Название: Mercedes Sanz-Bachiller
Автор: María Jesús Pérez Espí
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Història i Memòria del Franquisme
isbn: 9788491347668
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se oyeron algunos tiros de los marxistas vallisoletanos apostados a distancia. Ya lo teníamos previsto y los primeros que salieron fueron los grupos de Girón y González Vicent [sic], que despejaron las calles necesarias para el desalojo, pero, al poco tiempo aparecieron los Guardias de Asalto y ya, al dividirse los frentes, no quedaron tan claras cuáles eran las calles seguras. Onésimo, que vivía al lado del teatro, subió un momento a ver a Mercedes, su mujer, que la tarde anterior –tres de marzo– había dado a luz a su segunda hija, Pilar.35
Además, el 20 de abril se aprobó la ley que amnistiaba a todos los implicados en la «sanjurjada» y, a los pocos días, Lerroux dimitió y asumió la presidencia del Gobierno Ricardo Samper.
Aunque la financiación de FE-JONS seguía llegando a través de los alfonsinos, e incluso ya se había creado la Sección Femenina,36 el partido no conseguía afianzarse como fuerza política. Es más, se había organizado en milicias, protagonizaba enfrentamientos violentos con los socialistas y el Gobierno había cerrado temporalmente los centros falangistas y sus órganos de prensa. Todos estos problemas y las discrepancias con la estrategia política de la formación estaban originando las primeras disensiones dentro del partido. Este fue el motivo por el que se convocó el I Consejo Nacional de FE-JONS para el 5 de octubre en el palacete de la madrileña calle Marqués de Riscal. Aquel día, además, Lerroux volvió a formar gobierno, incluyendo en él a tres ministros de la CEDA, se rebeló el Gobierno de la Generalitat de Cataluña y estalló la huelga general revolucionaria en Asturias. El día 6, José Antonio fue proclamado jefe nacional de FE-JONS y, por la noche, el general Domingo Batet dominó la revuelta catalana y provocó la rendición de la Generalitat, al final de la cual hubo cuarenta y seis víctimas mortales. En Madrid, el día 7 los falangistas salieron del palacete del Marqués de Riscal y, con una pancarta y la bandera nacional tricolor, se fue formando una manifestación espontánea que desembocó en el Ministerio de la Gobernación. Allí José Antonio se reunió con Lerroux, le ofreció su apoyo y le pidió armamento, a lo que este último se negó. José Antonio se subió a unos andamios y pronunció unas palabras de agradecimiento al Gobierno por la actuación en Cataluña, una actuación que se prolongó con la detención de Manuel Azaña, el día 9 de octubre, en Barcelona. Azaña permaneció en un buque prisión hasta el 28 de diciembre, acusado del delito de rebelión, aunque fue liberado por el Tribunal Supremo en esa misma fecha. La cuestión catalana se zanjó, el 14 de diciembre de 1934, con la suspensión del Estatuto de Cataluña. La huelga general asturiana, que había empezado la noche del 5 al 6 de octubre, se desarrolló de manera muy diferente a como había acontecido en Cataluña. Para acabar con ella, el Gobierno recurrió a la Legión y a los Regulares de Marruecos, poniendo al frente de todas las operaciones al general Francisco Franco. El 18 de octubre se rindió el comité revolucionario. Hubo 34 víctimas de la violencia revolucionaria, unas 1.100 ejecuciones sumarias bajo la ley marcial y unos 300 muertos entre las fuerzas de seguridad y del ejército.37
Dadas las circunstancias excepcionales por las que había pasado España recientemente, Ramiro Ledesma consideraba que había llegado el momento de tomar el poder por las armas, pero José Antonio se oponía. Al mismo tiempo, el programa político de FE-JONS tomó forma definitiva en los «27 puntos».38 En él se incluía la definición de España como una «unidad de destino en lo universal», se afirmaban los conceptos de patria e imperio y se fijaba como objetivo la anulación de la Constitución republicana y la lucha contra el «separatismo». En manos de un ejército fuerte y numeroso estaría la consecución del imperio español; el Estado sería totalitario, se abolirían los partidos políticos y el Parlamento y los órganos de representación de los españoles serían la familia, el municipio y el sindicato. El Estado sería, en lo económico, nacionalsindicalista, y se organizaría en sindicatos verticales, eliminando así la lucha de clases; el capitalismo y el marxismo serían los enemigos que combatir; se haría compatible la propiedad privada con la nacionalización de la banca y los servicios públicos; el trabajo tendría consideración de derecho y deber, y se buscaría la potenciación del sector económico primario. El Estado y la Iglesia estarían separados, aunque se respetaría la tradición religiosa de España. Finalmente, la aspiración máxima de FE-JONS sería la revolución nacional.
Con el programa clarificado, FE-JONS se negó a sumarse al Bloque Nacional, liderado por José Calvo Sotelo, perdiendo así parte de su militancia derechista y primorriverista, y la financiación de los alfonsinos, que sí se habían sumado a este. Además, Ramiro Ledesma Ramos, en claro desacuerdo con la estrategia del partido, planteó su salida junto a otros miembros como Javier Martínez de Bedoya, que se mostraba hastiado del servilismo y del señoritismo de la Falange madrileña. José Antonio acabó expulsándolos. Onésimo Redondo prefirió consultar a las JONS de Valladolid, avanzando que, fuera cual fuera la decisión del grupo vallisoletano, él la secundaría.39 El 15 de enero se dio publicidad a la escisión, pero Onésimo permaneció a las órdenes de José Antonio.
En paralelo, la situación política en España estaba condicionada por la estrategia de la CEDA40 de ir provocando crisis de gobierno para conseguir que Gil Robles ocupara la presidencia del Gobierno. Dichas crisis, desarrolladas entre noviembre de 1934 y abril de 1935, no consiguieron su objetivo. De hecho, a principios de abril de 1935, Alcalá Zamora nombró otro Gobierno presidido por Lerroux, pero sin la CEDA. Así estaban las cosas cuando la CEDA amenazó con disolver las Cortes, y el 23 de abril las JAP organizaron una concentración en Madrid con la finalidad de conseguir todo el poder para Gil Robles. El resultado se vio el 6 de mayo, cuando Lerroux formó un nuevo Gobierno en el que la CEDA ocupaba ya cinco carteras ministeriales; Gil Robles obtuvo el Ministerio de la Guerra y nombró inmediatamente al general Francisco Franco como jefe del Estado Mayor Central.
Dadas las circunstancias, Onésimo Redondo pensaba en la posibilidad de constituir un grupo político de apoyo al Ejército que estuviera liderado por Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera,41 aunque seguía preocupado porque el falangismo vallisoletano seguía a José Antonio y él se vio obligado a cerrar su semanario el día 20 de mayo de 1935 por una orden del jefe nacional.42 Los sinsabores que la política proporcionaba a Onésimo, que sin duda revertirían en la vida familiar, fueron compensados en el plano personal durante aquellos días. Mercedes dio a luz, en mayo de 1935, al pequeño Onésimo.43
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