Amor inesperado. Elle Kennedy
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Название: Amor inesperado

Автор: Elle Kennedy

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Love Me

isbn: 9788418509131

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СКАЧАТЬ me siento como si acabara de subir el Everest. Mi ex es un vampiro emocional.

      —Hablo en la jerga de internet —replica Tansy—. El único idioma auténtico. Bueno, tú estás sexy, yo estoy sexy, así que vamos a enseñarle a todo el mundo lo sexys que estamos. ¿Lista?

      Tomo el bolso de encima de la cama de su compañera.

      —Lista que lo flipas.

      * * *

      Terminamos en un pub irlandés en el barrio de Back Bay. Se llama el Zorro y el Zoquete y, a juzgar por las caras jóvenes, en su mayoría lo frecuentan estudiantes universitarios. Muy a mi pesar, hay una notable escasez de atuendos de hockey. Localizo un par de camisetas marrones y doradas, los colores de los Boston College Eagles. Pero ya está. Echo de menos el Malone, el bar de Hastings donde se reúnen los fans del hockey de Briar.

      Tansy mira el móvil mientras entramos. Hemos quedado aquí con su novio. ¿O puede que sea su exnovio? ¿Follamigo? Nunca lo tengo claro cuando se trata de ella y Lamar. Su relación de «ahora sí, ahora no» marea tanto como un tiovivo.

      —Ningún mensaje de Lamar. Supongo que todavía no ha llegado. —Me toma del brazo y vamos hacia la barra—. Pidamos chupitos. Llevamos sin tomarlos desde Navidad.

      Hay muchísima gente a la espera de que les sirvan. Cuando llamo la atención de uno de los camareros, este nos indica con señas que nos atiende en un minuto.

      —Ojalá vinieras al Boston College conmigo, en serio —se lamenta Tansy—. Podríamos hacer esto siempre.

      —Ya lo sé.

      Me habría encantado ir con ella a la Boston College, pero rechazaron mi solicitud. Entonces, no me alcanzaba la nota; mi relación con Eric boicoteó mi habilidad para concentrarme en las clases. En su lugar, fui a una universidad pública hasta que me transferí a Briar, donde no tengo que pagar la matrícula porque mi padre trabaja allí.

      —Qué guay. Retransmiten el partido de los Bruins —digo mientras alzo la vista hacia uno de los monitores que cuelgan del techo. Una mancha negra y amarilla pasa a toda prisa cuando los Bruins entran en ataque ofensivo.

      —¡Viva! —exclama Tansy con un entusiasmo irónico.

      No le importa el hockey. A ella le gusta más el baloncesto. Es decir, solo sale con jugadores de baloncesto.

      Trato de volver a llamar al camarero, pero está ocupado sirviendo a un grupo de chicas enfundadas en vestidos minúsculos. El pub está sorprendentemente lleno para ser las diez y media de la noche. A estas horas, la gente todavía está haciendo la previa en cualquier otro lugar.

      Tansy vuelve a mirar el móvil y escribe algo.

      —¿Dónde leches está? —masculla.

      —Escríbele.

      —Lo acabo de hacer. Y por alguna razón no me resp… Oh, un momento, está escribiendo. —Espera hasta que aparece el mensaje—. Vale, está… Oh, Dios mío, tiene que ser una broma.

      —¿Qué pasa?

      La irritación se refleja en sus ojos oscuros.

      —Un segundo. Tengo que llamarlo y averiguar qué pasa.

      Oh, por favor. Espero que no tengan problemas en el paraíso, porque sé que, a veces, Tansy se ofusca con su novio o exnovio o follamigo. Todavía no lo tengo claro.

      Lo único que sé es que tengo muchas ganas de pasar un fin de semana divertido con mi prima favorita. Sobre todo, después de la espantosa entrevista de esta mañana. Ha sido un completo desastre.

      Veo el partido de los Bruins mientras espero a Tansy. Ninguno de los dos camareros se acerca a tomarme el pedido, aunque puede que sea bueno porque mi prima vuelve indignada y dando pisotones.

      —No te lo vas a creer —anuncia—. El estúpido idiota se ha equivocado de bar. Está en el Zorro y el Sapo, junto a Fenway. Nosotras estamos en el Zorro y el Zoquete.

      —¿Por qué todos los bares de esta ciudad llevan la palabra «zorro»?

      —¿Verdad? Y ni siquiera me puedo enfadar demasiado con él, porque ha sido una confusión tonta. —Suelta un suspiro, exasperada—. En fin, está allí con unos amigos y no quiere mover a todo el grupo cuando tú y yo podemos ir en taxi y llegar allí en diez minutos.

      —Tiene sentido.

      —¿No te importa que nos vayamos de aquí?

      —No. —Me aparto de la barra—. Deja que vaya al baño antes de irnos.

      —Vale. Yo pido el taxi. ¿Te espero fuera?

      —Perfecto.

      Tansy sale del pub mientras yo me acerco a los lavabos. A pesar de la muchedumbre de un viernes por la noche, no hay cola para entrar en el baño de mujeres. Al abrir la puerta, me encuentro con dos chicas delante del espejo que hablan en voz alta mientras se arreglan el maquillaje. Las saludo con la cabeza y entro en un compartimento.

      —Si quieres ir al Dime, vamos al Dime —dice una de ellas.

      —Ya te lo he dicho, no quiero ir.

      —¿Estás segura? Porque no dejas de hablar como una cotorra de Jake Connelly y de su maravillosa lengua.

      Me quedo helada. Hasta se me corta el pis como por arte de magia.

      —No tenemos que ir a ningún otro lado esta noche —dice la primera chica—. Vamos al Dime, así lo ves. A lo mejor os volvéis a enrollar…

      —No creo. Connelly no suele repetir. —La segunda suena abatida—. Es inútil que vayamos.

      —Nunca se sabe. Dijiste que se lo pasó bien, ¿no?

      —Le hice una mamada. Claro que se lo pasó bien.

      Aprieto los labios para evitar una sonrisa. Oh, fíjate. Jakey tuvo premio la otra noche. Bien por él.

      Entonces recuerdo el drama que montó con lo de McCarthy y dejo de sonreír. Termino de hacer pis deprisa, impaciente por salir de los baños para dejar de escucharlas.

      Se oye un suspiro de anhelo desde el otro lado de la puerta.

      —No tienes ni idea de lo pasional que fue todo.

      —En realidad, sí. Porque no dejas de hablar del tema.

      —Es que besa tan bien. Y cuando me hizo sexo oral, hizo una cosa con la lengua, como… Ni siquiera puedo describirlo. Fue como… un beso con un remolino.

      Empiezo a sentirme incómoda. He tenido mis propias conversaciones sobre sexo con mis amigas, pero estas chicas están entrando en demasiado detalle. Además, saben que no están solas en los baños. Me han visto entrar.

      —Me sorprende que te devolviera el favor. A los buenorros como él les suele dar igual si la chica termina o no. Muchos se van después de la mamada.

      Tiro СКАЧАТЬ