Название: Discursos de España en el siglo XX
Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788437083070
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«Meca de España»: de ella saldría el impulso regenerador de la patria y a ella vendrían los españoles a estudiar su obra y a obtener fuerzas para llevar a cabo la salvación de la patria. Participaron también intensamente en la propuesta de ideas para perpetuar su memoria. De las lanzadas en la prensa republicana, dos tenían una especial relevancia en clave identitaria. Una planteaba colocar una escultura en el lugar donde se unían la calle Costa con el paseo Independencia, con lo que desde allí la vista abarcaría los dos monumentos más simbólicos, éste y el del Justicia de Aragón, en honor de ambos personajes históricos, «tributo eterno de la raza aragonesa a sus instituciones y a sus glorias». La otra sugería levantar una colosal cabeza de Costa, de 50 metros, en el Moncayo, de forma que fuera visible desde las tierras que se dominan desde dicho monte, Castilla, Navarra, La Rioja y Aragón.[47]
Tanto estas propuestas como la movilización ciudadana por conseguir que los restos de Costa reposaran en Zaragoza, o el sepelio, activaron entre los republicanos la simbiosis, característica de su cultura política, entre la identidad local y/o regional y la nacional española, así como los llamamientos a aplicar la misma energía que se había desplegado para conseguir que Costa reposara en Zaragoza a la tarea de derribar la Monarquía e instaurar la República. Ésa sería la mejor manera de honrar su memoria, se aseguraba. No faltó tampoco la rivalidad entre distintas culturas políticas por el significado de Costa y el carácter de su entierro. Al igual que los republicanos, todos los sectores sociopolíticos de la vida zaragozana intentaron erigirse en depositarios de la memoria de Costa, lo que se manifestó en especial en la pugna periodística entre los segmentos católicos y los republicanos por el carácter, civil o religioso, que correspondía al enterramiento. La rivalidad se volvería a reproducir un año después con ocasión de la colocación de la primera piedra del mausoleo dedicado a Costa en el cementerio de Zaragoza.[48]
Actos de este tipo –aunque el anterior no fuera exclusivamente republicano– permitían a los republicanos ocupar la calle, desplegar sus emblemas y, con ello, afirmar la presencia pública republicana y reivindicar la República. Servían a esto mismo también las concentraciones y/o manifestaciones que realizaban al recibir a los líderes republicanos más caracterizados que venían de otras capitales para participar en algún acto propagandístico. Estas celebraciones podían adquirir en ocasiones un carácter multitudinario, sobre todo en la primera década del siglo XX, cuando el republicanismo potenció el populismo y la movilización política de la población. Y, al igual que las celebraciones festivas o los entierros, activaban una serie de símbolos y ritos establecidos y reconocibles que remitían a concepciones sobre la identidad local y nacional en clave republicana.
Junto a las experiencias de sociabilidad, la conmemoración y los símbolos, la cultura republicana claramente nacionalizadora se difundió a través de instituciones republicanas que tenían una voluntad educadora, principalmente los ateneos, las escuelas privadas laicas o la formación de adultos que se impartía en casinos y centros republicanos, mediante cursos, conferencias, excursiones y otras actividades lúdicas. Además de ateneos y casinos, los republicanos crearon instituciones orientadas a la educación cívica de los trabajadores. En el caso bien conocido de Gijón, esta voluntad educativa se plasmó en la Asociación Musical Obrera y la Asociación de Cultura e Higiene. La primera proponía la música como vía de progreso moral y de participación cívica, y la segunda se orientaba a la ayuda mutua y prestó una creciente atención al desarrollo de la vida de los obreros, presionando para que se realizaran mejoras en los barrios donde vivían. Según Radcliff, para la Asociación de Cultura e Higiene «el barrio era el microcosmos de la nación» y los logros eran celebrados como una conquista de la comunidad de ciudadanos unida y organizada. A pesar de las tensiones que surgieron en la asociación a medida que se fue desarrollando el movimiento obrero de la localidad, sirvió hasta los años treinta de medio civilizador impulsado por reformistas de clase media que trataban de integrar a los sectores populares y obreros en una futura nación de ciudadanos republicanos.[49] En el proceso, fueron enseñando a los obreros, entre otras cosas, a implicarse de alguna manera en lo local, a combatir políticamente por la mejora de la ciudad, lo que no parece que fuera incompatible con la tendencia anarquista de muchos trabajadores de la asociación.[50]
Por último, la movilización impulsada por los republicanos también favoreció la difusión de una conciencia nacional. Ellos trataron de dirigir los conflictos sociales y políticos existentes en las localidades donde tenían apoyo e intentaron orientarlos en función de sus intereses políticos. Con ese objetivo recalcaban constantemente la interpretación que hacían de dichos conflictos y aprovechaban la oportunidad para reiterar sus apelaciones populistas de fondo en las que insertaban la interpretación de los problemas concretos. De forma que éstos solían quedar insertos en los planteamientos dicotómicos tan característicos del populismo republicano: los parásitos, explotadores y oligarcas, a un lado, junto a los que indefectiblemente aparecía la autoridad gubernamental establecida; y, al otro, el pueblo, los productores oprimidos y los que los defendían. Al insertarlos en esquemas de este tipo, hasta los conflictos de carácter más local podían remitir a una conexión con lo nacional, aunque fuera de forma imprecisa. La retórica quedaba especialmente reforzada si en la calle la protesta se plasmaba en manifestaciones conjuntas entre todos los sectores populares y obreros con sus representantes, encabezados por los republicanos.
Desde los años noventa del siglo XIX, la protesta popular y obrera fue uno de los mecanismos que favoreció la penetración de la cultura política republicana en las clases populares, lo que se tradujo en un reforzamiento de los lazos entre el republicanismo y la clase obrera. En las décadas previas a la Primera Guerra Mundial, antes de que se perfilara de forma cada vez más independiente el movimiento obrero, se sitúa el periodo de mayor ascendiente del republicanismo entre las clases populares y obreras. Es en esa época en la que se aprecia una evolución desde una movilización social y política espoleada básicamente por asuntos locales a otra en la que adquieren una creciente importancia las cuestiones de política nacional. Este momento parece situarse a finales de la primera década del siglo XX, como lo refleja sobre todo la relevancia que adquirieron las protestas contra la ejecución de Ferrer i Guardia en 1909 o contra la política gubernamental en Marruecos. De hecho, la guerra de Marruecos se convirtió en uno de los principales motivos de concienciación política de los españoles a escala nacional, con las movilizaciones desarrolladas desde 1909 a 1914.[51] Ello no quiere decir que la movilización anterior a esos años fuera exclusivamente localista. A lo largo de las dos décadas precedentes, y sobre todo desde 1898, se dio una progresiva incorporación de lo nacional entre los motivos para la movilización de los sectores populares, y los republicanos desempeñaron un papel relevante en el proceso. La mayoría de ellos, a excepción de una parte de los federales, se encontraron entre los principales impulsores de movilizaciones patrióticas a favor de la guerra de Cuba, actitud que compatibilizaron desde 1896 con la participación en protestas contra las desigualdades del sistema de reclutamiento. Y tras la derrota militar se convirtieron en los principales agentes de la movilización anticlerical que se extendió por el país hasta las postrimerías de la Primera Guerra Mundial.[52]
Los mítines organizados por los republicanos seguían una ritualización parecida, aunque se desarrollara en contextos distintos y por motivos diferentes. No faltaban los elementos simbólicos –banderas, música, algún retrato de característicos republicanos– y, tras escuchar las intervenciones de diferentes republicanos СКАЧАТЬ