La suerte de Omensetter. William H. Gass
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Название: La suerte de Omensetter

Автор: William H. Gass

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788412305975

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СКАЧАТЬ has visto cómo los gatos se agazapan en la hierba y fijan sus ojos en lo que vayan persiguiendo. ¿No has visto cómo les tiembla la boca sin que salga de ella sonido alguno? Quieren que el mundo entero se quede quieto mientras ellos se mueven.

      ¿Para que la rata no salga corriendo?

      Sí, eso es, para que la rata no salga corriendo. También para que no salga volando el pájaro. Para que el saltamontes patilargo le cepille los dientes y que la carpa flote en el agua al alcance de su garra.

      ¿Qué edad tenía el gato de Skelton cuando pesaba casi lo mismo que un perro?

      ¿El gato de Mossteller?

      El gato de Skelton.

      Tenía casi la misma edad que yo entonces.

      ¿Qué edad era esa?

      Puede que catorce.

      Pues no era muy viejo. El mío tenía veintinueve.

      ¿De verdad? ¿Tan viejo?

      Bueno, veintinueve o treinta y tres.

      Es lo más viejo que he oído jamás.

      Lo sabía.

      Pero vivió demasiado y se puso demasiado gordo.

      ¿Qué le pasó?

      Eso tiene su historia.

      Lo sabía.

      Sé que lo sabías.

      Cuéntame la historia, entonces. Me gustan los gatos, al menos los mansos, los que no arañan.

      Este no era un gato manso, chico. No señor. Tenía el pelaje de cuero, y en lo de arañar, caray, era capaz de dejar su marca en un ladrillo igual que Guy, bueno, igual que hace surcos un rastrillo en la tierra primaveral.

      Caray. Lo sabía.

      Sé que lo sabías.

      Por favor, cuéntame la historia entonces, si tenía cuero por pelaje, caray. Eso me gusta. Me gustan las historias sobre Kick Skelton.

      ¿Te he hablado yo de Kick Skelton? Él es el hombre que se hizo pedazos.

      Claro que lo hiciste.

      No lo hice.

      Sí que lo hiciste, ¿su gato salía a cazar con él igual que hacía su perro?

      Tú espera. Como he dicho, el gato de Kick vivía junto a la estación. Vivía cerca durante la primavera y el otoño y el verano como viven las aves cerca de sus nidos. Supongo que también como las ratas cerca de la basura, pues eso hacían. Quizás el gato de Kick no vivía junto a la estación en absoluto. Quizás, como el vertedero no estaba lejos, y las ratas se quedaron a vivir cerca del vertedero, el gato de Kick se quedó a vivir cerca de las ratas y la estación estaba allí solo por casualidad. Nunca estuve seguro. Eso hizo, en cualquier caso, aunque nunca estaba en ningún sitio en particular, cuando mirabas. Pero todo era suyo y nunca andaba lejos. Si algo extraño ocurría: si dos cosas diferentes hacían ruido a la vez, o si alguien se reía de un modo que nunca antes había oído, o hacía crujir un par de botas nuevas o algún movimiento raro, como Able Hugo que a veces solía dar saltitos en el aire, por pura diversión; cada vez que sucedía lo más nimio fuera de lo normal, pues él estaba terriblemente en contra de eso, salía a mirar, y a todos los trenes. Cuando un tren venía con retraso él se sentaba en el balasto y se quedaba mirando las vías y daba coletazos hasta que sonaba el silbato. Aun así seguía allí sentado hasta que el tren se le echaba encima y en el último segundo, con la lentitud y la pereza que se le antojara, se daba la vuelta y se iba.

      Caramba.

      En invierno a menudo dormía en la estación. Sabía al centímetro a qué distancia dormir del fogón. Sabía dónde escupía todo el mundo y dónde nos sacudíamos a pisotones la nieve de las botas, haciendo retemblar el suelo, y de dónde venían las rachas de viento, trayendo copos, agitando las tirillas de papel que guardábamos en la leñera. Sabía dónde podía aterrizar el ascua de una pipa o las virutas de un tallista, y calculaba dónde caería y cómo rodaría hasta el rincón, estoy seguro, cada dama cuando el tablero se volcaba, como a menudo sucedía si era Jenkins quien jugaba. Jenkins. Espera, había un tipo… Sin embargo… el gato de Kick lo sabía todo sobre la estación. Sabía dónde caía la mayoría de la luz, y de qué se hablaba, y hacia dónde iba el humo. Me juego lo que sea a que sabía, incluso, cuántos copos revoloteaban hasta el fogón cuando Kick entraba. Se hacía una bola sobre un trozo de lienzo debajo de un banco y se tapaba el hocico con la pata. A veces suspiraba y sorbía en sueños, y a veces roncaba.

      No es verdad.

      Es un hecho. Si tuviésemos tiempo podría enseñarte dónde arañó varios ladrillos tal como he dicho que era capaz de hacer.

      ¿En serio?

      Claro.

      No es verdad.

      ¿Has visto alguna vez a un gato estirarse? Los gatos saben lo que es vivir.

      Lo sé.

      En eso los gatos nos dan mil vueltas. Aunque Brackett Omensetter…

      Lo sé. ¿Se quedaba allí todo el tiempo, en la estación, me refiero? ¿El gato de Kick?

      No dormía allí con la frecuencia suficiente como para decir que vivía allí, ya que algunas veces se quedaba fuera con un tiempo malísimo. En mitad del invierno me encontraba sus huellas en lugares extraños, y en invierno sobre todo mantenía sus hábitos en secreto. Luego te cuento eso.

      ¿Tenía nombre el gato de Kick?

      ¿Nombre?

      Sí, nombre. Como Isaac, quizás, o Brineydeep.

      Santo cielo. Brineydeep.

      Si tuviese un gato lo llamaría Brineydeep o Isabel.

      Creí que habías dicho que tenías gato.

      Solo lo he dicho. Si tuviese un gato sería igual de grande que un poni y tendría el rabo largo. ¿El gato de Kick tenía el rabo largo? El mío lo tendría, y cuando lo tuviera, lo llamaría Bigotes en vez de Brineydeep.

      No te sigo.

      ¿Cómo se llamaba el gato de Kick? La tortuga de Molly se llama Sam, se está muriendo.

      Se llamaba el gato de Kick.

      Si no tenía nombre podrías buscarle uno. Conozco a un niño al que le borraron el nombre y desapareció para siempre. Casi para siempre. Incluso más tiempo todavía. Acabas capum, ya sabes, ¡capum!

      ¿Qué le pasó?

      Se volvió invisible para que nadie lo viera.

      ¿Nadie?

      Solo los árboles. Cosas así.

      ¿Quién te ha contado eso?

      Un hombre. ¡Capum! СКАЧАТЬ