policías se visten ellas mismas. Por Dios. Y esos zapatos...

      —Son prácticos —dijo Muse.

      —Cariño, regla de moda número uno: Las palabras «zapatos» y «prácticos» nunca deben encontrarse en la misma frase. —Sin parpadear, Flair se volvió hacia mí—: Nuestros clientes se declaran culpables de falta y salen libres con la condicional.

      —No.

      —¿Puedo decirte dos palabras?

      —Esas dos palabras no serán «zapatos» y «prácticos», ¿verdad?

      —No, algo bastante más calamitoso para ti, me temo: Cal y Jim.

      Calló. Miré a Muse. Ella se agitó en la silla.

      —Esos dos nombrecitos —siguió Flair con un tonillo en la voz—, Cal y Jim. Música para mis oídos. ¿Sabes a qué me refiero, Cope?

      No mordí el anzuelo.

      —En la declaración de la supuesta víctima... has leído su declaración, supongo... en su declaración ella afirma claramente que sus violadores se llamaban Cal y Jim.

      —No significa nada —dije.

      —Verás, cielo, e intenta prestar atención ahora porque creo que esto podría ser importante para tu caso: nuestros clientes se llaman Barry Marantz y Edward Jenrette. Ni Cal ni Jim. Barry y Edward. Repetid conmigo. Venga, adelante. Barry y Edward. A ver, ¿esos nombres se parecen en algo a Cal y Jim?

      Mort Pubin respondió a la pregunta. Sonrió y dijo:

      —No, no se parecen, Flair.

      Seguí callado.

      —Y ya ves, esa es la declaración de tu víctima —siguió Flair—. Es maravilloso, ¿no crees? Espera que te lo busco. Me encanta leerlo. Mort, ¿lo tienes? Espera, aquí está. —Flair llevaba puestas gafas de lectura de medialuna. Se aclaró la garganta y cambió de voz—. Los dos chicos que lo hicieron. Se llamaban Cal y Jim.

      Dejó el papel y nos miró como si esperara un aplauso.

      —Se encontró el semen de Barry Marantz en ella —dije.

      —Ah, sí, pero Barry era un chico guapo, todo hay que decirlo, y los dos sabemos que eso influye, admite un acto sexual consensuado con tu joven y ansiosa señora Johnson aquella tarde. Todos sabemos que Chamique estuvo en su fraternidad, eso no se discute, ¿no?

      No me gustó, pero dije:

      —No, eso no se discute.

      —De hecho, los dos sabemos que Chamique Johnson había trabajado allí como estríper la semana anterior.

      —Bailarina exótica —corregí.

      Sólo me miró.

      —Y por eso volvió. Sin que hubiera intercambio de dinero. En eso también estamos de acuerdo, ¿no? —No se molestó en esperar que contestara—. Y puedo presentar cinco o seis chicos que dirán que se comportó afectuosamente con Barry. Vamos, Cope. Tú ya has pasado por esto. Es una estríper. Es menor. Se coló en una fiesta de una fraternidad. Se ligó al chico rico y guapo. Él se la quitó de encima, no la llamó o lo que fuera. Y se enfadó.

      —Y muchas abrasiones —dije.

      Mort pegó contra la mesa con un puño que parecía capaz de aplastar un animal.

      —Sólo busca ganar dinero —dijo Mort.

      —Ahora no, Mort —dijo Flair.

      —¡Cómo que no! Todos sabemos СКАЧАТЬ