Lengua materna. Suzette Haden Elgin
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Название: Lengua materna

Автор: Suzette Haden Elgin

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Lengua materna

isbn: 9788418431036

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СКАЧАТЬ estados en el plazo de siete años a partir de la fecha de su entrada en vigor.

      (Vigente desde el 11 de marzo de 1991)

       VERANO DE 2205…

      Solo había ocho de ellos en la reunión; un número poco idóneo. Además de ser una cantidad muy pequeña para llevar los negocios de manera eficiente, también era par, lo que significaba que, en caso de empate, habría que dar a Thomas Blair Chornyak un voto de calidad, algo que siempre odiaba. Denotaba un elitismo que era completamente contrario a la filosofía de las líneas.

      Paul John Chornyak se encontraba presente y metía baza a los noventa y cuatro años, aunque Thomas debería haber sido capaz de proceder sin la interferencia del viejo. Aaron también estaba allí; debía asistir, pues el último punto del orden del día le concernía directamente. Habían congregado a dos de los miembros veteranos mediante el comset, de manera que los rostros de James Nathan Chornyak y de Giles, el cuñado de Thomas, se encontraban entre ellos, algo irritados. Adam estaba allí; solo era dos años más joven que Thomas y formaba parte del grupo de manera oficial. Thomas confiaba en su hermano por muchos motivos, entre ellos, su habilidad para desviar las digresiones de su padre y convencer a Paul John de que sus palabras se tenían en cuenta. Kenneth se encontraba allí porque, al no ser un lingüista, siempre podía escaparse de lo que estuviera haciendo para asistir a las reuniones, y Jason, porque la negociación en la que estaba trabajando se encontraba estancada por un tecnicismo sobre el que no tenía poder alguno, lo que le concedía tiempo libre hasta que el Departamento de Estado lo resolviera.

      Cualquiera de estos dos últimos habría resuelto el problema del número par al excusarse con cortesía, pero ninguno estaba dispuesto a hacerlo. En opinión de Jason, ya que Kenneth no era más que un yerno y ni siquiera miembro de las líneas por nacimiento, era él quien tenía que marcharse a cumplir con sus obligaciones en lugar de entorpecer el trabajo. Y, en opinión de Kenneth, tenía tanto derecho a tomar parte en la reunión como Jason: no había renunciado a su apellido y tomado el de Mary Sarah Chornyak para nada. Ahora era un Chornyak, como cualquiera de los otros, y sabía muy bien que una de las cosas que tenía que hacer era subrayar ese hecho a cada oportunidad o los otros hombres más jóvenes lo relegarían al último puesto de la jerarquía. No estaba dispuesto a marcharse.

      Era una situación molesta, y Thomas consideró por un instante la posibilidad de pedir a James Nathan que se retirara, pero lo habían despertado para esto, y no le había hecho mucha gracia. Había pasado despierto toda la noche anterior y hasta bastante después del desayuno en busca de una solución para una de las crisis de la Tercera Colonia, de las que, al parecer, había un suministro inagotable, y estaba exhausto. Ahora que lo habían despertado, no sería apropiado que le sugirieran que volviera a la cama: «Lamentamos molestarte, pero pensábamos que te necesitaríamos…». No. No estaría bien, así que lo dejó pasar. Si Thomas tenía que usar su voto de calidad, que así fuera; sobrevivirían. Últimamente, las reuniones en la casa Chornyak eran siempre breves, excepto las semestrales, que tenían un calendario permanente y para las que todos dejaban un día libre en sus agendas. Por la manera en que el Gobierno había impulsado los viajes al espacio en los últimos tiempos, y con la negociación de todo el conjunto de tratados y acuerdos de compra y el establecimiento de relaciones formales, era difícil encontrar a cualquier lingüista de menos de sesenta años que pudiera dedicar una hora a los asuntos internos.

      Thomas se contentaría con lo que tenía, y agradeció que no solo estuvieran el viejo Paul John, Aaron y él. Los tres a solas en la mesa habrían compuesto un quorum penoso. La forma de la mesa, una superficie lisa en forma de A sin travesaño, era ideal para las reuniones semestrales. Los hombres se colocaban a su alrededor y, a la vez, contaban con un amplio espacio para tridis y hologramas en la zona sólida en la cúspide de la A. Pero cuando solo había media docena de personas, cada uno tenía que apostarse en un punto arbitrario para llenar la geometría, o bien acurrucarse en un rinconcito y sentirse empequeñecidos. Ese día habían optado por la dispersión. Su padre se encontraba a su derecha, con los comsets al otro lado de la habitación, que gravitaban fuera del alcance de sus cabezas, y los otros cuatro hombres colocados como los puntos de una brújula. Estúpido procedimiento.

      Resolvieron sin problema los primeros siete puntos del orden del día y no hubo necesidad de hacer ninguna pausa. Lo único sobre lo que Thomas se sentía un poco más inseguro, el contrato para el REM80-4-801, no tuvo ninguna oposición. A veces, una reunión con una proporción sustancial de jóvenes participantes sin experiencia tenía sus ventajas. Había preparado sus argumentos, por si acaso, pero o bien ninguno de los otros se había percatado de la peligrosa apertura en el subpárrafo once, o no les preocupaba lo suficiente como para perder el tiempo discutiendo al respecto. El resto de asuntos eran pura rutina, y completaron la lista en menos de doce minutos.

      Ahora se disponían a abordar el último tema. Con cuidado, Thomas lo leyó con un tono de voz indiferente, sin añadir énfasis alguno y, a continuación, esperó. Como había previsto, Aaron fingió estar tremendamente aburrido; tenía la habilidad propia de la línea Adiness con las expresiones faciales, además de la facilidad que confiere la práctica, y mostró un completo desinterés.

      —Este asunto queda abierto a discusión —declaró Thomas—. ¿Algún comentario?

      —Sinceramente, no veo ninguna necesidad de discusión —observó Aaron de inmediato—. Creo que habríamos resuelto todo este asunto con facilidad mediante memorandos, y Dios sabe que tengo cosas mejores que hacer con mi tiempo. Como todos, Thomas; seguro que no soy el único que está atascado con los plazos de entrega federales.

      Thomas no estaba dispuesto a pronunciarse todavía; alzó las cejas apenas la fracción precisa, se frotó la barbilla con suavidad y esperó… hasta que Aaron habló.

      —Reconozco que tuviste que añadir este asunto a un orden del día formal; me has convencido de ello —comentó—. Y lo hemos hecho. Ha salido a la luz, es una cuestión pública, para que todo el mundo lo vea y aplauda. Y ya hemos perdido demasiado tiempo. Propongo que votemos y acabemos de una vez.

      —¿Sin ninguna discusión? —preguntó Thomas con suavidad. Aaron hizo un gesto de indiferencia.

      —¿Qué hay que discutir?

      Paul John intervino; era lo bastante viejo como para que la arrogancia de este yerno en concreto no le pareciera divertida en absoluto, y demasiado anciano para que su brillante uso del lenguaje o su buen aspecto lo impresionasen.

      —Lo descubrirías si dejaras hablar a los demás —repuso el anciano—. ¿Por qué no lo intentas y lo compruebas?

      Thomas actuó con rapidez, pues no le interesaba ver a Aaron y Paul John iniciar una de las sesiones de combate dialéctico a las que eran tan aficionados. Eso sí que sería una pérdida de tiempo.

      —Aaron —intervino—, esta reunión no es una mera fachada.

      —No. Teníamos que discutir esos contratos. Y votar sobre ellos.

      —Y este tema tampoco es trivial —insistió Thomas—. Hay un motivo, un buen motivo que nada tiene que ver con hacerlo público, para que lo tengamos en consideración. Porque sentimos, y estamos obligados a sentirlo, algo más que afecto formal hacia la mujer en cuestión.

      —Y te recuerdo que, en términos puramente económicos, la mujer merece ese afecto por completo —intervino Kenneth desde el otro extremo de la mesa, en la pata derecha de la A. Estaba nervioso y carecía de la habilidad necesaria para ocultarlo con el tono de voz o el lenguaje corporal, pero mostraba determinación—. Nazareth Chornyak ha dado nueve niños sanos a esta línea —añadió—. Eso son nueve lenguajes alienígenas añadidos a los haberes СКАЧАТЬ