Polvo y decadencia. Jonathan Maberry
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Polvo y decadencia - Jonathan Maberry страница 21

Название: Polvo y decadencia

Автор: Jonathan Maberry

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия: Ruina y putrefacción

isbn: 9786075573465

isbn:

СКАЧАТЬ en voz baja:

      —Amigo, estás avergonzando totalmente a nuestro género.

      Entre jadeos, Chong le hizo a Benny una descripción detallada de adónde largarse y qué hacer una vez que llegara ahí.

      —Bien —dijo Benny—, veo que necesitas un tiempo a solas. Gracias por la charla.

      Fue a pararse junto a Nix, que tomaba varios sorbos pequeños de su cantimplora. Tom se reunió con ellos.

      —¿Chong está bien? —preguntó.

      —Sobrevivirá —dijo Benny—. No aprecia mucho el ejercicio físico.

      —Nooo, ¿en serio? —Tom sonrió y señaló hacia una bifurcación en el camino—. En cuanto todos recuperen el aliento, tomaremos por ese sendero. Son tierras altas, así que veremos pocos zoms el día hoy. Mañana decidiremos si vamos a las tierras bajas donde caminan los muertos.

      —¿Por qué? —preguntó Nix—. ¿No sería mejor evitarlos por completo?

      —No podemos —dijo Lilah, que en silencio se había aproximado a ellos—. No por siempre. Los muertos están por todas partes. Incluso arriba, en las colinas.

      Benny suspiró.

      —Genial.

      —¿Vamos a cazarlos? —preguntó Nix, con los ojos muy abiertos.

      Tom meditó la respuesta.

      —¿Cazarlos? Sí. ¿Matarlos? No. Quiero que ustedes sean capaces de rastrearlos, pero sobre todo quiero que sean capaces de evitarlos. Podríamos pasarnos una eternidad revisando la teoría, pero nunca será lo mismo que la experiencia práctica.

      —Suena maravilloso —murmuró Chong a la par que se les unía. Tenía mal color, pero mejor que el que había mostrado durante el último medio kilómetro de carrera.

      —No lo será —dijo Tom con mucha seriedad—. Los va a asustar hasta la médula, y quizá les rompa el corazón.

      Todos lo miraron, sorprendidos.

      —¿Qué? —preguntó Tom lentamente—. ¿Acaso creían que esto iba a ser divertido?

      Los chicos no respondieron.

      —Verán, esta es una de las razones por las que quería traerlos acá afuera —dijo Tom—. Cuando todo es teoría, cuando todo es discusión más que acción, es fácil hablar de los zoms como si no fueran reales. Como personajes en un cuento.

      —Abstractos —sugirió Chong, y Tom asintió.

      —Correcto. Pero aquí afuera son reales y tangibles.

      Benny se removió, incómodo.

      —Son gente.

      Tom asintió nuevamente.

      —Sí. Eso es algo que no podemos olvidar. Cada uno de los zoms, cada hombre, mujer y niño, sin importar qué tan descompuestos estén sus cuerpos, sin importar qué tan peligrosos sean, todos fueron alguna vez gente real. Tenían un nombre, una vida, una personalidad, una familia. Tenían sueños y aspiraciones. Un pasado y un anhelo de futuro, hasta que algo vino para arrebatarles todo.

      —Lo cual es otro de los misterios —dijo Nix por lo bajo.

      —Sí, sí, sí —confirmó Chong, y le dio un empujoncito con el codo. Ella sonrió y le devolvió el codazo, con un poco más de fuerza.

      Tom continuó:

      —No sabemos hasta dónde tendremos que ir para encontrar el avión. No sabemos siquiera si podremos encontrarlo. Vimos que voló hacia el este, pero pudo haber aterrizado en cualquier lado.

      Benny se estremeció.

      —Auch.

      —No se preocupen por eso. Ya encontraremos algunos indicios. Alguien lo habrá visto, hay personas conscientes aquí. Preguntaremos a todos los que encontremos… pero muchas de ellos viven en las tierras bajas, pues muchas partes del país carecen de montañas. Así que es casi seguro que recorreremos secciones infestadas de zoms. No hay manera de evitarlo.

      —Así que aprendan a estar entre muertos —agregó Lilah. No fue una afirmación elocuente, pero todos entendieron su significado.

      Tom palmeó el brazo de Chong.

      —¿Listo para seguir? Seguiremos con una agradable caminata por el campo.

      —Eso suena mejor.

      —No, no lo es —dijo Lilah, recargando su lanza en el hombro—. Aquí afuera todo quiere matarte.

      La Chica Perdida echó a andar por el sendero, y Chong la miró.

      —En serio —dijo—, ya capté el mensaje. Esa última parte no era necesaria.

      Nix iba riendo mientras seguía a Lilah. Benny recargó su bokken en el hombro, y en una buena imitación de la voz susurrante de Lilah, afirmó:

      —Todo quiere matar al vomitón de Chong. Todo.

      Y comenzó a caminar.

      Su amigo respiró profundo y lo siguió.

      DEL DIARIO DE NIX

      Herramientas de un cazador de zombis, parte 2

      LANZA DE LILAH. El cuerpo de la lanza está hecho de un tubo negro de dos metros de largo por dos centímetros de grosor. Tiene bandas de gamuza alrededor de ambos extremos y en dos partes del centro, de donde acostumbra sostenerla. La navaja perteneció a una bayoneta del Cuerpo de Marines. También es negra y de unos veinte centímetros de longitud.

      Lilah dice que es la cuarta lanza que ha fabricado. Perdió la primera cuando fue llevada por primera vez a Gameland (tenía entonces once años, y la lanza era de un metro y medio de largo). Perdió la segunda mientras huía del Martillo de Detroit hace tres años. La tercera se arruinó cuando intentaba entrar a una vieja biblioteca para buscar libros. La cuarta tiene un año de antigüedad.

      18

      Benny caminó junto a Tom algún tiempo.

      —Te escuché hablar con el Bateador ayer.

      Tom le dedicó una breve mirada.

      —¿Qué fue lo que escuchaste?

      —Muchas cosas. Sobre todo lo relacionado con los problemas que hay en Ruina. Que la gente se disputa el territorio de Charlie Ojo Rosa.

      —Ajá.

      —¿Y…?

      —¿A qué te refieres?

      —Bueno —continuó Benny—, ¿no haremos algo al respecto?

      —¿“Haremos”?

      —Sí, СКАЧАТЬ