El arte del revelado. Fran Nieto
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El arte del revelado - Fran Nieto страница 4

Название: El arte del revelado

Автор: Fran Nieto

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: FotoRuta

isbn: 9788412307382

isbn:

СКАЧАТЬ Pero si nuestras fotografías las vamos a ver fundamentalmente en pantalla y solo de vez en cuando imprimimos alguna en tamaños comedidos no obtendremos ninguna ventaja gastando nuestro dinero en cámaras con muchos megas de captura, a cambio tendremos que asumir sus inconvenientes.

      Para poder ver nuestras fotografías en una pantalla 4K será suficiente un archivo de 3840x2160 píxeles, es decir 8 megas. Tamaño adecuado para obtener una copia de 30x45 cm. Si pensamos en el futuro próximo el formato 8K parece que será el predominante; para verlo en todo su esplendor necesitaremos 7680×4320 píxeles, lo que equivale a 28 megas de captura. Con ellos podremos imprimir nuestra imagen a un tamaño de 100 cm en su lado mayor sin problemas. En las publicaciones para Internet se suele recurrir a formatos de unos 1500x1000 píxeles o, como mucho, 1920x1080 píxeles (Full HD); entonces bastará con una captura de 2 megas que podría imprimirse en 13x18 cm sin dificultades.

      Parece evidente que, salvo necesidades muy específicas, una cámara cuyo sensor capture entre 16 y 24 megas, con un rango dinámico adecuado, será suficiente y nos evitará realizar una inversión adicional en un ordenador que sea capaz de mover archivos demasiado grandes para nuestras necesidades reales.

      Los ordenadores funcionan en sistema binario, es decir con ceros y unos, a los que llamamos bits. La profundidad de color, también llamada bit por píxel, nos indica la cantidad de bits que empleamos para representar el color que contiene cada píxel de nuestra imagen digital.

      Con 1 bit por píxel podemos representar 2 tonos, con 4 llegamos a los 16. 8 bits por píxel permiten diferenciar entre 256 colores, llegando a los 4096 si subimos a 12 bits por píxel y a 65536 si optamos por 16 bits por píxel.

      Es evidente que cuanta más profundidad de color tenga nuestra imagen más matices de tonos podremos representar. Los degradados de amarillos y naranjas de una puesta de sol pueden verse recortados si nuestra imagen no dispone de suficiente profundidad de color para asignar un valor numérico distinto a cada tono real.

      La profundidad de 8 bits es suficiente para archivos finales destinados a su visualización o impresión. Con esta profundidad de color en una imagen en modo RGB podemos definir 16,7 millones de colores (224), muchos más de los que podemos visualizar en un monitor o en una copia. Nuestros ojos contienen tres tipos de conos (células fotosensibles al color), capaces de registrar unas 100 tonalidades. La mayoría de las investigaciones sostienen que distinguimos alrededor de un millón de colores.

image

      Profundidades de color de 1, 2, 3 y 8 bits. Con 8 bits ya no diferenciamos ningún tipo de transición entre un tono y el siguiente.

      Al editar una imagen es mejor contar con suficiente margen para diferenciar tonos muy similares entre sí. Si editamos en 8 bits o menos pueden aparecer colores empastados o posterizados, lo que dará un aspecto sucio al resultado final. Por eso recomiendo mantener una profundidad de color superior, de 16 bits si es posible, durante todo el proceso de revelado y edición. Esta profundidad de color en modo RGB nos permite diferenciar numéricamente entre 248 colores, ¡más de 281 billones de tonos! Una vez finalizada la edición podemos convertirla a 8 bits para reducir su tamaño en nuestro disco duro, siempre que tengamos claro que no necesitaremos editarla más adelante.

      En algunos casos concretos, en los que nuestro sensor no puede captar todas las tonalidades de la escena, contamos con el recurso de fusionar varias imágenes captadas con exposiciones diferentes, lo que se denomina HDR. Para ello todavía necesitamos una profundidad de color todavía mayor, de 32 bits por canal. Esto significa diferenciar 296 tonos distintos. Puede parecer poco, pero es una cifra de 29 dígitos… ¡más que suficiente para identificar individualmente todos los granos de arena de nuestro planeta!

      Las imágenes que capturamos en nuestras cámaras deben poder guardarse en un soporte informático. Denominamos archivos gráficos precisamente a la manera en que se almacenan y gestionan nuestros archivos. Por su interés para el fotógrafo veremos los más importantes.

      TIFF

      El formato TIFF (Tagged Image File Format) se desarrolló a mediados de los años 80 por la compañía Aldus, que fue absorbida por Adobe unos años después. Es un formato sin pérdida, es decir que no desecha ninguna parte de la información que contiene la imagen original. Para conseguir que ocupe menos espacio en el disco duro se pueden aplicar diferentes algoritmos de compresión como el LZW, ZIP (muy eficaces con áreas de color homogéneo) y RLE. Permite profundidades de color de 8, 16 y 32 bits y también el uso de capas y transparencia. Está limitado a imágenes con un peso máximo de cuatro gigas. Hoy en día son pocas las cámaras que permiten guardar las imágenes en este formato, pero sigue siendo uno de los preferidos para archivar las imágenes procesadas o para imprimirlas.

      JPEG

      El formato JPEG (Joint Photographic Experts Group) se desarrolló para permitir enviar imágenes a través de Internet. Dado que la prioridad de las redes siempre ha sido la reducción del tamaño de los datos que se transmiten (especialmente en los años 90, que fue cuando se creó) aplica una determinada pérdida de calidad sobre los datos originales. A mayor pérdida, menor tamaño de archivo. Para ello analiza la imagen y cuando encuentra píxeles muy parecidos, simplificando mucho, los iguala. Cuanto mayor sea la compresión que elijamos menos distinguirá entre píxeles semejantes.

      En nuestras cámaras podemos ajustar la calidad de los archivos JPG en alto, medio o bajo. Cuanto mayor sea esta, menos imágenes podrán ser guardadas en las tarjetas. Si optamos por una calidad demasiado baja estaremos perdiendo matices tonales en la imagen.

      Cada fabricante un nombre

      En muchas ocasiones veremos que se define como calidad o compresión. Son dos formas de decir lo mismo, pero no son lo mismo. Una mayor calidad significará que la compresión es menor y el tamaño del archivo mayor en correspondencia. Al escoger una compresión alta la calidad resultante disminuirá, y también el tamaño del archivo. Nikon denomina al nivel de compresión con los nombres: buena, normal y baja, mientras Canon prefiere utilizar un icono de una curva continua para una calidad alta y escalonada si es baja.

      Mi recomendación siempre será la de mantener al máximo posible la calidad del archivo, salvo que tengamos completamente claro el destino de las imágenes y no tengan mayor importancia. En mi vida profesional tan solo en una ocasión recurrí al formato JPEG con un tamaño medio y calidad alta para fotografiar miles de artículos de una tienda on line. Una vez configurado con precisión el esquema de luz y la exposición fue sencillo ir cambiando los productos y ahorré muchas horas de edición posterior. Solo fue necesario modificar su tamaño final, enfocarlas y añadir la marca de agua de la tienda para entregar, en unos pocos minutos, casi 3000 archivos.

      JPEG únicamente acepta una profundidad de color de 8 bits, lo que ocasiona roturas tonales si sometemos al archivo a una edición un poco agresiva. La versión JPEG2000 llega a 16 bits permitiendo la compresión sin pérdidas y mejorando algunos problemas, pero su uso está muy poco extendido. JPEG no soporta transparencia, por lo que cada píxel deberá contener forzosamente información tonal.

      Sin embargo, con compresiones bajas, es un formato adecuado tanto para su visualización en pantalla como para imprimir. En realidad, dadas las limitaciones de nuestra vista un archivo JPEG a la máxima calidad es casi siempre indistinguible del original. También puede ser un formato muy adecuado para los fotógrafos que deseen fotos finales en cámara, sin edición СКАЧАТЬ