Название: La historia de una buena mujer
Автор: Silvia Somaré
Издательство: Bookwire
Жанр: Философия
Серия: Los del camino
isbn: 9789877620634
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Al regresar los jesuitas a Córdoba, ella encabeza con su esposo el arreglo de la casa para los sacerdotes convocando a otras personas para ese fin. Se puede leer en el diario de la Residencia: “La señora de Zavalía nos donó una mesa y sillas para el comedor”. En su estadía en Paraná, nuevamente insiste con su primo, el presidente Derqui (6), para que la Compañía se instale en esa ciudad. Allí también deja un grato recuerdo por sus “virtudes caritativas, su gratuidad y su piedad” (7). Al regresar a Córdoba, sigue con el apostolado de los Ejercicios organizado tandas y propagando las enseñanzas de san Ignacio. En unas de las que atendía, conoció a un seminarista que estaba haciendo los Ejercicios Espirituales. Se llamaba José Gabriel Brochero. Más adelante, siendo él presbítero y ella, la viuda de Zavalía, asistirán a las víctimas de la epidemia del cólera.
Además de los Ejercicios, que junto con promoverlos los hacía anualmente, los testimonios cuentan su dedicación a los más pobres, su austeridad de vida y su decisión a hacer lo que fuera necesario para humanizar la sociedad en la que vivía. Algunos de ellos cuentan que “ningún pobre se iba de su casa sin que recibiese el pan material del alimento y el pan espiritual del buen consejo” (8) y que “tenía un gran celo por la conversión de los pecadores y la salvación de las almas” (9). “No se rindió, no cedió, aunque el frio quemaba, aunque el miedo mordía, aunque el sol se escondía y se callaba el viento.”
Por los mismos paradigmas de la época, no tuvo cargos públicos ni trabajo fuera de su hogar, pero sus opciones de vida la llevaron más allá de su casa para animar y transformar la sociedad en la que vivía. Se desacomodó y desacomodó su ambiente. La carta, citada en el capítulo La Esposa, en la que pide la liberación de su marido y otros militares es una muestra de tantas acciones en las que no consideró el rol que la sociedad le asignaba como mujer, sino que primó la búsqueda de la integridad de los demás. Aunque por diferentes motivos tenía un status social alto, siempre llamó la atención que solo usó sus influencias para el servicio y no para marcar diferencias (10).
Tal vez porque Catalina murió como religiosa y en la mayoría de las imágenes la vemos así representada nos cuesta asumirla como laica. Vivió esta vocación, a la espera de la concreción de la otra, el doble de tiempo; es decir, fue cuarenta y ocho años laica y solo veinticuatro religiosa. Nos muestra caminos como esposa, como madre adoptiva y como mujer que, desde donde estuviese, encarnó el Evangelio saliendo de su confort. Para ella, los esquemas no existieron a la hora de buscar el bien del prójimo. Fue sal en una sociedad desabrida de fraternidad y fue luz en una Iglesia que se quedaba a oscuras (cfr. Mt 5, 13-16).
Siempre hacen falta la sal y la luz; se trata de ir con nuestros granitos y nuestra vela en la mochila, usar los sentidos para ver donde debemos sazonar o alumbrar y ahí detenernos. Para después seguir caminando. Catalina marca el rumbo. Su ejemplo nos desafía “a desplegar las alas e intentar de nuevo, a celebrar la vida y retomar los cielos.”
1- Concilio Vaticano II, constitución Lumen Gentium 31.
2- Papa Francisco, Mensaje al Consejo Pontificio Latinoamericano, 13 de marzo de 2016.
3- Papa Francisco, Mensaje al Consejo Pontificio Latinoamericano, 13 de marzo de 2016.
4- CELAM, Documento de Puebla, 323.
5- Memorias, 20.
6- Positio, 51.
7- Positio, 53.
8- Apuntes, 63.
9- Apuntes, 62.
10- Apuntes, 64.
LA SOÑADORA
“El destino no puede esperar
solo tienes que elegir hacia donde caminar,
en la cima de tus sueños vive tu verdad.
El más grande desafío siempre es comenzar,
busca tu camino, tienes que confiar.”
(Jorge Rojas)
Los sueños son un tema recurrente en este libro porque fue recurrente en Catalina. Creo que va más allá de los deseos y sueños a los que invita a descubrir san Ignacio en los Ejercicios Espirituales. Un sueño es algo lindo, de lo contario se convierte en pesadilla, su definición lleva implícita la grandeza, el salirse de la realidad, el gozo de sentirlo. Lo bello del sueño no es tanto cumplirlo, sino vivirlo. Al cumplirlo, las satisfacciones son más grandes cuanto más grande es el sueño. Al llegar a su meta, no solo crece la persona, también crece la humanidad porque todo sueño aporta algo bueno.
Catalina con determinación nos dice que la inspiración de “formar una comunidad de señoras con las reglas del Instituto de san Ignacio, para enseñar los domingos la doctrina a las niñas y asilar a las mujeres que causa pena verlas en peligros obligadas muchas veces de la necesidad” era su Sueño Dorado. Por el adjetivo que le pone, es un sueño de calidad, potente, de esos que si se cumplen, determinan la vida propia y la de los demás. Cuenta que “era grande mi entusiasmo y decisión a pasar por todo para conseguir lo que deseaba en lo que no tuve jamás la más pequeña alternativa a pesar de las más fuertes contradicciones”. (1) Catalina “no esperó que el destino” decidiera por estas mujeres que estaban en peligro, se adelantó y venció “el desafío de comenzar”. Con determinada determinación y con su sueño como meta, le dio respuesta a lo que le hacía ruido en el corazón. En su vida no mandaron los miedos, sino los sueños.
Considero que Dios es el gran Creador, pero antes sueña lo que hace. Podríamos decir que cada uno de nosotros somos un sueño de Dios, un deseo de Dios, y en la medida que lo concretamos, sintonizamos con Él y, de ese modo, alcanzamos la felicidad. Es importante descubrir para qué fuimos creados, para qué fuimos soñados por Dios; eso constituye el porqué y el por quién de nuestra vida, lo que define la vocación y desde allí las decisiones de cada día, lo que disfrutamos, lo que nos alegra y lo que nos entristece. Los sueños también nos llevan a mirar hacia adelante, a superar obstáculos, a aceptar desafíos, y por esa trama que somos los hijos de Dios, del cumplimiento de los sueños de cada uno depende el cumplimiento de los sueños de los demás y viceversa. Pensemos en el tenor de nuestros sueños si Catalina no hubiese ido persistentemente tras su Sueño Dorado, tras ese llamado de Dios a una misión transgresora.
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