La profecía del malaje. Julio Muñoz Gijón @Rancio
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Название: La profecía del malaje

Автор: Julio Muñoz Gijón @Rancio

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: El Paseo Bizarro

isbn: 9788412297300

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      –Coño, ¿y qué es lo que ha hecho?

      –Mira, ha colgado de la puerta una pancarta que pone «Cataluña Libertad», y otra que pone «Euskadi Independiente».

      –¿Qué me dices?

      –Dos coches de la Guardia Civil y uno de nacionales todo el día allí tiene ahora.

      En ese momento, sale de una puerta pequeña de al lado un hombre de unos cincuenta y tantos años. Es calvo, extremadamente delgado, pero su cara parece la de alguien más joven. Viste un pantalón chino que tiene abrochado muy arriba, un cinturón muy apretado y una camisa de cuadros abotonada hasta arriba. En la mano derecha lleva una pequeña maletita. Las dos mujeres cortan su conversación, el hombre pasa por el medio y saluda.

      –Buenos días nos dé el Señor.

      –Hola, hijo.

      Las dos mujeres le ven marcharse en silencio. Cuando dobla la esquina, una se acerca a la otra.

      –Qué raro es…

      –Y la casa tan grande que tiene.

      –¿Tú has estado?

      –Yo ahí no entro ni a recoger billetes de mil duros. Pero yo creo que llega hasta detrás del todo, tú hazme caso a mí. Es muy raro, el otro día tiré la basura después de él, y la bolsa se le había abierto un poco sin que se diera cuenta y había cabezas de palomas.

      –¿Qué dices?

      La mujer se besa dos dedos con fuerza.

      –Te lo juro. Yo no soy de cotillear, pero entra con muchas palomas. Yo no sé dónde las mete. ¿Y para qué querrá las cabezas? Ni que fueran gambas, coño.

      –Déjalo, está loquito.

      –Coño, pues a ningún loquito le da por cavar zanjas, por blanquear fachadas o por baldear la calle, siempre lo tenemos que hacer nosotras, vaya por Dios.

      CUATRO

      San Pedro del Vaticano. En un lujoso despacho, un cardenal habla por teléfono con semblante preocupado.

      –Sí, sí, entiendo perfectamente. Me parece apropiado que se haya informado a la policía, pero avise de que no se le dé ningún tipo de publicidad al robo. La lanza debe ser recuperada sin ningún tipo de escándalo. Como se puede imaginar, hermano mayor, es un asunto de máxima prioridad.

      Al otro lado del teléfono, alguien habla. El cardenal escucha en silencio hasta que se despide.

      –Perfecto. Sé que usted es consciente de la responsabilidad que supone tener la lanza de vuelta. Ya sabe todo el dolor que provocó las otras veces que desapareció.

      CINCO

      En la sala central de la comisaría, Villanueva escucha ruido desde su mesa y se acerca a la entrada. Jiménez está rodeado de una maraña de micrófonos, cámaras y periodistas.

      –A ver, los redactores, bajamos que nos tapáis a los gráficos…

      Villanueva no da crédito. Se acerca, coge a Jiménez del brazo y lo saca.

      –Pero, por Dios, ¿QUÉ ES LO QUE HA HECHO?

      –He llamado a Paco Fradías, mi amigo que hace el programa de Cruz de Guía para investigar quién había robado eso y ahora resulta que lo ha soltado en Twitter, y al momento se ha montado aquí el lío. Eso sí, me dice que seguro que la tiene Gabino.

      Uno de los cámaras habla.

      –Señores, yo estoy en directo, que estamos con el informativo de Canal Sur, ¿vamos ya o qué pasa?

      Villanueva no sabe qué hacer y se acerca.

      –No, no, disculpad, es una investigación en curso y no vamos a hacer declaraciones. Lo sentimos.

      En ese momento levanta la voz un hombre rapado del grupo.

      –Oiga, aquí Fran López de Guerra, esto no puede ser, ¿pero cómo no van a decir nada si se han llevado parte de un misterio? ¡Esto es gravísimo!

      Jiménez llama a Villanueva.

      –Jefe, la cagada está ya. Ya lo saben, vamos a hablar nosotros y lanzamos el mensaje para Gabino. Así, cuando lo cojamos está blandito. Si al final se van a enterar, le decimos a la comisaria que lo ha soltado alguno de la hermandad.

      Villanueva duda.

      Jiménez trata de convencerlo.

      –Además, el pelón este es el de El Llamador, si quedamos bien, igual nos da alguno cuando los hagan, que no veas lo cotizados que están.

      Villanueva sigue dudando. Jiménez le da un último empujón.

      –Venga, jefe, y habla usted, que tiene piquito de oro.

      Villanueva resopla, va hacia los periodistas y comienza a organizar.

      –De acuerdo, vamos a dar declaraciones. Nos colocamos… ¿Estamos? Vamos allá.

      Todos los cámaras se colocan como en un pelotón de fusilamiento y los periodistas con sus micros, justo delante, agachados, para no tapar a sus compañeros.

      Villanueva domina la situación con Jiménez al lado.

      –Bueno, ante todo, muchas gracias por asistir a los compañeros de los medios de comunicación. Os queremos informar de un robo de objetos religiosos ocurrido en la noche de ayer en una hermandad de Sevilla. Los ladrones se llevaron la recaudación, algunas joyas y algún elemento del misterio de la hermandad. Queremos trasladar un mensaje de tranquilidad a la comunidad religiosa de la ciudad dejando claro que tenemos muy avanzadas las investigaciones para identificar a los responsables, recuperar las piezas y, sobre todo, tenemos que aclarar que no se trata de ningún delito de odio religioso, sino más bien de un robo orientado al mercado negro del arte.

      Jiménez parece nervioso, como si dudara si hacer algo, y finalmente interrumpe.

      –Al mercado del arte, jefe, no, orientado al mercadillo de El Jueves.

      Las cámaras y los micrófonos se giran a él. Jiménez parece cortado, pero comienza a hablar.

      –Enfóquenme, compañeros, que se han llevado la lanza de Longinos y esto ya es lo que nos quedaba por oír. Y además, que sabemos quién ha sido, y que lo decimos claramente, que esto ya no es un caso de persecución policial, que como la lanza no aparezca en veinticuatro horas, a ti, tunante, que te la has llevado, te van a hacer la vida imposible en la ciudad. Olvídate de entrar en una caseta más en tu vida ni siendo socio, olvídate de tener mesa en ningún lado, a lo mejor tu sobrino se queda sin papeleta de sitio, o a lo mejor incluso pierdes el número del carnet del Sevilla… Gabino, tú verás… Que luego las entradas para las finales de la Europa League van por numerito…

      SEIS

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