Pinceladas del amor divino. Erna Alvarado Poblete
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Название: Pinceladas del amor divino

Автор: Erna Alvarado Poblete

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Lecturas devocionales

isbn: 9789877982817

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СКАЧАТЬ parece aturdida, y los amantes de la virtud y de la verdadera bondad casi se desalientan por esta osadía, fuerza y predo­minio del vicio” (El hogar cristiano, p. 282).

      Nosotras, que somos madres, hijas, hermanas o abuelas, tenemos el pri­vilegio de estar al frente de nuestras familias. Tomemos partido. “Dios pide a sus hijos que vivan una vida pura y santa. Ha dado a su Hijo para que po­damos alcanzar esta norma. Ha hecho toda la provisión necesaria para ca­pacitar al hombre para vivir, no para satisfacción animal, como las bestias que perecen, sino para Dios y el cielo” (La temperancia, p. 156).

      Con santa reverencia, pero con autoridad razonable, no permitas que tu hogar sea contaminado con alimentos, lectura, música ni ninguna cosa que ponga en riesgo la santidad de tu familia. Elena de White aconseja: “No se cargue la madre con tantos cuidados que no pueda dedicar tiempo a las ne­cesidades espirituales de su familia. Soliciten los padres a Dios que los guíe en su obra. Arrodillados delante de él, obtendrán una verdadera compren­sión de sus grandes responsabilidades, y podrán confiar a sus hijos a Aquel que nunca yerra en sus consejos e instrucciones” (El hogar cristiano, p. 276).

      Mil maneras de decir “te amo” - I

      “Todo lo que hagan, háganlo con amor” (1 Cor. 16:14).

      El lenguaje del amor es realmente sencillo, pero cuánto nos cuesta aprenderlo. Pueden ser muchas las razones por las que algunas per­sonas, aun amando, no saben expresarlo. La timidez, la vergüenza, la inseguridad y las creencias erróneas son los motivos más frecuentes que encadenan los afectos, encerrándolos en un nicho de frialdad. Algunos creen que expre­sar amor los hace vulnerables, y lo consideran un signo de debilidad; se sienten expuestos frente a los demás. Elena de White dice: “Son muchos los que consideran la manifestación del amor como una debilidad, y permanecen en tal retraimiento que repelen a los demás. [...] El amor no puede durar mucho si no se le da expresión” (El hogar cristiano, p. 88).

      La dificultad de muchos radica en el hecho de que nadie les ha enseñado a amar; sin lugar a dudas, aman, pero desconocen la forma de expresar su amor. Y son muchos también los que frente a un corazón aparentemente congelado e indiferente tienen miedo a sufrir y ser víctimas de rechazo. Sin embargo, todos los seres humanos hemos nacido con la capacidad de dar y recibir amor. Es una virtud inherente a nuestra naturaleza que debemos desarrollar. El amor expresado en sus diferentes formas posee un poder extraordinario que puede hacer que lo aparentemente imposible sea posible. Puede realizar milagros, cambiar vidas y proveer sanidad.

      La Palabra de Dios afirma que el amor puede ser aprendido y exhorta a las mujeres maduras y de experiencia a ser maestras en el arte del amor (ver Tito 2:4). Esto nos dice que, sin excepción, podemos ejercitarnos y aprender a manifestar amor. Erick Fromm, en su libro El arte de amar, propone al amor como la respuesta a la existencia humana; es decir, todos necesitamos amor para vivir con salud y plenitud.

      Los gestos, los movimientos corporales, la cercanía física, la vehemencia y el énfasis con que decimos las cosas son instrumentos a través de los que podemos expresar amor. Elena de White declara: “Los ángeles se deleitan en morar en un hogar donde vive el amor y este se expresa tanto en las mira­das y las palabras como en los actos” (El hogar cristiano, p. 369).

      Amiga, no permitas que ningún miembro de tu familia viva con desnutri­ción emocional; comienza el día haciéndoles evidente el amor que sientes por ellos. Para hacerlo, necesitas recibir la caricia de Dios. Inclínate reverente ante su presencia y recibe su amor y su cariño.

      Mil maneras de decir “te amo” - II

      “Sobre todo revístanse de amor, que es el lazo de la perfecta unión” (Col. 3:14).

      El biólogo Humberto Maturana, en su teoría acerca de la biología del amor, dice: “Es más fácil ser feliz que infeliz; es más fácil amar que no amar”. Al crearnos, Dios nos dio capacidades emocionales, físicas y espirituales que nos hacen seres humanos equipados para dar y recibir amor.

       Amar con toques cariñosos: el lenguaje corporal del amor se expresa con abrazos, toques positivos, besos y acercamiento que provee apoyo. Con­finar, ignorar y mantenernos a distancia de las personas que amamos ma­ta el amor.

       Amar con los ojos: mirar con atención es la mejor manera de decirle a alguien que es importante para nosotras. Una inspección visual del otro, cargada de sentimientos amorosos, crea lazos de intimidad y cariño que ayu­dan a resistir los peores momentos. Una mirada vale más que mil palabras.

       Amar con los oídos: padres, madres, esposas y esposos “sordos” abundan. Son los que construyen un muro de indiferencia, confinan a los hijos a la soledad y al abandono. El amor sencillo y verdadero necesita tiem­po para despojarse de las preocupaciones personales y escuchar a otros con genuino interés. Una conversación sin prisa puede ser una excelente sesión de catarsis que todos necesitamos.

       Amar a través del respeto: decimos “te amo” cuando manifestamos res­peto y consideración. Todos tenemos gustos, intereses, expectativas y sueños diferentes. El respeto debe inducirnos a ser sensibles a los sentimientos ajenos. “Lo siento” y “lo has hecho muy bien”, aunque son frases sencillas de expresar, se hacen cada día más escasas.

      Aprendamos el lenguaje del amor. Cada quien podrá expresarlo de acuer­do a su forma de ser, sin tratar de imitar a nadie. Si es a través de las palabras o los gestos, no tengamos miedo; un “te quiero” lleno de sinceridad puede mo­ver montañas. Una caricia sincera puede curar heridas profundas.

      Elena de White escribió: “Las pequeñas atenciones, los numerosos in­cidentes cotidianos y las sencillas cortesías constituyen la suma de la felicidad en la vida; y el descuido manifestado al no pronunciar palabras bon­dadosas, afectuosas y alentadoras ni poner en práctica las pequeñas cortesías, es lo que contribuye a formar la suma de la miseria de la vida” (El hogar cristiano, p. 89). Tomemos la decisión de erradicar la miseria hu­mana con la fuerza del amor.

      Una mujer comprometida

      “Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él” (Jos. 1:8, RVR 95).

      Es imposible no reconocer el papel insustituible de la mujer en el quehacer actual de la sociedad, desde la que se encuentra en la trin­chera de su hogar como madre y esposa, hasta aquella que sale cada día a trabajar para contribuir al bienestar familiar.

      El mundo actual exige compromiso, y debemos asumirlo con propiedad desde lo que somos. Muchas lo han olvidado; otras conscientemente desechan lo que las hace mujer, tomando una postura con rasgos masculinos.

      Las mujeres comprometidas comenzaron haciendo un compromiso con ellas mismas: aceptar que son únicas en todos los aspectos de su naturaleza. Acep­ta que eres única, diferente a los demás. Nadie en el mundo es exactamente como tú. Triunfas, fracasas, buscas, creces, logras. Tu manera de ver, oír, tocar, saborear, sentir, pensar, moverte, hablar y escoger son tus compañeros, tus armas para avanzar hacia lo desconocido.

      El compromiso con la vida nos pone a cada paso en la disyuntiva de tomar decisiones; seamos asertivas, aunque a la vez con algo de cautela y precau­ción. Como dice Virginia Satir: “Busquemos lo que nos es útil; desechemos lo que no sirve. Exploremos lo que necesitamos, lo que todavía no tenemos; СКАЧАТЬ