Название: GB84
Автор: David Peace
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Sensibles a las Letras
isbn: 9788416537723
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En 1984, el num tenía 170 000 afiliados, hoy solo cuenta con 750. En 1984 existían 194 pozos de carbón en el Reino Unido, hoy no queda ninguno.
En 1984 el neoliberalismo era algo a lo que oponerse. Hoy ya no es siquiera una ideología, sino lo único que existe, algo que casi llevamos en la sangre.
En 1984 aún existía la historia, los lugares a los que llegar, el relato de otras posibilidades. Hoy vivimos en un presente continuo donde el pasado solo es comercio de la nostalgia y el futuro una imagen de síntesis.
Por eso deben leer GB84, no como un homenaje, una reivindicación o una acusación, sino como el testimonio de que las cosas pudieron ser de otra forma, como el documento de que de hecho lo fueron. Aquellos mineros británicos lucharon por sus puestos de trabajo, pero sin saberlo estaban librando una batalla mucho más grande.
«Era nuestra profesión. Éramos mineros… No miembros de un piquete. Ni matones. Ni vándalos. Ni delincuentes… Éramos mineros. El Sindicato Nacional de Mineros…»
Daniel Bernabé
Córdoba, diciembre del 2017
NOTA DEL AUTOR
Con la excepción de las personas famosas que aparecen con sus verdaderos nombres, aunque a menudo en circunstancias desconocidas, todos los demás personajes son creaciones ficticias en una novela basada en hechos reales.
Hondas como la vida son estas decepciones.
Anoche tuve un sueño: volvía al laberinto,
y despertaba lejos. No reconocía el lugar.
Edwin Muir, «The Labyrinth»
La discusión
Electricidad…
Luz fuerte de gasolinera. Viernes 13 de enero de 1984…
Ella se lleva un cigarrillo a los labios y un encendedor al cigarrillo.
Un perro hambriento en la puerta de su amo…
Él espera.
Ella aspira, los ojos cerrados. Espira, los ojos abiertos.
Él juguetea con la salsa roja apelmazada del bote de plástico de kétchup.
—Principios de marzo —dice ella—. Yorkshire del Sur.
Él forma una bola blanda color sangre con la salsa roja apelmazada.
Ella apaga el cigarrillo. Pone un sobre en la mesa.
Él aplasta la bola entre los dedos y el pulgar…
Predice la ruina del Estado.
Ella se levanta.
Él cierra los ojos hasta que ella casi se ha ido. El hedor sigue allí…
Poder.
Primera parte
NINETY-NINE RED BALLOONS
marzo-mayo de 1984
Martin
Los muertos cavilan bajo Gran Bretaña. Susurramos. Resonamos. La emanación del gigante Albión… Despierta, repite Cath. Despierta, Martin. Me doy la vuelta. La miro. Van a cerrar Cortonwood, dice. Ahora te quedarás en paro. Me incorporo. Estiro la mano para coger los cigarrillos. Ella coloca el paquete fuera de mi alcance. Pásamelo, le digo. Ella lo lanza a la cama. Un vicio caro, dice. La puta mina de Manvers. Yo no conduzco. Geoff Brine me recoge. No estaría aquí si él no hubiera llamado… Clic, clic… Me preguntó si quería que me llevara a Thurcroft. Tal como Cath está, no. Pero se ha ido a Sheffield a ver a su amiga. Por el camino paramos a tomar un trago en el Rising Deer. A ninguno de los dos nos gusta el Hotel. Luego habrá bastante de qué hablar. Cuando aparcamos y entramos en el centro de servicios sociales, ya han empezado… Hemos luchado sesenta años para conseguir el descanso para comer, y ahora van a cambiarlo para que llegue carbón continuamente… Está lleno. Lo someten a votación a mano alzada. Tres contra uno. Que lo arreglen ellos, dice Geoff. Pero son chorradas. Todos lo sabemos. Ahora solo es cuestión de tiempo. En el camino de vuelta no hablamos de lo de Manvers. Solo del puto Sheffield Wednesday. Geoff para el coche cuando llegamos al final de la calle. Abro la puerta. Está cayendo aguanieve. Me vuelvo para darle las gracias. Él me mira. Muevo la cabeza. Él asiente… Dieciocho semanas sin horas extra. Luchas todos los días. Paros de la jornada por toda la zona… Solo es cuestión de tiempo. Puta Cortonwood. Lunes por la mañana. Tengo turno de día. Cuando entro está tranquilo, pero cuando salgo hay unos cuarenta tíos de Silverwood esperándonos. Ya no se trata solo del descanso para comer en la mina de Manvers. Han ido a Barnsley a una reunión del consejo de área. Están parando coches. Yo tengo la ventanilla del mío bajada. No vengas mañana, me dicen. No vendré, contesto. Descuidad… Pon la tele cuando llegues a casa, gritan. La pondré, descuidad. Pete Cox, de nuestra sección, se acerca al coche cuando ve que soy yo. Unos cuantos vamos a ir a Manton mañana, dice. ¿Te apetece venir? Allí estaré, le digo. Estupendo, dice, y da dos golpecitos en el techo del coche. Subo la ventanilla, enciendo la radio y voy directo a casa. Cath me está esperando con la puerta abierta… La televisión y la radio encendidas: Jack Taylor1 está delante de la oficina regional de Huddersfield Road, diciéndole a todo el mundo que Yorkshire ha votado para aplicar la votación de 1981…2 Para impedir que destruyan nuestra industria y nuestros empleos. Nuestras minas y nuestras comunidades… Todos en huelga desde el viernes por el cierre de Cortonwood y Bullcliffe Wood. Cortonwood tiene el mejor carbón de Yorkshire del Sur. Por lo menos para cinco años más, dice Jack. Pero no se podrá sacar más. ¿Se acabó, entonces?, pregunta Cath. Asiento con la cabeza… Se acabó, estamos en huelga. Día 1. Ahora será a escala nacional. El hijo de puta de MacGregor.3 Veinte minas y veinte mil trabajos durante los próximos doce meses. Arthur4 tenía razón desde el principio. Pero es imposible hablar con Cath. Voy en coche a Thurcroft. La furgoneta ya se ha ido a Manton, así que me voy con un par de tíos que estaban por ahí como yo. Cuando llegamos está abarrotado. Se habla de ir a Creswell porque es imposible quedarse. Pete y unos tíos mayores dicen que es mejor que esperemos a esta noche. A ver qué pasa. Van a montar una especie de cuartel general de la huelga en Silverwood. Ellos nos dirán adónde ir. Dónde nos necesitan y dónde no. Muchos chicos llevan aquí desde primera hora de la mañana, así que tomamos una pinta y volvemos a Thurcroft. Me encuentro con Geoff. Me como un cucurucho de patatas fritas con él en el coche mientras el Hotel abre. Tomamos un trago allí y luego vamos al centro de servicios sociales. Esta noche hay tanta gente que tienen que estar fuera, en el aparcamiento… Se presenta una moción para respaldar la huelga. Se secunda la moción. La moción se aprueba por unanimidad… La gente se va al Hotel o al club. Se habla mucho de lo que pasó en 1972 y en 1974.5 Estoy meando en el club cuando un tío me dice: Entonces, ¿todo irá bien? ¿A qué te refieres?, le pregunto. Si ganaremos, dice él. Sí, le contesto. ¿Qué te preocupa? Dentro de poco llegará el verano, dice. Miro al chico. ¿Te conozco? No, me dice él. No me conoces. Día 3. Mil libras por cada año de trabajo. Cobraríamos quince mil, dice Cath. ¿Y qué compraríamos con eso? Paz y tranquilidad, dice ella… ¿Y por cuánto tiempo?, le pregunto. Quince mil libras, Martin… No aguanto más. La dejo dándole vueltas. Cojo el coche y voy a Thurcroft. Juego a los dardos y bebo. Alcohol. Priva. No hay nada más que hacer. Nos han dicho que nos estemos quietecitos. Que en Nottingham […]