Relaciones familiares. María Hilda Sánchez Jiménez
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      4. ¿Qué ha significado, para la relación entre ustedes, haber experimentado dicha situación?

      5. ¿Cuáles fueron las soluciones intentadas por ustedes? (recursos o estrategias).

      – ¿Qué decisiones tomaron?

      – ¿Qué acciones realizaron?

      6. ¿Qué decisiones y qué acciones funcionaron de manera favorable en sus relaciones y cuáles no? (ampliar o explicar).

      7. De los miembros de la familia ¿quiénes lograron un cambio más rápido? ¿Quiénes se demoraron más? ¿En qué se vio reflejado esto? ¿por qué cree que ellos actuaron así?

      8. ¿Qué personas externas a la familia, o instituciones, contribuyeron a la superación de la crisis y cómo lo hicieron?

      9. ¿Qué resultados obtuvieron con el apoyo que recibieron?

      10. ¿En qué momento y cómo se dieron cuenta de que la situación estaba cambiando?

      11. ¿Cómo se fue resolviendo la situación de crisis?

      12. Si tuviera que comparar ¿cómo era la relación durante la crisis y cómo es ahora cuando la situación se ha resuelto?

      13. ¿Qué ha significado para la relación de ustedes haber enfrentado y superado la crisis?

      14. ¿Qué está haciendo cada uno/a para mantener el cambio relacional y personal logrado?

      15. ¿Cuáles fueron los aprendizajes y las ganancias personales, relacionales y familiares de esta experiencia?

      16. Si se les presentara una situación similar a la que han narrado, ¿cómo creen que actuarían?

      17. ¿Qué recomendaciones harían a profesionales que trabajen con familias que están pasando por una situación similar a la de ustedes?

      Aclaro que metodológicamente el hecho de plantear la consigna “Vamos a conversar sobre una situación de crisis por la que ha pasado la familia y que ustedes consideran que fue resuelta con éxito y ya está superada”, conlleva el propósito de salir del foco problema e ir hacia la co-construcción del cambio. Este propósito da el sentido a esta investigación. Esto significa que, desde la introducción de la entrevista, la mirada va hacia algo que fue resuelto con éxito por parte de los integrantes de las familias entrevistadas. Así mismo, esta consigna inicial ubica, en primer plano, lo que las familias hicieron para superar la situación de crisis y, por ende, la perspectiva sobre familia como agencia activa-potenciadora de cambios y desarrollos.

      Hago esta aclaración por cuanto en las familias ocurren situaciones críticas de alta complejidad que uno o más miembros de ellas quedan derrumbados. Se quiebra el sistema sociofamiliar y se crean enfermedades físicas y mentales que requieren de la intervención de expertos. Y, aun así, los resultados pueden no ser exitosos, más cuando la crisis ha quebrado la identidad de las personas y/o de sus familias. White y Centre (2016) plantean que algunas veces los traumas frente a las crisis son corrosivos, es decir, que las personas pueden pierden el sentido de sí mismas, de su proyecto de vida y también pierden el contacto con el sentido familiar de su identidad. Ya no saben cómo proceder en la vida, a tal punto que hasta en los contextos terapéuticos puede ser muy difícil extraer qué es lo que les da valor a sus vidas (White y Centre, 2016).

      A partir de las voces de cada persona, en su lugar de pareja, esposa, esposo, madre, padre, hija, hijo, abuela, abuelo, hermana, hermano, se abrió una forma de leer, traducir e interpretar aristas de un evento y una experiencia cotidiana; de algo que ocurrió en el pasado, en una forma de vida que tuvo su propio contexto y que en el momento de la narración se hace verbo y se reconoce una historia articulada al contexto sociocultural de las personas y familias. Arfuch, desde una visión bajtiniana se refiere a los lenguajes de la entrevista como:

      El funcionamiento del lenguaje en la entrevista nos remite a formas de las cuales tenemos una experiencia cotidiana: el diálogo, la conversación. A pesar de que el principio dialógico determina aquí que “uno pregunta y otro responde”, los recorridos son siempre azarosos. Pensar en la entrevista como género discursivo es atender a la situación comunicativa, sus interlocutores, el “pacto de cooperación” que se establece entre ellos (aun cuando sea para discernir), sus reglas y sus infracciones. Pero también es considerar los sentidos de esa interacción, los sistemas de valoración del mundo que se ponen en juego, la relación con otras formas discursivas, el modo en que se articula al contexto sociocultural. (Arfuch, 1995, p. 27).

      En este sentido, hablar del lenguaje de la entrevista implica registrar las voces, las entonaciones o los sonidos polivocales y polifónicos expresados por el hablante, quien nos remite a una trama con sus tiempos, con sus personajes dialógicos porque estos interactúan con el hablante y también nos remite a contextos relacionales particulares en función del evento que narra. Con cada recuerdo las personas buscan la manera de presentar un fragmento de su vida cotidiana en la que estuvieron involucrados junto con otros integrantes de sus familias como con otras personas de sus familias extensas y aquellas quienes por la cercanía o solidaridad del momento deciden ser parte del apoyo y la búsqueda de salida a lo que han identificado como situación de crisis. También, en cada recuerdo aparecen los personajes centrales o periféricos con quienes su relación y sus formas de acción configuraron la trama de lo que se identificó como algo doloroso, traumático, difícil que les ocurrió y en el presente se expresa como una historia pasada por imágenes que el hablante narra y de la cual algo se ha aprendido. Como plantea Gergen (1996),

      Si uno pudiera interpretar la propia vida ahora como el resultado de una “larga lucha ascendente”, como un “declive trágico”, o como una continuada epopeya o saga, en la que uno sufre derrotas o renace de sus cenizas para conseguir el éxito, estaríamos plenamente preparados para creer. (p. 247)

      La consigna inicial fue también la introducción para que cada persona trajera su propia realidad y la historia de ella, solo condicionada por la intención del hablante de narrar la situación de crisis y su papel, así como el de las otras personas con las que compartió este fragmento de vida. No era necesario un marco teórico que les explicara qué significaba una crisis, por el contrario, el desarrollo de cada historia en particular, las semejanzas y diferencias con otras, fue lo que provocó que viera cada historia como un evento por la importancia que cada hablante le daba y por la huella personal y familiar que dejaba haber vivido esta experiencia y su recuerdo al traducirla.

      A partir del proceso de la entrevista, las realidades contadas agregaron nuevos saberes al entrar en conversación. Es decir, llenaron de vida una forma de relación en la que se combinaron significados, sentidos e intenciones para saber más sobre “algo”, que aun en el medio investigativo consideramos como “realidad” (virtual o ficticia) dentro de sus propios contextos. Estas “realidades” navegaron en las narraciones entre las personas al crear fragmentos sobre experiencias de vida, conectados en el desarrollo de entrevistas, a través de preguntas, respuestas, recuerdos, diálogos, conversaciones e historias. En fin, estas realidades se manifiestan en conexiones sociolingüísticas que señalan la manera como las personas traducen formas de lenguajes y, por ende, las formas de vida creadas en las relaciones interpersonales y sociales, ausentes de cualquier forma de calificativo desde el punto de vista de la acción ética investigativa. Estas formas de vida son representaciones de un sujeto y otro, del yo, tu, él, nosotros, ellos con quienes se co-construyen y se recrean las prácticas dialógicas СКАЧАТЬ