Ravensong. La canción del cuervo. TJ Klune
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Название: Ravensong. La canción del cuervo

Автор: TJ Klune

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9789877476613

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СКАЧАТЬ cazadores humanos llegaron, él fue uno de los primeros en morir.

      Yo también la vi.

      No debería haberla visto. Rico me estaba gritando “apúrate, papi, ¿por qué eres tan lento?”. Tanner y Chris se volvieron para mirarme mientras pedaleaban lentamente en círculos a su alrededor, esperándome.

      Pero yo no podía moverme porque mi padre estaba en un automóvil que no reconocía, aparcado junto a una calle en un vecindario que no era el nuestro. Había una mujer de cabello oscuro en el asiento del conductor, y ella le sonreía como si él fuera lo único en el mundo.

      Jamás la había visto antes. Observé a mi padre inclinarse hacia adelante y…

      –Amigo –dijo Tanner, me sobresalté cuando pedaleó junto a mí–. ¿Qué estás mirando?

      –Nada –respondí–. No es nada. Vamos.

      Nos fuimos, las cartas que habíamos sujetado con pinzas de la ropa a los rayos de las bicicletas hacían mucho ruido mientras nos imaginábamos que eran motocicletas.

      Los quería por lo que no eran.

      No eran manada. No eran lobos. No eran brujos.

      Eran normales y sencillos, aburridos y maravillosos.

      Se burlaban de mí por usar mangas largas incluso en pleno verano. Yo sabía que no lo hacían por crueldad. Era su manera de ser.

      –¿Te golpean o algo? –me había preguntado Rico.

      –Si es así, puedes venir a vivir conmigo –agregó Tanner–. Dormirás en mi habitación. Nada más tienes que esconderte debajo de la cama para que mi mamá no te vea.

      –Nosotros te protegeremos –dijo Chris–. ¡O mejor nos escapamos todos y nos vamos a vivir al bosque!

      –¡Sí, en los árboles y esa mierda! –apuntó Rico.

      Nos reímos porque éramos niños y decir groserías era lo más gracioso del mundo.

      No podía decirles que el bosque no sería el lugar más seguro para ellos. Que criaturas con ojos brillantes y dientes afilados vivían en él. Así que les conté una versión de la verdad:

      –No me golpean. No es nada de eso.

      –¿Tienes brazos raros de chico blanco? –me preguntó Rico–. Mi papá dice que debes tener brazos raros de chico blanco. Que por eso usas sudaderas todo el tiempo.

      –¿Cómo son los brazos raros de chico blanco? –quiso saber Tanner, frunciendo el ceño.

      –Ni idea –respondió Rico–. Pero mi papá lo dijo, y él lo sabe todo.

      –¿Tengo brazos raros de chico blanco? –preguntó Chris, extendiendo los brazos. Los observó con los ojos entrecerrados y los sacudió de arriba abajo. Eran delgados y pálidos, y a mí no me parecieron raros. Me dieron envidia, con sus pelos suaves y pecas, sin marcas de tinta.

      –Probablemente –dijo Rico–. Pero eso es mí culpa por ser amigo de un montón de gringos.

      Tanner y Chris lo persiguieron a los gritos cuando se alejó pedaleando, riéndose como loco.

      Los quería más de lo que podía expresar. Me enlazaban de una manera que los lobos no podían.

      –La magia proviene de la tierra –me explicó mi padre–. Del suelo. De los árboles. De las flores y del sustrato. Este lugar es… antiguo. Mucho más antiguo de lo que te puedes imaginar. Es una especie de… baliza. Nos llama. Vibra en nuestra sangre. Los lobos también la oyen, pero no como nosotros. A ellos les canta. Ellos son… animales. No somos como ellos. Somos más. Ellos están conectados con la tierra. El Alfa más que ningún otro. Pero nosotros la utilizamos. La doblegamos según nuestro deseo. Ellos son sus esclavos, y de la luna cuando se alza llena y blanca. Nosotros la controlamos. Nunca te olvides de eso.

      Thomas tenía un hermano más pequeño.

      Se llamaba Mark.

      Y era tres años mayor que yo.

      Él tenía nueve y yo seis cuando me habló por primera vez.

      –Hueles raro –me dijo.

      –No es cierto –respondí, con el ceño fruncido.

      Hizo una mueca y bajó la vista al suelo.

      –Un poco sí. Como a… tierra. A tierra y hojas y lluvia…

      Lo odié más que a nada en el mundo.

      –Nos está siguiendo de nuevo –informó Rico, divertido. Estábamos caminando a la tienda de videos. Rico dijo que conocía al tipo que trabajaba allí y que nos dejaría alquilar una película prohibida para menores y que no le contaría a nadie.

      Si encontrábamos la película correcta, Rico nos dijo que podríamos ver tetas. No sabía muy bien cómo me sentía al respecto.

      Suspiré y miré por encima del hombro. Tenía once años, y se suponía que era un brujo, pero no tenía tiempo para lobos en ese momento. Necesitaba saber si las tetas eran algo que me interesara.

      Mark estaba al otro lado de la calle, de pie cerca del taller de Marty. Fingía no estar observándonos, pero no le salía muy bien.

      –¿Por qué hace eso? –inquirió Chris–. ¿No se da cuenta de que es raro?

      –Gordo es raro –le recordó Tanner–. Toda su familia es rara.

      –Váyanse al demonio –murmuré–. Solo… solo esperen aquí. Yo me ocuparé de esto.

      Los oí reírse de mí mientras me alejaba, Rico hacía ruido de besos. Los detesté, pero no estaban equivocados. Mi familia le resultaba rara a cualquiera que no nos conociera. No éramos los Bennett, pero era como si lo fuéramos. Nos agrupaban con ellos cuando la gente comentaba por lo bajo. Los Bennett eran ricos, aunque nadie sabía cómo. Vivían en un par de casas en el medio del bosque a las que muchos forasteros de muchos lugares visitaban. Algunos decían que eran un culto. Otros decían que eran la mafia. Nadie sabía acerca de los lobos que se ocultaban bajo la superficie de su piel.

      Los ojos de Mark se agrandaron al verme avanzar hacia él. Miró a su alrededor como si quisiera escaparse.

      –Te quedas allí mismo –gruñí.

      Y me hizo caso. Era más grande que yo y tenía СКАЧАТЬ