Название: Besos de mariposa
Автор: Lorraine Cocó
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: HQÑ
isbn: 9788413487038
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Justo tras la última curva del camino, bajó derrapando el sendero y se colocó frente a él. El señor Walters tuvo que dar un estrepitoso frenazo para no atropellarlo. Oyó a la madre de Gina gritar. A su padre saliendo a cerciorarse de que no le había causado ningún daño, pero él solo prestaba atención a la chica que bajó del coche y corriendo se lanzó a sus brazos con los ojos brillantes por las lágrimas. La estrechó con fuerza, la pegó a su cuerpo como no había hecho en aquellos diez años de preciosa amistad que habían compartido. Olió su cabello y lo acarició pegado a su hombro, sintiendo su aliento entrecortado contra el cuello. Y, sin saber cómo, se escuchó a sí mismo pronunciando las palabras que había guardado durante tantos años en su corazón: «Gina, te quiero». Lo dijo en un susurro tan quedo que creyó que ella no lo habría oído, hasta que levantó el rostro y lo miró con los ojos muy abiertos. Inundados de una mezcla de incredulidad y fascinación. Estaba tan hermosa que no dudó en hacer lo que durante tanto tiempo había deseado.
La besó en los labios.
Todo su cuerpo despertó para ella en ese momento. Se sentía a punto de estallar por las emociones que lo poseían y se separó de ella antes de verse consumido sin remedio. Jamás olvidaría su rostro en aquel momento. Su mirada, el sabor de sus labios inocentes y llenos. El único y preciado momento en el que fueron suyos.
La madre de Gina no tardó en llegar hasta ellos y, tomando a su hija por el brazo, la apartó de él. Gina protestó y se revolvió, pero no consiguió zafarse del agarre. Y ya solo le quedó ver cómo el coche arrancaba y se la llevaba de su lado para siempre. La última imagen que retenía fue viéndola apoyar la palma de su mano en el cristal trasero del coche mientras su mirada, bañada por las lágrimas, hacía resplandecer sus preciosos ojos verdes.
El recuerdo de aquel momento aceleró el pulso de Justice, desbocándolo en su pecho. Hacía muchos años que no se abandonaba a ese recuerdo. Tantos como necesitó para concienciarse de que Gina ya no volvería a formar parte de su vida. Le había costado hacerlo, pero el hecho de que ella no contestase ninguna de las cartas que él le envió durante su primer año de ausencia, terminó por convencerlo.
Se frotó el rostro con ambas manos y respiró con profundidad. El cansancio, las emociones de los últimos meses, la muerte de la abuela Jo y las constantes preguntas de los insistentes de sus vecinos estaban haciendo mella en él. Y no podía consentirlo. Tenía que centrarse en su trabajo y en su familia, especialmente en Nicole. Nada más importaba. Haría lo que fuese por ella. Daría la vida por su pequeña guerrillera. El resto estaba de más en su vida. Incluido el recuerdo persistente de Gina.
Capítulo 5
Aunque tengamos que decir adiós, por el verano, te prometo esto: Te mandaré todo mi amor, todos los días en una carta sellada por un beso.
Seated With A Kiss, Jason Donovan
—¿Y te ha dejado un número de contacto para devolverle la llamada? —preguntó Gina a Penélope, totalmente excitada ante la noticia de que hubiese recibido una llamada en su oficina de uno de los productores de la cadena Warner interesándose en negociar la compra de los derechos audiovisuales de la última novela de William.
El interés por parte de la productora era una de las mejores cosas que le podían pasar a su amigo y, por qué no decirlo, a ella misma como agente suyo.
—No, me dijo el productor, un tal… —Hubo un silencio mientras Penélope revisaba la nota que había tomado de la llamada—. Truman, Barry Truman, que te volvería a llamar en unos días. Como no me facilitaba un teléfono de contacto, le di el suyo para que pudiese contactar directamente con usted.
—Claro. Muchas gracias, Penélope. Espero tener cobertura cuando llame. Es una gran noticia, estoy deseando contárselo a Will, aunque de momento no le digas nada. No quiero crearle falsas esperanzas. Cuando hable con el señor Truman y me asegure de que el interés es auténtico, yo misma se lo comentaré.
—Por supuesto, señorita Walters —fue la contestación de su ayudante.
Gina iba a darle un par de indicaciones sobre los asuntos que quería que tratase por ella en su ausencia, cuando se vio sorprendida por un animal que cruzó la carretera frente a su coche de manera imprevista. No llegó a ver qué tipo de animal era, pero el susto que se llevó fue tal que, como acto reflejo, dio un volantazo intentando evitar atropellarlo. La maniobra hizo que perdiese el control del vehículo sobre la carretera mojada. Asustada, vio que el coche derrapaba violentamente y se salía de la calzada en cuestión de segundos hasta terminar colisionando estrepitosamente contra uno de los anchos árboles que la bordeaban.
Justice se frotaba el rostro como si con aquel gesto pudiese borrar los recuerdos revividos cuando lo cegó la luz de los faros de un coche que iba, en dirección contraria, hacia él. Observó en ese momento a un perro callejero que cruzaba la arboleda, lanzándose a la carretera frente al vehículo, y este, intentando evitar al animal, giró con violencia. La maniobra hizo que el conductor perdiese el control del vehículo. Por un segundo temió que colisionase contra él, pero entonces lo vio cambiar de dirección y chocar contra un enorme árbol, al filo de la carretera. No tardó ni un segundo en bajarse de su coche patrulla e ir a socorrer al conductor del vehículo.
En cuanto llegó hasta el BMW abrió la puerta y encontró al volante a una mujer joven, rubia, que había perdido el conocimiento por el impacto. Tenía el rostro contra el volante y el cabello cubriendo el mismo. Los brazos colgaban a sus costados. Antes de nada, mientras le apartaba el cabello del cuello, posó un par de dedos en la delicada piel de esta zona comprobando que tenía pulso. Tomó el teléfono y, sujetándolo en el hueco de su cuello, llamó a una ambulancia mientras comprobaba que no estaba atrapada en el vehículo. Después le apartó el cabello de la cara para ver si tenía alguna contusión en la cabeza. Aún esperaba, oyendo el tono de la llamada, cuando se quedó petrificado al descubrir que aquel rostro femenino era el de Gina. No tenía ninguna duda. A pesar de los años que hacía que no la veía, habría reconocido de entre un millón de mujeres aquellas facciones fascinantes: la barbilla desafiante y, sobre todo, esa boca de labios carnosos que siempre lo había provocado hasta la desesperación.
—Hospital… —Justice no llegó a escuchar el saludo de la recepcionista de urgencias—. ¿Hay alguien ahí? —preguntó la mujer esperando una respuesta.
—Perdón… Sí, soy el jefe de policía Justice Bowen, necesito una ambulancia para la carretera de salida de Bellheaven, en el kilómetro tres cuarenta y cinco. Ha habido un accidente. Un vehículo ha colisionado contra un árbol. La conductora… —Se le hizo un nudo insoportable en la garganta al recorrer el rostro inmóvil de Gina—. Ha perdido el conocimiento. Por favor, tienen que darse mucha prisa.
—De acuerdo, jefe Bowen, ya sale una ambulancia para allá.
—Gracias —contestó él rápidamente y colgó.
Se agachó junto al cuerpo de Gina y le tomó la mano, cubriéndola con la suya, mucho más grande. El tacto de su piel suave le devolvió el recuerdo de aquellos labios presionando los suyos, inocente y dulcemente. El nudo en su garganta se apretó, volviéndose insoportable.
¡Era СКАЧАТЬ