Amor del bueno. Mila Cahue
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Название: Amor del bueno

Автор: Mila Cahue

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Tu vida en positivo

isbn: 9788415131595

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СКАЧАТЬ y conocerse cada día un poco mejor, puede ser el camino que nos lleve a hacer realidad nuestros sueños más íntimos.

      Si entre ellos está vivir el amor como una experiencia positiva en nuestra vida, independientemente de la forma que tome, os invitamos entonces a que nos acompañéis en este camino en el que detectaremos las vulnerabilidades y las distorsiones, aprenderemos a neutralizar los miedos y analizaremos en qué consiste una afectividad sana hasta lograr que el amor deje de ser tan sólo una quimera y se convierta en la más satisfactoria de las realidades y en nuestra obra de arte personal. Para ello partiremos de unos conceptos básicos sobre la afectividad, que nos permitirán reconocer cuál es el amor del bueno.

      Una de las primeras confusiones afectivas entre dos personas se produce ante un «te quiero». Hablar el mismo idioma no implica de manera automática que se esté diciendo lo mismo. De hecho, estas dos palabras suponen la punta del iceberg de toda una montaña de ideas, experiencias y conductas que se encuentran bajo la superficie. Es necesario darse un tiempo para analizar, valorar y, finalmente, aceptar o rechazar lo que de verdad nos están queriendo decir.

      Pero lo cierto es que oímos un «te quiero» y solemos interpretar que nos van a querer de la misma manera que lo haríamos nosotros. No se nos ocurre pensar que pueda significar algo distinto. Además, ¿que alguien sienta amor es equiparable a que sepa amar? Partiremos de una puntualización clara de los dos conceptos principales:

      El amor es un sentimiento. Amar es una conducta.

      Los sentimientos no pueden imponerse ni forzarse, aunque sí podemos facilitarlos y, en principio, todos tenemos la capacidad de sentir amor. En realidad, se trata de una emoción o una señal más de nuestro cerebro para que respondamos a nuestro entorno de forma eficaz. Lo que hacemos después de «sentir» es un repertorio de conductas aprendidas en algún momento de nuestra vida y que dependen en gran medida de los modelos que hayamos tenido. Si siguen presentes en la actualidad es, sin duda, porque las hemos practicado, y mucho, de manera consciente o inconsciente.

      Cuando creemos estar enamorados, sentimos mariposillas en el estómago, andamos todo el día con una sonrisa boba o estamos en las nubes incapaces de poner el pie en el suelo. ¿Cómo surgen esas reacciones? La respuesta no está en el aire, ni en el estómago ni en el corazón, sino que la tiene nuestro cerebro.

      Al enamorarnos, los circuitos de placer del cerebro empiezan a segregar dopamina a raudales y queremos más, mucho más de lo mismo. Tanto, que los posibles defectos del otro no existen. ¿Defectos? ¡Pero si es perfecto!

      La sensación de placer es tan grande que la atención, como si fuera una lente de aumento, a veces se distorsiona y se focaliza tan sólo en lo que nos gusta para producirnos ese bienestar. No nos interesa nada más y por eso no somos capaces de verlo. ¿Para qué? ¡Si es genial! ¡Quiero más!

      Llegamos a una primera y grata conclusión: en nuestra estructura biológica, el amor es una fuente de placer, no de sufrimiento. Este último suele ser producto de errores en el aprendizaje, que veremos más adelante.

      Por si fuera poca la ceguera que produce la dopamina, nuestro cerebro adereza la situación con unas dosis de testosterona, que regula el impulso sexual y la atracción física. Con este cóctel, ya estamos listos para perder la cabeza. En nuestra mente tan sólo somos capaces de ver las maravillas del otro y, además, con fuegos artificiales.

      Aún tenemos una tercera hormona en juego, la oxitocina, encargada de prolongar los vínculos afectivos. Está presente en las primeras fases del enamoramiento y en las parejas de larga duración. En ambos casos hay abundancia de caricias y, en general, mucho contacto piel con piel. Las parejas que con los años siguen tomándose de la mano, de la cintura, pasean juntos del brazo y se hacen caricias más allá de la intención únicamente sexual, están favoreciendo la satisfacción recíproca a la vez que aumenta la calidad de la relación.

      Todo esto y mucho más es lo que ocurre en nuestro cerebro cuando sentimos que estamos enamorados. Esta cascada de hormonas es totalmente esencial para que podamos iniciar una relación afectiva y resulta imprescindible para llegar a conocerse ­mejor.

      El amor no surge de la nada. Los factores que lo desencadenan son imprevisibles y, sobre todo, individuales y muy subjetivos. Pueden tener su origen en nuestra estructura fisiológica o bien en nuestros aprendizajes sobre el amor.

      Respecto a lo que llevamos de serie por genes o por herencia influyen, entre otros:

      icono Nuestra constitución innata

      Algunas de las tendencias en nuestro carácter vienen codificadas en el ADN. Ser activos o tranquilos, introvertidos o extrovertidos, sin duda nos condicionará en nuestra elección, pero no siempre de la misma manera. Dependiendo de la combinación con otros factores, podemos preferir a alguien similar o, por el contrario, a alguien que nos complemente.

      icono Los estados fisiológicos en un momento concreto

      ¿Hoy nos duele la cabeza? Difícilmente el sistema estará preparado para conquistar o ser conquistado. ¿Se está ovulando? Aumentan los niveles de testosterona y eso significa: «quiero enamorarme». ¿Tienes gripe? ¡A la cama!, pero para recuperarse.

      icono El estado emocional

      Sin que seamos muy conscientes de por qué, todos tenemos días mejores y días que no lo son tanto. Es algo normal, siempre que no sea ni muy intenso ni muy frecuente. Los días en que estamos bajos de ánimo, nos resultará difícil encontrar a alguien lo suficientemente guapo o bueno. Es más, incluso si alguien quisiera ligar con nosotros, no le tomaríamos en serio. Cuando estamos de buen humor, todo cambia. Nos sentimos llenos de energía, la vida es bella y somos más generosos. Entonces sí, nos queremos enamorar.

      Además, nuestros pensamientos e ideas también pueden hacer saltar los mecanismos fisiológicos necesarios y el lío de hormonas ya descritos, y facilitar el inicio de una relación:

      icono Lo aprendido en nuestra familia o con nuestros amigos

      «Parece un buen chico o una buena chica; esta persona encaja con lo que aceptaría mi familia…»

      icono Las creencias individuales

      El maniático del orden se desencantará con quien deje el vaso tres centímetros alejado de su sitio; la persona desordenada puede enamorarse perdidamente de quien crea que traerá el orden a su vida.

      icono Las necesidades personales

      Nuestras emociones actúan como vasos comunicantes. Si, por ejemplo, acabamos de salir de una relación en la que la pareja era poco afectiva, en la siguiente se dará prioridad a quien tenga gestos de cariño o ternura; si estuvimos СКАЧАТЬ