Название: El arte del revelado
Автор: Fran Nieto
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: FotoRuta
isbn: 9788412307382
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Nuestra cámara tiene una determinada capacidad de mostrar detalle en las sombras y en las luces, depende de la calidad de su sensor y se denomina rango dinámico. Si nos salimos de esta capacidad las zonas que estén demasiado oscuras saldrán completamente negras y las que reciban demasiada luz totalmente blancas. Solo las zonas que tengan una luminosidad comprendida entre estos extremos mostrarán información de textura.
Una de las misiones del fotógrafo es la de regular la velocidad, sensibilidad y diafragma de la cámara para conseguir que el sensor reciba la cantidad de luz adecuada. Si la diferencia entre las luces y las sombras es baja, (tomas de bajo contraste), será fácil acomodar los tonos que contiene a los que podemos captar. En caso de que el contraste sea superior al que podemos resolver habrá zonas completamente negras o quemadas. En este caso el fotógrafo tendrá que decidir si prefiere exponer para las sombras y perder la zona de luces, hacer lo contrario o perder un poco por cada lado. Las decisiones que tome variarán en función del tipo de archivo que esté generando su equipo.
Si queremos obtener la máxima calidad de toma necesitamos que a cada fotocaptor del sensor llegue la máxima cantidad de luz, lo que reduce la percepción del ruido. La estrategia en un Raw es exponer todo lo posible sin que ninguna parte importante para nosotros quede quemada. Esto lo conseguiremos llevando el histograma lo más a la derecha posible sin que zonas que consideramos de interés ocupen la parte de blanco sin detalle.
El histograma real de la toma
El histograma que nos muestra la cámara depende de los parámetros que tengamos configurados en el menú de captura. El contraste, saturación, modos de imagen… variarán la forma del histograma y por tanto será mejor mantenerlo en valores neutrales para analizarlo de forma más adecuada.
También es importante saber que un archivo Raw excede el número de colores que puede mostrar el JPEG creado por la cámara y sobre el que se construye el histograma, por lo que cuando empiecen a aparecer zonas quemadas en pantalla tendremos un cierto margen antes de que realmente se quemen en el Raw. Este margen depende de la cámara y hemos de cuantificarlo.
Simplemente necesitamos fotografiar una superficie blanca, incrementaremos la exposición hasta que parpadeen algunos píxeles y la anotaremos. Después seguiremos subiéndola otros dos pasos en fracciones de un tercio. El siguiente paso es comprobar el histograma en nuestro programa de revelado con todos sus tiradores a cero. Seguramente la exposición anotada todavía está algo lejos del extremo derecho y será una de las posteriores la que llega realmente a este punto. Miraremos la diferencia de exposición entre ambas y esa será la que en el futuro usaremos. Una vez que nuestro aviso de quemados empiece justo a parpadear todavía deberemos incrementar ese factor que hemos calculado para conseguir la exposición perfecta, sin preocuparnos de que en pantalla haya más zonas parpadeando de las deseables. En realidad, solo estarán quemadas en el JPEG incrustado en nuestro Raw, pero no en el propio Raw.
Recomiendo combinar el histograma con el uso del aviso de zonas quemadas, un chivato que parpadea sobre las áreas cuyo valor es blanco puro. Si este aviso no incluye partes que nos parecen importantes y por la zona izquierda quedan tonos fuera del histograma, podemos incrementar todavía más la exposición sin valorar el aspecto que tenga la toma en la pantalla.
Si el rango de la toma es inferior al rango de captura siempre es posible llevar el histograma hasta la derecha sin perder información, es decir sin que parpadee ningún píxel. Esta será la mejor opción siempre. Si la toma tiene demasiado rango tonal y no se puede capturar íntegramente entonces deberemos decidir qué zonas estamos dispuestos a perder. Si son las sombras las que carecen de información útil actuaremos de la misma forma. Si son las luces las que podemos perder dejaremos que se quemen, que parpadeen como blanco, hasta que el histograma se inicie de forma suave, sin un pico en el valor de 0. También podemos recurrir a una solución intermedia si preferimos retener parcialmente las luces y las sombras.
Si no disponemos de histograma en tiempo real será necesario realizar la toma y valorar el histograma para repetirla si la exposición no está lo más a la derecha posible. Si nuestra cámara tiene histograma en tiempo real la tarea se simplifica.
El formato Raw posibilita mantener el máximo nivel de detalle en nuestras fotos, especialmente cuando el contraste es muy alto.
Como hemos visto un archivo JPEG es un archivo Raw que la cámara ya ha procesado. Su capacidad para ser reinterpretado es muy inferior a la de este y por tanto conviene no modificar demasiado los datos que contiene.
Nuestro fotómetro está diseñado para medir sujetos de tonalidad media, ni demasiado claros ni demasiado oscuros, por lo cual, en el caso de que abunden los sujetos muy claros la foto tenderá a salir grisácea y lo mismo sucederá si predominan tonos muy oscuros.
Si en la escena hay elementos muy claros tendrá que verse reflejado en el histograma. Si no es el caso, tendremos que incrementar la exposición hasta lograrlo. De no aportar más luz al sensor será necesario incrementar posteriormente la exposición con nuestro ordenador, proceso que acrecentará el ruido que contiene.
Lo ideal para exponer en este formato sería contar con un fotómetro de luz puntual en nuestra cámara, identificar un tono medio y llevar el fotómetro a cero. También tenemos la posibilidad de medir sobre un tono ligeramente oscuro y llevarlo a -1, más oscuro y dejarlo en -2 o hacer lo propio con tonos más claros subiéndolo a +1 o a +2 respectivamente. Si no trabajamos en modo manual podemos hacer lo mismo con el dial de sobre y subexposición.
En un JPEG es fundamental que su histograma refleje el aspecto final que queremos para nuestra imagen; si va a ser una clave alta, deberá contener mucha información a la derecha del histograma y si es una clave baja, a su izquierda. En otro caso lo mejor será repetir la toma siempre que sea factible o el peaje a pagar será una pérdida de calidad.
La calidad de un archivo Raw correctamente editado es superior a la de un JPEG y admite un ajuste posterior en muchos parámetros como ajuste de blancos, contraste, nitidez, espacio de color… sin ningún tipo de pérdida de calidad. Esto nos permite concentrarnos en la captura sin necesidad de andar buscando los mejores ajustes entre la enorme cantidad de menús que tienen nuestros equipos. Además, la calidad de las pantallas de las cámaras no siempre nos permite dilucidar qué ajuste es el idóneo para cada escena que retratamos. En algunos cuerpos ni siquiera tendremos todas las opciones que ofrece un programa de revelado y que estarán accesibles con todo el tiempo que necesitemos para valorar la más adecuada.
Pero, afortunadamente, la fotografía no debe limitarse a conseguir la mejor calidad posible. Un Raw necesita de un tiempo extra por parte del fotógrafo para su revelado y saber cómo hacerlo. Si no quieres invertir parte de tu vida en aprender a revelar quizá sea más sencillo disparar directamente en JPEG y tener un archivo final listo para su uso. Para mucha gente el trabajo a mayores que precisa un Raw supone un esfuerzo que no desean realizar. Si vamos a disparar muchos cientos de fotos y la capacidad de СКАЧАТЬ