Construyendo el amor conyugal. Ricardo E. Facci
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Название: Construyendo el amor conyugal

Автор: Ricardo E. Facci

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Por un hogar nuevo

isbn: 9789878438016

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СКАЧАТЬ a crecer y que más adelante tendrán oportu­nidad de profundizar:

      • El diálogo: El arma más poderosa para destruir obstáculos. Un diálogo abierto, sincero, total, amoroso. Esta es la clave del acercamiento, la mejor herramienta para construir el crecimiento en una pareja.

      • Capacidad para solucionar conflictos: El índice de nor­malidad de una pareja no se mide por la ausencia de conflictos sino por la capacidad para solucionarlos.

      • El cariño: Una pareja que permanentemente se preocupa por demostrar en las pequeñas cosas de cada día todo lo que sé quiere, es un matrimonio apto para solucionar con más capacidad los problemas, porque existe el hábito de salir de sí mismo y concentrarse en el otro, que en definitiva eso es el cariño, hacer sentir mi ser prolongado hacia el otro.

      • El nosotros: Es importante tomar conciencia de que los problemas que debe solucionar una pareja no pertenecen a la esfera del tuyo ni del mío sino del nuestro.

      • Un ideal: Una pareja sin ideales, es una pareja estancada, sin capacidad para afrontar los obstáculos y seguir adelante. Es necesario el deseo de superación, de búsqueda de perfección, de felicidad...

      • La oración: El nosotros también es él, Jesús se interioriza de los problemas y brinda la gracia para solucionarlos. Él tiene siempre la justa. Hablen de él, dialoguen en la oración. Los tres todo lo podrán, solos seguramente nada lograrán.

      Para dialogar en pareja

      1.- ¿Cómo hemos ido superando nuestros conflictos?

      2.- ¿Utilizamos el diálogo para solucionar nuestros proble­mas?

      3.- ¿Hemos demostrado capacidad en la solución de los con­flictos?

      4.- ¿Reforzamos nuestra capacidad de solución con un am­biente cariñoso?

      5.- ¿Tenemos conciencia de que los problemas son “nues­tros”?

      6.- ¿Existe en nosotros algún ideal?

      7.- ¿Rezamos nuestros problemas?

      Para orar juntos

      Señor,

      gracias por nuestro matrimonio

      y, también, por sus conflictos

      que nos ayudaron a madurar.

      Hubiese sido hermoso no tener problemas,

      pero los hombre somos así,

      imperfectos, egoístas, pecadores...

      Hasta aquí hemos caminado,

      superando obstáculos,

      que nos permitieron unirnos más,

      querernos más,

      ser más amigos...

      Te pedimos, Señor,

      que nunca nos abandones,

      que siempre estés a nuestro lado

      para, entre los tres, seguir creciendo,

      destruyendo obstáculos,

      y así, construir día a día el mejor “nosotros”,

      dialogando contigo

      la solución para cada problema.

      Amén.

      El diálogo conyugal

      El diálogo es para el amor,

      lo que la sangre es para el cuerpo.

      Desde niños nos han enseñado a hablar de cosas, de los demás, de realidades que nos rodean, de chismes. Algunos recibimos “enseñanzas” desde pequeños para gritar, discutir o para imponer las propias ideas... Pero, en realidad, ¿quién nos enseñó a dialogar?

      Hemos ido asimilando un concepto erróneo de lo que es dialogar. Creemos que dialogan bien los que hablan mucho. El diálogo conyugal es muy exigente, exige profundidad, no se puede conformar con un simple hablar. Muchos matrimonios creen haber alcanzado un buen diálogo porque hablan de cosas, del trabajo, de lo “caro que está la vida”, de los vecinos, del programa televisivo, de los suegros. Es evidente que de algunos de estos temas se debe hablar, pero no se puede cruzar los brazos y afirmar que todo está logrado en el área del diálogo matrimonial. Además, recordemos que muchos hablan y muy bien, exigiendo ser escuchados. Pero nunca escuchan.

      Dialogar en pareja es alimentar permanentemente el amor conyugal. Hacer que éste crezca y se fortifique. ¿Cómo se consigue un diálogo matrimonial profundo? Hablando de uno mismo, no de los otros, del “nosotros”, trasmitiendo al otro los propios sentimientos. Al dialogar profundamente en pareja, se comunican los íntimos pensamientos, tristezas, alegrías, deseos y pequeñas cosas de la vida en común.

      Las piedras, los vegetales y el reino animal constituyen un mundo cerrado en sí mismo. A diferencia de ellos, los hombres podemos abrirnos, comunicarnos, penetrar en el otro y dejarnos penetrar. Lo rico y maravilloso del diálogo conyugal no son, entonces, los demás ni las realidades cotidianas, sino los espo­sos mismos, sus riquezas interiores, sus sentimientos.

      El diálogo es una capacidad que Dios nos regaló como cami­no, por el cual abrimos la propia interioridad al otro.

      Alguien me decía: No sabemos de qué dialogar. ¿Será así? ¿O estarán tan distanciados que nada tienen en común? Se puede dialogar sobre muchos temas, pero el fundamental es el hablar de uno mismo, de lo que se siente al estar juntos o alejados por diversos motivos, los sentimientos que producen los hijos, qué experimentan ante un disgusto o una alegría, cuando el otro dice “te quiero” o al compartir el mismo lecho.

      ¡Dialoguen para que viva el amor! Porque el diálogo es para el amor, lo que la sangre es para el cuerpo.

      Para dialogar en pareja

      1.- ¿Cómo vemos nuestro diálogo?

      2.- ¿Qué descubrimos de negativo en nosotros que obstaculi­za el diálogo?

      3.- ¿Qué encontramos de positivo en nosotros que ayuda a acrecentar nuestro diálogo?

      4.- ¿Qué podemos hacer para mejorar el diálogo conyugal?

      Para orar juntos

      Señor,

      tú que eres la Palabra,

      que siendo tanto te hiciste poco:

      un hombre; para acercarte,

      y así dialogar con nosotros;

      enséñanos a renunciar

      a nuestro yo orgulloso,

      a ser indiferentes

      ante el reclamo del otro,

      a querer imponer nuestras ideas.

      Señor,

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