Sigmund Freud: Obras Completas. Sigmund Freud
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Название: Sigmund Freud: Obras Completas

Автор: Sigmund Freud

Издательство: Ingram

Жанр: Зарубежная психология

Серия: biblioteca iberica

isbn: 9789176377437

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      No parece muy aventurado sospechar que de lo que en estos casos se trata es de una sugestión inintencionada. El enfermo esperaría verse libertado de su dolencia por el procedimiento descrito, y esta esperanza, y no el hecho mismo de dar expresión verbal al recuerdo del proceso provocador y a su efecto concomitante, sería el verdadero factor terapéutico. Pero no es así. La primera observación de este género en la cual fue analizado en la forma indicada un complicadísimo caso de histeria, siendo suprimidos por separado los síntomas separadamente originados, procede del año 1881, o sea de la época «presugestiva»; fue facilitada por autohipnosis espontánea del enfermo y causó al observador la mayo sorpresa.

      Invirtiendo el principio de cessante causa, cessat effectus, podemos muy bien deducir de estas observaciones que el proceso causal actúa de algún modo después de largos años y no indirectamente, por mediación de una cadena de elementos causales intermedios, sino inmediatamente como causa inicial, del mismo modo que un antiguo dolor psíquico, recordado en estado de vigilia, provoca todavía las lágrimas. Así, pues, el histérico padecería principalmente de reminiscencias.

      EN un principio parece extraño que sucesos tan pretéritos puedan actuar con tal intensidad; esto es, que su recuerdo no sucumba al desgaste, al que vemos sucumbir todos nuestros demás recuerdos. Las consideraciones siguientes nos facilitarán quizá la comprensión de estos hechos.

      La debilitación o pérdida de afecto de un recuerdo depende de varios factores y, sobre todo, de que el sujeto reaccione o no enérgicamente al suceso estimulante. Entendemos aquí por reacción toda la serie de reflejos, voluntarios e involuntarios -desde el llanto hasta el acto de venganza-, en los que, según sabemos por experiencia, se descargan los afectos. Cuando esta reacción sobreviene con intensidad suficiente, desaparece con ella gran parte del afecto. En cambio, si se reprime la reacción, queda el afecto ligado al recuerdo. El recuerdo de una ofensa castigada, aunque sólo fuese con palabras, es muy distinto del de otra que hubo de ser tolerada sin protesta.

      La reacción del sujeto al trauma sólo alcanza un efecto «catártico» cuando es adecuado; por ejemplo, la venganza. Pero el hombre encuentra en la palabra un subrogado del hecho, con cuyo auxilio puede el afecto ser también casi igualmente descargado por reacción (Abreagiert). En otros casos es la palabra misma el reflejo adecuado a título de lamentación o de alivio del peso de un secreto (la confesión). Cuando no llega a producirse tal reacción por medio de actos o palabras, y en los casos más lees, por medio de llanto, el recuerdo del suceso conserva al principio la acentuación afectiva.

      La «descarga por reacción» no es, sin embargo, el único medio de que dispone el mecanismo psíquico normal del individuo sano para anular los efectos de un trauma psíquico. El recuerdo del trauma entra, aunque no haya sido descargado por reacción, en el gran complejo de la asociación, yuxtaponiéndose a otros sucesos, opuestos, quizá, a él, y siendo corregido por otras representaciones. Así después de un accidente, se unen al recuerdo del peligro y a la reproducción (atenuada) del sobresalto el recuerdo del curso ulterior del suceso, o sea el de la salvación, y la consciencia de la seguridad presente. El recuerdo de una ofensa no castigada es corregido por la rectificación de los hechos, por reflexiones sobre la propia dignidad, etc., y de este modo logra el hombre normal de desaparición del afecto, concomitante al trauma, por medio de funciones de la asociación.

      A esto se añaden luego aquella debilitación general de las impresiones y aquel empalidecer de los recuerdos, que constituyen lo que llamamos «olvidos», el cual desgasta, ante todo, las representaciones, carentes ya de eficacia afectiva.

      Ahora bien: de nuestras observaciones resulta que aquellos recuerdos que han llegado a constituirse en causas de fenómenos histéricos se han conservado con maravillosa nitidez y con toda su acentuación afectiva a través de largos espacios de tiempo. Hemos de advertir, sin embargo, que los enfermos no disponen de estos recuerdos como de otros de su vida; hecho singularísimo que más adelante utilizaremos para nuevas deducciones. Por el contrario, tales sucesos faltan totalmente en la memoria de los enfermos, hallándose éstos en su estado psíquico ordinario, o sólo aparecen contenidos en ella de un modo muy sumario. Ahora bien: sumido el sujeto en la hipnosis, y sometido durante ella a un interrogatorio, emergen de nuevo dichos recuerdos con toda la intacta vitalidad de sucesos recientes.

      Una de nuestras pacientes reprodujo así en una serie de sesiones de hipnotismo, que duró medio año, todo aquello que en iguales días del año anterior (durante una histeria aguda) había constituido para ella motivo de excitación. Un «Diario», que su madre llevaba, ignorado por ella, confirmó la absoluta exactitud de la reproducción. Otra enferma vivió de nuevo con alucinante precisión, parte en el sueño hipnótico y parte por medio de ocurrencias espontáneas, todos los sucesos de una psicosis histérica padecida diez años antes, sucesos con respecto a los cuales presentaba una total amnesia hasta el momento mismo de su nueva emergencia. También algunos recuerdos etiológicamente importantes, de quince a veinte años de fecha, demostraron haberse conservado asombrosamente intactos y precisos, actuando a su retorno con toda la fuerza afectiva de sucesos nuevos.

      La razón de esta singularidad no puede estar sino en que tales recuerdos constituyen una excepción de la regla general de desgaste, a la que antes nos referimos. Se demuestra, en efecto, que tales recuerdos corresponden a traumas que no han sido suficientemente «descargados por reacción», y examinando con detención las razones que lo han impedido, llegamos a descubrir, por lo menos, dos series de condiciones en las cuales no ha existido reacción alguna al trauma.

      En el primer grupo de estas condiciones incluimos aquellos casos en los que los enfermos no han reaccionado a traumas psíquicos porque la naturaleza misma del trauma excluía una reacción, como sucede en la pérdida irreparable de una persona amada; porque las circunstancias sociales hacían imposible la reacción o porque, tratándose de cosas que el enfermo quería olvidar, las reprimía del pensamiento consciente y las inhibía y suprimía. Tales sucesos penosos se encuentran luego en la hipnosis como fundamento de fenómenos histéricos (delirios histéricos de los santos y las monjas, de las mujeres continentes y de Ios niños severamente educados).

      La segunda serie de condiciones no aparece determinada por el contenido de los recuerdos, sino por los estados psíquicos con los cuales han coincidido en el enfermo los sucesos correspondientes. En la hipnosis hallamos también, efectivamente, como causa de síntomas histéricos, representaciones carentes en sí de importancia, que deben su conservación a la circunstancia de haber surgido en graves afectos paralizantes (por ejemplo, el sobresalto) o directamente en estados psíquicos anormales, como el estado semihipnótico del ensueño diurno, la autohipnosis, etc. En estos casos es la naturaleza de estos estados la que impidió toda reacción al suceso.

      Ambas condiciones pueden también coincidir, y de hecho coinciden muchas veces. Tal sucede cuando un trauma eficaz en sí sobreviene en un estado de afecto grave y paralizante o en un estado de alteración de la consciencia. Pero también parece suceder que el trauma psíquico provoca en muchas personas algunos de los estados anormales antes mencionados, el cual impide entonces, a su vez, toda reacción.

      Por otra parte, es común a ambos grupos de condiciones el hecho de que en los traumas no descargados por reacción se ve también negada la descarga por elaboración asociativa. En el primer grupo el propósito del enfermo de olvidar los sucesos penosos excluye a éstos, en la mayor medida posible, de la asociación; en el segundo, la elaboración asociativa fracasa porque entre el estado normal de la consciencia y el estado patológico en el que surgieron tales representaciones no existe una amplia conexión asociativa. En páginas inmediatas tendremos ocasión de volver más detenidamente sobre estas circunstancias.

      Podemos, pues, decir que las representaciones devenidas patógenas se conservan tan frescas y plenas de afecto porque les está negado el desgaste normal mediante СКАЧАТЬ