Название: Cleopatra
Автор: Harold Bloom
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Personajes de Shakespeare
isbn: 9788412263060
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No, señora.
Cleopatra
¿No estaba aquí?
Carmia
No, señora.
Cleopatra
Estaba de ánimo alegre, y de pronto
le da por pensar en Roma. ¡Enobarbo!
(acto 1, escena 2)
Cleopatra intuye sagazmente que «pensar en Roma» alejará de ella a Antonio. La política y la pasión se funden al darse cuenta de ello.
Enobarbo
¿Señora?
Cleopatra
¡Búscalo y tráelo aquí! ¿Dónde está Alexas?
Alexas
Aquí, a tu servicio. –Ahí llega mi señor.
Cleopatra
No quiero verlo. Venid conmigo.
Su desdén es tan auténtico como táctico y nos recuerda que, mientras ella representa continuamente su propio papel, es consciente de los límites de su histrionismo. Los mensajeros informan de que la mujer de Antonio, Fulvia, y su hermano Lucio fueron derrotados por Octavio. Las malas noticias se multiplican. Los de Partia han atravesado las líneas romanas. Fulvia ha muerto. Antonio, que no la quería, la alaba como una gran alma «que nos deja». Una nueva percepción le avisa de que debe romper sus cadenas egipcias y abandonar a la «reina hechicera»:
Antonio
¡Enobarbo!
Enobarbo
¿Qué deseas, señor?
Antonio
Debo irme de aquí pronto.
Enobarbo
Mataremos a las mujeres. Ya sabemos lo mortal que es para ellas un desaire. Padecer nuestra ausencia será su muerte.
Antonio
Tengo que irme.
Enobarbo
En caso de necesidad, que se mueran las mujeres.
Sería una pena abandonarlas por nada, pero si hay
una causa importante, que no cuenten. Como tenga la
menor noticia de esto, Cleopatra se nos va en el acto.
Por mucho menos la he visto yo irse veinte veces. Será
porque en ello hay un ardor que la hace amorosa: se va
con mucha rapidez.
Enobarbo es meticuloso al describir el ardiente talento de Cleopatra para fingir sus muertes, un arma decisiva en su arsenal.
Antonio
Es más lista de lo que pensamos.
Enobarbo
¡Ah, no, señor! Sus emociones están hechas de la flor
del amor puro. No podemos llamar vientos y lluvias
a sus suspiros y sus lágrimas: son tempestades y
tormentas mayores que las que anuncia el almanaque.
Eso no es ser lista. Si lo es, ella trae la lluvia igual de
bien que Júpiter.
Antonio
¡Ojalá no la hubiera visto nunca!
Enobarbo
Entonces te habrías quedado sin ver una gran obra
maestra, y sin esta suerte menguaría tu fama de viajero.
El lenguaje es admirable y cómico, y nos dice una vez más que Antonio y Cleopatra no pueden subsumirse en géneros o categorías. El pobre Antonio, embelesado por ella, admira su arte y a la vez es reducido a desear que se termine. La lengua de Enobarbo brilla cuando es un eco de Hamlet:
¡Qué obra maestra es el hombre! ¡Qué noble en su raciocinio! ¡Qué infinito en sus potencias! ¡Qué perfecto y admirable en forma y movimiento! ¡Cuán parecido a un ángel en sus actos y a un dios en su entendimiento!
(Hamlet, acto 2, escena 2)
Cleopatra es una obra maestra que es maravillosa de otra forma: erótica y a la vez, trascendente.
Antonio
Fulvia ha muerto.
Enobarbo
¿Señor?
Antonio
Fulvia ha muerto.
Enobarbo
¿Fulvia?
Antonio
Ha muerto.
Enobarbo
Entonces ofrece a los dioses un sacrificio de gratitud.
Cuando place a sus divinidades quitarle la mujer a
un hombre, nos enseñan quiénes son los sastres de
este mundo. Y en ello está el consuelo de que, cuando
un traje está gastado, los del oficio hacen otro. Si no
hubiera más mujeres que Fulvia, ¡triste asunto! Tu
pesar culmina en la consolación: el camisón viejo
trae la enagua nueva, y en la cebolla hay lágrimas que
bañarán tu dolor.
(acto 1, escena 2)
Esto es fascinante, como si a Enobarbo lo hubiera contagiado el gozoso ingenio de Falstaff, y me hace desear que Shakespeare hubiera СКАЧАТЬ