Polvo y decadencia. Jonathan Maberry
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Название: Polvo y decadencia

Автор: Jonathan Maberry

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия: Ruina y putrefacción

isbn: 9786075573465

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      Entonces el hombre tomó una bocanada de aire y se giró para dedicarles una larga mirada evaluadora.

      —Hay condiciones. Saldremos durante la noche y acamparemos en las montañas. No abajo en las llanuras donde están los zoms, pero tampoco muy arriba en los claros más altos. Mínima protección, nada de lujos. Probaremos algunos caminos que no hemos recorrido juntos, y en los que yo mismo no he estado desde hace un par de años. Si pueden con eso, entonces simplemente seguiremos hacia Yosemite y luego al este.

      Tom había planeado el viaje con mucho cuidado, o al menos tanto como podía hacerse para un viaje por territorio en su mayoría inexplorado. Había algunas paradas de descanso en el camino, lugares que Tom llamaba “casas seguras”. En primer lugar estaba la estación de paso del Hermano David, y después un viejo hotel en Wawona; una vez pasado ese punto, estarían por su cuenta.

      —Si ocurre cualquier cosa extraña o nos separamos —continuó Tom—, quiero que se dirijan a la estación de paso o a Wawona, dependiendo de en qué punto se encuentren.

      Wawona parecía ser el lugar más seguro en la ruta. Antes de la Primera Noche, el pequeño pueblo había sido hogar de alrededor de ciento setenta residentes permanentes y algunos miles de caravanas durante la temporada turística. Tom les había contado un relato sobre la salvaje batalla de Wawona, en la que un pequeño grupo de no infectados luchó contra el resto del pueblo a medida que la plaga zombi arrasaba con la población. El sitio del hotel duró cuatro meses, y cuando terminó había una fosa común con más de doscientos muertos vivientes en ella, además de dieciséis de los no infectados originales. Los únicos sobrevivientes fueron un viejo y curtido guardabosques, sus dos jóvenes sobrinos y una pareja de mujeres científicas del zoológico de San Diego que estaban de visita cuando se desató el caos. El guardabosques aún vivía allá arriba, y Tom solía referirse a él por su apodo, Hombre Verde. Los demás se habían ido a vivir a los pueblos. Al parecer el viejo se había convertido en una especie de místico forestal.

      En la actualidad, el hotel Wawona era una posada para viajeros y un almacén temporal de bienes recolectados, y siempre había una docena de personas en él. Los rumores decían que un incendiario evangelista de nombre Jack el Predicador se había quedado a vivir ahí. Él estaba feliz de compartir su versión de la palabra de Dios con quienquiera que pasara por el lugar, y hasta era famoso por haber intentado convertir y bautizar algunos zoms.

      Cuando Benny preguntó a Tom lo que pensaba sobre Jack el Predicador, su hermano se encogió de hombros.

      —Nunca me he encontrado con él, aunque creo que allá afuera prácticamente todos lo conocen. Un poco excéntrico, por lo que he escuchado, pero supongo que es bastante inofensivo. Un tipo que hace lo que cree correcto. Nada malo hay en ello.

      Nix suspiró, y Tom le preguntó qué sucedía.

      —¿Qué pasará si no encontramos el avión? —preguntó ella con cautela.

      —Seguiremos intentando hasta que lo hallemos —Tom sonrió al ver sus rostros de alarma—. Entiendan algo, chicos: iremos, no nos engañemos con eso. La cuestión aquí es si ustedes están listos para partir.

      Nix asintió.

      —Estoy lista —afirmó ella con gesto adusto.

      Tom soltó un gruñido evasivo, que Benny interpretó como Yo seré quien juzgue eso.

      —Una cosa más —continuó Tom—. Pueden preguntar a Chong y Morgie si quieren venir con nosotros. No todo el camino, sólo durante la noche. De ser así, puedo arreglarme con el Hermano David o con alguno de mis colegas allá afuera para que los traigan de regreso al pueblo. J-Dog y Dr. Skillz trabajan en esa sección de Ruina.

      —Los conocí —dijo Benny—, durante la fiesta de Año Nuevo del año anterior. Son unos bobos.

      Tom se encogió de hombros.

      —No entendía gran parte de lo que decían —continuó Benny.

      —Yo tampoco —rio Tom—. Justo acababan de entrar al circuito profesional del surf cuando la Primera Noche cayó sobre todos. Los surfistas tienen su propio idioma, y esos dos lo utilizan como su lenguaje personal. No creo que busquen que la gente los entienda.

      —¿Por qué no?

      —Es un mecanismo de defensa. ¿Recuerdan aquella historia de Peter Pan y los Niños Perdidos?

      —Sí, esos chiquillos que nunca crecían.

      —Ellos son así. Por un lado trabajan en el negocio de las recompensas y pueden pelear como demonios, pero por el otro en verdad desean que todo esto no sea real. Para ellos es como vivir dentro de un videojuego. ¿Recuerdan cuando les platiqué sobre los juegos de video?

      —Seguro —dijo Benny, aunque el concepto era increíblemente ajeno a él—. Dr. Skillz y J-Dog… ellos realmente no creen que están en la playa, ¿o sí?

      —Difícil de saber —replicó Tom—. Todo es un gran juego para ellos. Pueden estar hasta los tobillos de sangre o combatiendo a cientos de zoms con la espalda contra la pared, y aun así balbucear bromas en su jerga de surfistas. Es su manera de sobrevivir, y supongo que a ellos les funciona. No me preguntes cómo —hizo una pausa y sonrió—. Mucha gente no los soporta. A mí me agradan.

      —Es un mundo extraño —sentenció Nix.

      —No tienes ni idea, cariño —confirmó Tom. Benny notó que su hermano no recibió la mirada de ninja asesino por llamar “cariño” a Nix. Tom señaló al sureste—. Bien… el Hombre Verde tiene una cabaña allá arriba. Mandé decirle a él y a otros que nos esperen ahí. Encontraremos amigos al paso y lugares seguros donde descansar.

      —Puede ser que la madre de Chong lo deje pasar la noche con nosotros —dijo Benny esperanzadamente—. Es probable que piense que quedará tan asustado que todo el asunto de “ve y conoce el mundo” habrá salido de su sistema —reflexionó—: Es posible que funcione, de hecho. Chong no ha avanzado mucho en eso de madurar.

      —¿Y Morgie? —preguntó Tom.

      Nix sacudió la cabeza.

      —No, Morgie no irá.

      Benny y Tom voltearon a mirarla.

      —Pareces bastante segura —dijo Tom.

      —Lo estoy —pero no dio una explicación, y ellos no presionaron para obtenerla.

      —Bien —continuó Tom—. Si vamos a largarnos de aquí, tengo que terminar hoy todo lo que pensaba hacer en la semana. Ustedes dos, vayan a despedirse.

      —No hay nadie de quien yo tenga que despedirme —comenzó a decir Nix, pero Tom la detuvo.

      —Eso no es verdad y lo sabes. Estamos dejando Mountainside, Nix… no desechando a la gente que vive aquí. Los Kirsch, el capitán Strunk, los Chong… todos ellos han sido amables contigo, y merecen la cortesía y el respeto de una despedida.

      Nix asintió arrepentida, con el rostro ruborizado por la vergüenza.

      —Ustedes dos dejan amigos atrás. Si Morgie y Chong no pueden acompañarnos, ¿piensan marcharse sin decir adiós? Recuerden que ellos creen que partimos la semana entrante. Esto también va a СКАЧАТЬ