El río de la herencia intergeneracional. Gustavo E. Jamut
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СКАЧАТЬ (Is 35, 6-7).

      Aplicando este texto del profeta Isaías a tu vida, Jesús quiere decirte que si te sientes tullido o paralizado de algún modo a causa de los comportamientos o situaciones negativas que te abaten, comenzarás a experimentar como su fuerza te hará saltar con mayor energía que un ciervo, llevándote a superar todos los obstáculos que se te atraviesan, y descubriendo salidas que antes no llegabas a ver. Y su palabra también promete que, quienes son peores que mudos, pues solo se quejan y hablan de calamidades, experimentarán un cambio profundo y serán curados; a tal punto que lo primero que harán cuando recuperen el habla, será aclamar al Señor con gritos de júbilo. Estos hombres y mujeres transformados por la gracia de Dios comenzarán agradecer y a alabar a Dios en voz alta por la obra de transformación en sus vidas, de las cuales serán testigos en primera persona.

      Estoy convencido de que esto es lo que Dios está haciendo en estos tiempos en el corazón de muchas personas y seguramente quiere hacerlo también en el tuyo, y a través de ti en los miembros de tu familia.

      Oración a Jesús, fuente de vida

      Bendito Señor, mi corazón se colma de alegría al saber que no solo me amas a mí, sino que también has amado y bendecido a todos los miembros de mi familia a lo largo de las generaciones.

      Hoy te doy gracias porque tú te acuerdas de todas nuestras necesidades.

      Gracias por el río de vida de nuestras familias, que atravesando los desiertos de mayor aridez, comienzan a germinar nuevas semillas de bendición para nuestras familias.

      Así como tres cuartas partes del planeta están compuestos por agua, y así como más del 80% de nuestro cuerpo está también constituido por este líquido vital, tú has querido ser el agua viva que calme la sed de mi corazón, lo limpie de toda mancha y lo sane de todas sus heridas, para que de este modo habite en mí y en mi familia una vida renovada, plena y abundante.

      Sé tú, Jesús, la fuente de agua viva que calme nuestra sed más profunda, de manera tal que la profecía de Isaías, sea una realidad para nuestras vidas: “Entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa, el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales” (Is 35,6-7). Que así sea.

      Los orígenes del río

      Yo estoy por hacer algo nuevo:

      ya está germinando, ¿no se dan cuenta?

      Sí, pondré un camino en el desierto

       y ríos en la estepa (Is 43, 19).

      Hace algunos años, mientras vivía en la ciudad de San Bernardo en Chile, me invitaron a participar de un retiro espiritual que llevaba como título Transformación espiritual y psicológica, el cual era guiado por el sacerdote jesuita, padre Carlos Aldunate.

      Antes de esta invitación, yo no había tenido la oportunidad de conocer personalmente al padre Carlos, pero a partir de ese retiro Dios permitió que comenzara a gestarse entre nosotros una relación de maestro/discípulo, por medio de la cual el Señor quiso enseñarme muchas realidades sobre el proceso de la sanación interior que Dios puede realizar por medio de la oración.

      Esta transmisión de valores y carismas –que proceden del Espíritu Santo– fue para mí toda una novedad; en primer lugar, por lo que el Señor fue realizando en mi vida, y por lo que continúa haciendo aún hoy en mí; y luego al poder constatar cómo el uso de los dones y carismas que nos concede el Espíritu Santo son una herramienta fundamental para la tarea pastoral que el Señor me ha encomendado y que encomienda a todo sacerdote, llamados a ser como Jesús “médicos del alma”, ya que como dice el mismo Señor: No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos (cf. Lc 5, 31).

      Cuando con el pasar de los años y después de sucesivos encuentros y retiros le hice llegar al padre Carlos mi primer trabajo sobre la herencia intergeneracional, Seremos bendecidos de generación en generación, él –con una gran paciencia y metodología– se tomó el trabajo de leer cada uno de sus capítulos, agregando notas aclaratorias y desarrollando algunas ideas donde le parecía que era necesario hacerlo.

      Fue en uno de esos encuentros donde él me manifestó una idea que me inspiró a escribir este segundo trabajo sobre la herencia intergeneracional. La idea fue la siguiente: “el río no debería quedar limitado a la época de la propia historia, sino que en sus cauces fundamentales tendría que incluir el aporte sano y enfermo que recibimos de nuestros padres y demás antepasados, como así también de las diversas culturas que han ido influyendo en los miembros de la familia”. De este modo, surgieron algunas ideas que me servirían para plasmar este libro, las cuales pasaron antes por el proceso de la rumia reflexiva, la predicación y la experiencia pastoral que vino de escuchar una gran cantidad de testimonios.

      A continuación, presento algunos elementos del río intergeneracional, tomando como base algunas de las ideas del padre Carlos, pero sumándole mi reflexión sobre todo aquello que en la familia –sea positivo o negativo– heredamos o recibimos en la transmisión del inconsciente familiar, así como también todo lo bueno o negativo que por diferentes canales, aprendemos del medio en el cual nos hemos desarrollado.

      Origen del Río

      Bendiciones desde el origen del hombre

      Muchos ríos nacen en los lugares más elevados de las cadenas montañosas, y el agua con su canto cristalino, va descendiendo incansablemente por las laderas de las altas montañas, recorriendo valles, atravesando pueblos y ciudades, para desembocar finalmente en el mar.

      De manera similar, todo de lo que somos y tenemos lo hemos recibido de parte de Dios, quien al crear a nuestros primeros padres, Adán y Eva, los bendice para legarnos a través de ellos y por intermedio de todos nuestros antepasados un sinnúmero de cosas buenas (bendiciones). Esto esencialmente lo encontramos en el libro de los orígenes, es decir el Génesis:

      Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra. Y continuó diciendo: Yo les doy todas las plantas que producen semillas sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde. Y así sucedió. Dios СКАЧАТЬ