Название: E-Pack Bianca octubre 2020
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413752396
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Dante lo miró muy serio. Pascal le puso la mano en la cabeza sin pensarlo y experimentó una inesperada sensación de dulzura al ver cómo se le ajustaba la palma a la cabeza del niño.
Como si los hubieran diseñado para encajar de aquel modo: padre e hijo.
Se dijo que por eso casi se había emocionado cuando las monjas, sentadas en los bancos, comenzaron a cantar una versión de una marcha nupcial.
Entonces apareció Cecilia al principio de la nave. Y Pascal la miró.
No era feliz con él. No lo había ocultado en los días transcurridos entre aquella noche en que finalmente había aceptado la realidad y aquel momento.
–Lo que me preocupa es cómo va a vivir Dante todo esto –había dicho esa noche, después de que el niño se hubiera ido a la cama–. Se acaba de enterar de que eres su padre. No sé qué le va a parecer que me case con un desconocido.
–Los niños tienen una gran capacidad para recuperarse –afirmó Pascal con despreocupación.
–¿Y eso lo sabes por tu experiencia en criarlos?
–Si me falta esa experiencia, ¿de quién es la culpa, Cecilia?
Y ella había palidecido, pero no se había dado por vencida.
–Dante es más frágil de lo que parece.
–Si los niños no fueran fuertes, ni tú ni yo estaríamos aquí.
Ella había lanzado un tembloroso suspiro.
–No creo que debamos basar nada en tu infancia o en la mía. De hecho, me parece que lo mejor que podemos hacer es pensar en nuestra infancia y llevar a cabo justamente lo contrario.
Cecilia decidió que le dirían juntos que se iban a casar, haciendo un frente común siempre y en todo, insistió, si querían que aquello funcionara. Pascal no le recordó que ya no controlaba las condiciones ni ninguna otra cosa. Suponía que ya lo tenía claro.
–Y por funcionar –le espetó ella a la mañana siguiente, cuando él llegó a la hora convenida– no me refiero a que lo haga como a ti te satisfaga, sino a que sea lo mejor para Dante. Porque solo se trata de él.
–¿De qué otra cosa se iba a tratar? –preguntó él en un tono tan suave que ella se sonrojó.
Cuando le contaron a Dante sus planes, el niño sonrió.
–¿Vamos a ser una familia? Todos los demás niños tiene una.
–Sí –dijo Cecilia–. Seremos una familia. Viviremos bajo el mismo techo, pero no aquí. Vamos a trasladarnos a Roma, donde vive tu padre.
El niño parecía más preocupado por el camión de juguete con el que no dejaba de golpear la pata del sofá que por la conversación.
–La madre de Paolo me ha hablado de Roma –dijo–. Es de allí. Puedes tomarte un helado cuando quieras, no solo cuando los hace la cocinera de la abadía.
–Ya lo has visto –Pascal murmuró–. Ha sido muy fácil.
Ella le lanzó una mirada asesina.
Y a él le había parecido divertido.
Ella no puso objeciones para que Pascal estuviera el mayor tiempo posible con Dante el resto de los días hasta la boda. Lo cuidaba. Y él no se molestó en decirle lo que pensaba con respecto a que la futura señora Furlani se pasara los días limpiando, porque le quedaban muy pocos allí. Le daba igual que quisiera pasarlos fregando de rodillas en suelos de piedra.
Uno de esos días, ella lo halló en su habitación atendiendo al trabajo que se le amontonaba en el portátil. Él oyó un leve ruido, alzó la cabeza y allí estaba ella, en la puerta y con la fregona en la mano.
Y durante unos segundos fue como si hubieran retrocedido en el tiempo. A él se le ocurrió la extraña idea de que si se miraba se vería lleno de vendas, como cuando había llegado allí por primera vez; como si el accidente acabara de suceder.
Como si pudieran repetir su historia. Apartó ese pensamiento inmediatamente de su cabeza.
Y supo que ella estaba pensando lo mismo, a juzgar por la afligida mirada de sus hermosos ojos violetas.
Sus ojos fueron lo primero que había visto al despertar de la operación que le había salvado la vida. Esos ojos se habían abierto paso en la confusión de su cerebro y lo habían tentado a volver al mundo de los vivos.
Y esos mismos ojos se burlaban de su afirmación de que estaba allí solo por el niño.
Pero prefirió no analizarlo.
–Dante está haciendo un buen papel –dijo ella al cabo de unos segundos–. Pero, antes o después, todo esto acabará por caerle encima. Espero que estés preparado. Es un niño obstinado, que a veces me vuelve loca. Dudo que tu vida pueda adaptarse a un niño tan activo.
–Lo bueno de mi vida es que se adapta a mí, por lo que se convierte en lo que quiero.
–Y eso lo dice alguien que no tiene ni idea de lo que hablo. Y, en efecto –prosiguió antes de que él volviera a recordarle por qué carecía de experiencia en ese campo–, es culpa mía. Pero eres tú quien ha lanzado un ultimátum, no yo.
Pascal sabía que se refería a que era él quien insistía en casarse y que la presionaba con el niño para que accediera. Suponía que debería sentirse culpable, pero lo extraño era que tenía la conciencia tranquila.
–Tengo dinero en abundancia –afirmó él. Sonrió al ver que ella ponía los ojos en blanco–. No estoy alardeando. ¿Sabes lo que el dinero puede comprar? Niñeras, tutores, un ejército de personal preparado para cuidarlo. Todo lo que sea necesario para que la transición sea lo menos dolorosa posible para Dante. Y para mí.
–Pero no para mí, claro. ¿No te preocupa cómo sea la transición para mí?
–No especialmente.
Ella se pasó la lengua por los dientes.
–¿Qué esperas que haga?
Pascal la examinó durante unos segundos.
–Supongo que podrías fregar el suelo de mi casa, si te apetece, pero a mi ama de llaves no le gustaría.
Los ojos de ella relampaguearon.
–Fregar suelos no es vergonzoso.
–En general, no. Pero estamos hablando de la esposa de Pascal Furlani, no de una madre soltera anónima de un lejano pueblo de montaña.
Y no tenía intención de decirle que su forma de fulminarlo con la mirada lo incitaba a seguirla pinchando.
–Habrá determinadas expectativas sobre nosotros.
–Querrás СКАЧАТЬ