Sangre eterna. Natalia Hatt
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Название: Sangre eterna

Автор: Natalia Hatt

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Sangre enamorada

isbn: 9789878332246

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СКАЧАТЬ encargado de dirigir, moldear e influenciar, a los distintos grupos mortales. Por eso cada cultura tenía sus propios dioses, distintos pero similares en ciertos puntos.

      En la actualidad los dioses ya casi no se involucraban en asuntos humanos, ya que al encargarse de generar diferentes creencias y religiones, habían cumplido con el propósito principal que los guardianes les habían encomendado: el de crear diferencias sectarias para que las personas se sintiesen disímiles entre sí y tuviesen la necesidad de separarse de quienes considerasen sus opuestos.

      Estas falsas religiones llevarían a enemistades y guerras entre los pueblos, cosa que los guardianes querían que sucediera. Lo que deseaban siempre había sido dividir, en vez de unir. El dicho que rezaba «Divide y reinarás» no podía ser más certero. El mundo estaba dividido en nueve dimensiones diferentes, la mayoría de ellas estaban separadas a su vez en diferentes secciones y razas. No había forma de lograr la paz entre todos de esa manera.

      Ildwin había sido quien había instruido a Meredinn sobre esos asuntos que casi nadie conocía y quienes sabían preferían callar. Las consecuencias que podría acarrear hablar de ello eran tan grandes como insospechables.

      Ella conocía un poco sobre los Dioses Olímpicos; sabía que eran catorce los más conocidos, aunque solo doce de ellos estaban permanentemente en el Olimpo y eran capitanes de otros dioses menos conocidos. Pero los dioses originales se habían seguido reproduciendo, sus números habían ido aumentado, solo que de eso poco se sabía, pues no había registro de lo ocurrido con ellos durante el último par de milenios.

      Los dioses preferían evitar el contacto con otras razas, por lo que se recluían en su propio mundo. Amaban la buena música, el arte y la comida, y vivían de fiesta, ya que no necesitaban realizar ningún tipo de trabajo. Existían de manera envidiable en ese paraíso al que solo ellos tenían acceso, aunque no eran inmunes a los conflictos que se desataban entre ellos de forma constante.

      Zeus era el líder de los dioses, su padre y firme gobernador. Todos lo respetaban como tal. Era el dios del cielo y del trueno, por lo que su papel principal había sido organizar el clima en el planeta. Él estaba casado con la diosa Hera, aunque había tenido muchas amantes e hijos ilegítimos.

      Hera era su esposa legítima, aunque también su hermana. Era la diosa de las mujeres y el matrimonio, y más que nada de la fidelidad. Era muy celosa y vengativa, sobre todo contra las amantes de su esposo y sus hijos, de igual manera con los humanos que la ofendían. Cuando una mujer defraudada le ofrecía sacrificio, ella siempre estaba lista para castigar a su esposo infiel.

      Poseidón, hermano de Zeus y Hera, era el dios del mar, de los terremotos y las tormentas. Los marineros debían estar en su favor para que les brindase mares de calma, pero si lo ofendían, tendrían una muerte segura.

      Deméter, otra hermana de los anteriores, era la diosa de la agricultura, del ciclo de la vida y protectora del sagrado matrimonio. Ella había sido la encargada de enseñar a la humanidad el arte de la agricultura, de sembrar y cosechar.

      Hestia, también hermana de ellos, era la diosa de la cocina, del hogar, de la arquitectura y del fuego que daba calor a los hogares. Ella era la diosa que menos salía del Olimpo, y había decidido permanecer virgen.

      Hades, otro hermano más, era el dios de la oscuridad y del inframundo, de la morada de los muertos antes de reencarnarse en otros cuerpos mientras eran juzgados para establecerse su castigo o recompensa.

      Ares, hijo de Zeus y Hera, era el dios de la guerra, de la violencia, de la fuerza bruta, del tumulto, la confusión y los errores en las batallas. Incluso sus padres odiaban a este personaje salvaje y sanguinario, uno con el cual Meredinn no deseaba encontrarse jamás.

      Hermes, hijo no legítimo de Zeus, era el dios mensajero, de las fronteras y los viajeros que las cruzan, del ingenio, de los inventos y de los poetas, de los ladrones y los mentirosos también. Era un dios astuto, guardián de las puertas, jefe de los sueños y espía nocturno. Había enseñado a los humanos el arte del comercio, los inventos y las relaciones sociales. ¿Era posible que este dios fuera Louis? Meredinn no podía dejar de pensar en esa posibilidad, aunque si era así, no podía evitar sentirse celosa por la enorme descendencia que se le atribuía a ese dios, con diversas diosas y no diosas. Eso no le gustaba nada, esperaba que su dios no fuese ese sino un descendiente.

      Hefesto, hijo de Hera, era el dios del fuego y la forja, de los herreros y los artesanos, los escultores, los metales y la metalurgia. Era cojo, lisiado y terriblemente feo. Su temperamento tampoco pronosticaba nada bueno.

      Afrodita, nacida del mar, era la diosa del amor, la lujuria, la belleza, la sexualidad y la reproducción. Ella podía hacer que cualquier hombre se enamorase de ella con solo poner sus ojos en él. Se decía que estaba casada con el horrible Hefesto, aunque le era infiel, especialmente con el dios de la guerra, Ares.

      Atenea, diosa virgen e hija favorita de Zeus, era la diosa de la guerra, la civilización, la sabiduría, la estrategia y las artes. Ella nunca se casó ni tuvo amantes. Era una guerrera invicta, incluso contra el dios Ares.

      Apolo, hijo de Zeus, se conocía como el dios de la luz y del sol, de la verdad y la profecía, de la medicina y la curación, la música, la poesía y las artes. Así también como sanaba, podía causar la enfermedad en las personas.

      Artemisa, hermana melliza de Apolo, era la diosa de la caza, del arco y la flecha, de los territorios vírgenes, de los nacimientos, la virginidad y las doncellas.

      Por último, pero no menos importante, Dioniso, hijo de Zeus, era el dios del vino, del teatro, de la locura ritual y el éxtasis.

      Meredinn se aseguró de tener bien catalogados en su mente a cada uno de los dioses, para así tener claro lo que podía esperar de cada uno de ellos. Conocía algunos dioses más, como Heracles, Perseo, Perséfone y Adonis, pero mucho de lo que se sabía acerca de ellos era mera ficción, o había sido exagerado por los griegos de la época en que los dioses aún se relacionaban con los humanos. Mucho habría cambiado en su mundo durante los últimos tiempos; Meredinn no podía siquiera imaginarse con qué podría llegar a encontrarse allí.

      Mientras estaba aún recostada, sumida en sus pensamientos, escuchó un revoloteo en su ventana; sus blancas cortinas se movían y ella sacudió su cabeza.

      —Vale. Ya sé que estás allí, Karel. No es gracioso, ¿sabes? Karel comenzó a reírse conforme se materializaba.

      —Ya no puedo sorprenderte más, pero no deja de ser gracioso para mí —dijo el joven ángel, acercándose a ella.

      Karel era un ángel un tanto inmaduro. Había sido un hada adolescente al morir, por lo que había llevado consigo su inmadurez al convertirse en ángel. Era el mejor amigo de Meredinn, además de su hermana Judith, y lo bueno era que, de sus amigos, era uno de los pocos que no estaba enamorado de ella. Él era bastante apuesto. Aparentaba unos diecisiete años, tenía el cabello del color del trigo y los ojos de un tono miel. Era un muy buen compañero, aunque tenía la costumbre de aparecerse en los momentos y lugares más inapropiados.

      —¿No tienes nada que hacer? ¿Qué tal tu humano protegido?

      —¡A-bu-rri-do! —dijo él, al tiempo que cruzaba los brazos—. Además, sabes que puedo volver al instante en el que lo dejé, así no daño a nadie si me quedo un rato por aquí a molestarte.

      Era cierto, los ángeles podían cambiarse de dimensión a su antojo y luego volver a la anterior al mismo minuto, como si nunca hubieran estado fuera. No podían viajar en el tiempo, ni estar dos veces en el mismo lugar, pero sí podían volver a un lugar en el momento СКАЧАТЬ