Название: Fe, pobreza y desarrollo
Автор: Bryant Myers
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9781951539030
isbn:
Separación de palabra, acto y signo
Paul Hiebert desarrolló un marco muy útil que compara las cosmovisiones de las culturas tradicionales y modernas. Él retrata la cosmovisión moderna como de dos niveles, con los mundos físico y espiritual completamente separados. La cosmovisión tradicional es holística, con los dos ámbitos interrelacionados en un todo transparente. El mundo de la religión alta está ocupado por los grandes dioses que no deberían de ser molestados o perturbados. La interrelación entre el mundo visible y el mundo invisible está mediada por chamanes, libros sagrados, espíritus y otros que tienen acceso a ambos mundos. Este es el mundo de maldiciones, amuletos y hechizos y otros intentos de negociar o “manejar el mundo invisible”.
Si bien el mundo moderno tiene algo que decir sobre la alta religión y sobre el mundo físico, nosotros no tenemos nada que decir al mundo de la religión popular. Sufrimos de lo que Hiebert llama “el centro excluido”.
Figura 12: Cosmovisiones Moderna y Tradicional (Adaptado de Hiebert, 1982)
Nosotros, en Occidente, ya no creemos en ancestros, espíritus, demonios ni actores invisibles. Después de todo, eso es pura superstición e ignorancia. Sin embargo, la mayoría de las culturas tradicionales pasan mucho tiempo preocupadas por este mundo invisible y ubican la causa y el efecto allí. El impacto de este centro excluido desde una perspectiva de desarrollo es un punto ciego. Fallamos al escuchar la historia de la comunidad sobre el mundo invisible y fallamos en tener respuestas que, en sus mentes, tomen adecuadamente este mundo en cuenta.
Para los cristianos, debería ser humillante notar que, aunque en modo alguno es lo mismo, la cosmovisión de la Biblia está más cerca de la cosmovisión delas culturas tradicionales que de la moderna. La cosmovisión bíblica es holística en el sentido de que el mundo físico nunca se ha entendido como desconectado o separado del mundo espiritual y la regla de Dios que lo creó. Además, Cristo —el creador, sustentador y redentor de la creación— está tanto en nosotros como intercediendo por nosotros a la diestra de Dios Padre. El hecho de que la Palabra se hiciera carne explota la afirmación de que lo espiritual y lo físico se pueden separar de manera significativa.
Es necesario hacer una aclaración: haber señalado el holismo en la cosmovisión bíblica y el hecho de que la mayoría de las cosmovisiones tradicionales son holísticas no es para decir que la cosmovisión bíblica es animista. Las cosmovisiones bíblicas y animistas son bastante diferentes, tal y como deja claro la comparación de la figura 1-2 y la figura 1-3. Existe un solo Dios en la cosmovisión bíblica; todos los demás seres espirituales son parte del orden creado y caído, al igual que los seres humanos.
Figura 13: Contraste de las cosmovisiones modernas y bíblicas
Esta comparación de las cosmovisiones también llama la atención al hecho de que las preguntas críticas cambian dependiendo del nivel en el cual se esté funcionando. El evangelio aborda la cuestión de la verdad con el evangelio como palabra: la verdad acerca de Dios. El evangelio aborda cuestiones de poder con el evangelio como signo: el poder del Espíritu Santo. En el nivel material del empirismo, la cosmovisión bíblica responde a la pregunta “¿Qué funciona?” con buenas obras que expresan el amor de Dios.
Esto revela otro nivel del problema que la modernidad causa a la misión cristiana. Cuando separamos lo espiritual de lo físico, no solamente separamos el evangelismo del desarrollo, sino que separamos el evangelio como palabra del evangelio como obra y no proporcionamos nada para el evangelio como signo. En el ámbito espiritual, la pregunta crítica es “¿Cuál Dios es el verdadero Dios?”,yla respuesta es una idea. Este marco nos habilita a reducir el mensaje del evangelio a la verdad en forma de propuestas, inclusive a un conjunto de “leyes espirituales”. Así, el testimonio cristiano se reduce a palabras y a hablar.
Al nivel del mundo físico, la pregunta es “¿Qué funciona?”. La respuesta viene en forma de métodos efectivos y buena tecnología. Las obras son lo real. Entonces, así reducimos el mensaje del evangelio y el evangelismo a trabajar por la justicia o a salvar la creación de Dios.
Separar el evangelio como palabra, el evangelio como obra, y el evangelio como signo tiene serias consecuencias. En culturas en las que las palabras han perdido su significado, como es por lo general el caso en Occidente, las obras son necesarias para verificar lo que las palabras realmente significan. Decir que somos cristianos es ambiguo, dado que casi todos en Occidente afirman ser cristianos. Si queremos saber lo que las personas quieren decir cuando dicen que son cristianas, miremos la calidad de sus vidas. La forma en que vivimos y actuamos declara a otros lo que queremos decir cuando decimos que somos cristianos.
En otras culturas las obras pueden ser ambiguas. Ya sea que hablemos o no, las personas reciben un mensaje. Descubrir agua en el desierto es un milagro, y las culturas animistas a menudo interpretan la tecnología que la encuentra como magia y brujería. La investigación realizada por Bruce Bradshaw (1993) descubrió esto repetidamente en un trabajo de desarrollo de Visión Mundial. En opinión de los lugareños, Visión Mundial tiene destacados adivinos y poderosos chamanes entre su personal. La tecnología del desarrollo, sin las palabras que lo acompañan para interpretar sus buenas obras, puede dar como resultado que se otorgue la gloria a los científicos e hidrólogos del suelo inteligentes o “mágicos” en lugar de a Dios.
También debemos señalar la forma inadecuada en que la cosmovisión moderna aborda los signos. Debido a que no hay lugar para la aparición de lo sobrenatural en el mundo físico, no existe espacio para signos y milagros. Para la mayoría de los animistas, la pregunta existencial tiene poco que ver con la verdad; tiene que ver con el poder. Como la causa se ubica en el mundo invisible o espiritual, la pregunta vital es “¿Cuál dios es más poderoso?”. El hecho de que los carismáticos y los pentecostales tengan una respuesta para esta pregunta es una parte importante de la razón por la que, hoy día, son la expresión de mayor crecimiento de la iglesia. La incapacidad de lo moderno para tratar con signos y milagros dificulta mucho a los portadores de modernidad, como profesionales de desarrollo, poder llevar a cabo conversaciones importantes con personas que tienen una cosmovisión tradicional o animista. El profesional de desarrollo piensa que las personas están enfermas a cause de gérmenes y agua sucia, mientras que las personas creen que están enfermas a causa de maldiciones y brujería.
Por lo tanto, al abordar el mensaje del evangelio, nosotros no podemos separar palabra, obra y signo sin truncar nuestro mensaje. Las palabras aclaran el significado de las obras. Las obras verifican el significado de las palabras. Desde un punto de vista más crítico, los signos anuncian la presencia y el poder de Uno que es radicalmente otro y que es tanto la verdadera fuente de todas las buenas obras como el autor de las únicas palabras que traen vida en plenitud.
Limitación del alcance del pecado y el evangelio
Como hemos tendido a aceptar la dicotomía entre lo espiritual y lo físico, a veces inadvertidamente limitamos el alcance tanto del pecado como del evangelio. Si la preocupación de Dios es solo por lo espiritual, entonces reducimos nuestra comprensión del pecado a algo personal que separa a las personas de Dios. Esto, a su vez, nos tienta a reducir únicamente el alcance de la redención al ámbito espiritual o personal. Esto hace difícil entender el impacto del pecado en el mundo material de la economía, política, cultura y la Iglesia como una institución e incluso hace más difícil creer que el trabajo de redención y salvífico de Dios se extiende a este confuso mundo de pecado. Sin embargo, este es el mundo en el que trabaja la acción de desarrollo cristiano.
Al limitar el ámbito СКАЧАТЬ