El ganador de almas. Charles Haddon Spurgeon
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Название: El ganador de almas

Автор: Charles Haddon Spurgeon

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

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isbn: 9781629462745

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СКАЧАТЬ cuando se lo propone. Oraban con gran fluidez, intentaban predicar y lo hacían muy bien: todo lo que hacían, lo hacían con gran facilidad; les era tan fácil como besarse la mano. No se apuren por admitir a esa gente en la iglesia: no han conocido la humillación por el pecado ni el quebranto de corazón, tampoco han sentido la gracia divina. Gritan “¡Todo está sereno!” y parten, pero ustedes ya verán que ellos nunca los recompensarán por sus trabajos y molestias. Serán capaces de usar el lenguaje del pueblo de Dios tan bien como el mejor de Sus santos, incluso hablarán de sus dudas y temores y lograrán producir una experiencia profunda en cinco minutos. Son un poco demasiado inteligentes, y están diseñados para causar grandes daños cuando ingresan a la iglesia, así que manténganlos fuera en la medida de lo posible.

      Recuerdo a uno que era muy piadoso en su hablar. Lo llamaré Juanito Palabras Lindas. ¡Oh, qué astuto era para la hipocresía! ¡Se mezclaba entre nuestros jóvenes, los guiaba a cometer toda clase de pecado e iniquidad, pero aun así me visitaba para conversar media hora de cosas espirituales! Era un granuja abominable que vivía en pecado abierto y al mismo tiempo procuraba acudir a la mesa del Señor, se unía a nuestra compañía y se mostraba ansioso por liderar toda buena obra. ¡Mantengan los ojos bien abiertos, hermanos! ¡Irán a ustedes con dinero en las manos como el pescado de Pedro con la plata en la boca y serán muy útiles en la obra! Hablan con tanta delicadeza, ¡son caballeros perfectos! Sí, creo que Judas era un hombre de esta misma clase, muy inteligente para engañar a los que lo rodeaban. Debemos asegurarnos de no permitir que ninguno de ellos entre a la iglesia si hay alguna forma de mantenerlos fuera. Puede que al final de un culto se digan a ustedes mismos: “¡Esa captura de peces fue espléndida!”. Esperen un poco y recuerden las palabras de nuestro Salvador: “Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera”. No cuenten los pescados antes de asarlos ni cuenten los conversos antes de probarlos y testearlos. Este proceso puede enlentecer un poco su trabajo, pero entonces, hermanos, será seguro. Hagan su trabajo bien y constantemente, de modo que los que los sucedan no tengan que decir que les fue mucho más complicado limpiar la iglesia de los que nunca debieron haber sido admitidos en ella que lo que fue para ustedes admitirlos. Si Dios les permite añadir tres mil ladrillos a Su templo espiritual en un solo día, pueden hacerlo. Sin embargo, Pedro ha sido el único constructor que ha logrado esa hazaña hasta este día. No pinten la pared de madera para que parezca ser de piedra sólida, sino que edifiquen solo construcciones genuinas, sustanciales y verdaderas, pues solamente esa clase de obra vale la pena el esfuerzo. Que todo lo que construyan para Dios sea como la construcción del apóstol Pablo: “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”.

      Hermanos, nuestra responsabilidad principal es ganar almas. Al igual que los herreros, debemos saber muchas cosas: así como el herrero debe saber sobre caballos y sobre cómo hacer herraduras para ellos, también nosotros debemos saber sobre almas y sobre cómo ganarlas para Dios. La parte del asunto sobre la que les hablaré esta tarde es

      LOS REQUISITOS PARA GANAR ALMAS.

      Me restringiré a un solo grupo de esos requisitos, que son los que dicen relación con Dios, e Intentaré tratar el asunto con algo de sentido común, pidiéndoles a ustedes que juzguen por sí mismos cuáles serían los requisitos que Dios naturalmente esperaría en Sus siervos, cuáles serían los que Él aprobaría y utilizaría con más probabilidad. Ustedes deben saber que todo trabajador, si es sabio, usa una herramienta que probablemente le servirá para conseguir el propósito que tiene en mente. Hay algunos artistas que nunca han podido tocar música si no es en su propio violín ni han podido pintar si no es con sus pinceles y paletas favoritos. De seguro, al gran Dios, el trabajador más poderoso de todos, le encanta usar Sus propias herramientas especiales en Su gran obra de arte que es ganar almas. En la antigua creación solo utilizó Sus instrumentos propios ―”Él dijo, y fue hecho”―, y en la nueva creación, el agente eficaz sigue siendo Su Palabra poderosa. Él habla a través del ministerio de Sus siervos, y, por lo tanto, ellos deben ser trompetas adecuadas para que Él hable mediante ellas, instrumentos aptos para que Él los use con el propósito de comunicar Su palabra a los oídos y corazones de los hombres. Entonces juzguen, mis hermanos, si Dios los usará a ustedes; imaginen que están en Su lugar y piensen qué clase de hombres serían los que más probablemente usarían si estuvieran en la posición del Dios Altísimo.

      En primer lugar, estoy seguro de que dirían que quien ha de ser ganador de almas debe tener un carácter santo. ¡Ah, cuán pocos hombres que pretenden predicar piensan lo suficiente en esto! Si lo hicieran, los impactaría el hecho de que el Eterno nunca usaría herramientas sucias, que el Jehová tres veces santo solo seleccionaría instrumentos santos para llevar a cabo Su obra. Ninguna persona sabia vertería su vino en botellas inmundas, ningún padre bueno y bondadoso permitiría que sus hijos fueran a ver una obra inmoral, y Dios no empleará instrumentos que podrían hablar mal de Su propio carácter. Supongan que fuera de conocimiento público que si los hombres tan solo fueran listos, Dios los usaría sin importar su carácter ni su conducta. Supongan que fuera sabido que es tan fácil progresar en la obra de Dios mediante triquiñuelas y falsedades como mediante la honestidad y la rectitud, ¿qué persona con una pizca de sentimientos rectos no se sentiría avergonzada de tal estado de las cosas? Pero, hermanos, no es así. Hoy en día hay muchos que nos dicen que el teatro es una gran escuela de moralidad. Debe ser bien rara la escuela donde los profesores nunca aprenden sus propias lecciones. En la escuela de Dios, los profesores deben ser maestros del arte de la santidad. Si enseñamos una cosa con los labios y otra con la vida, los que nos escuchan dirán: “Médico, cúrate a ti mismo”. “Dices: “¡arrepiéntanse!”, pero ¿dónde está tu propio arrepentimiento? Dices: “Sirvan a Dios y sean obedientes a Su voluntad”, ¿lo sirves tú? ¿Eres obediente a Su voluntad?”. Un ministerio sin santidad sería el hazmerreír del mundo y una deshonra para Dios. “Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová”. Dios puede hablar a través de un necio si tan solo es un hombre santo. Por supuesto, no estoy tratando de decir que Dios escoge a los necios para que sean Sus ministros, pero si un hombre se vuelve verdaderamente santo, incluso si tiene la menor habilidad posible, será un instrumento más apto para los usos del Señor que aquel que tiene capacidades enormes, pero no es obediente a la voluntad divina ni tampoco es limpio y puro ante los ojos del Señor Dios Todopoderoso.

      Queridos hermanos, en verdad les imploro que den suma importancia a su propia santidad personal: vivan de verdad para Dios. Si no lo hacen, su Señor no estará con ustedes. Dirá de ustedes lo que dijo de los falsos profetas de antiguo: “Yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová”. Pueden predicar sermones muy buenos, pero si no son santos personalmente, no habrá almas salvadas. Lo más probable es que no lleguen a la conclusión de que su falta de santidad es la razón por la que no tienen éxito: culparán a la gente, culparán la época en que viven, culparán todo menos a ustedes mismos. No obstante, esa será la raíz de todo el mal. ¿Acaso no conozco yo mismo a hombres de gran capacidad y diligencia que ven pasar año tras año sin ningún crecimiento en sus iglesias? La razón es que no están viviendo delante de Dios como deberían vivir. A veces, la maldad está en la familia del ministro: sus hijos e hijas son rebeldes contra Dios, el pastor permite que incluso sus propios hijos empleen lenguaje impropio, y sus reprensiones solo son como la pregunta suave de Elí a sus hijos impíos: “¿Por qué hacéis cosas semejantes?”. СКАЧАТЬ