Название: Educación, filosofía y política en la Argentina 1560-1960
Автор: Juan Carlos Pablo Ballesteros
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789508441454
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En el orden filosófico también España vivió en esta época un desarrollo importante. En 1499 el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros fundó la Universidad de Alcalá de Henares que superó en prestigio e influencia a todas las demás, excepto la de Salamanca, que contribuyó al pensamiento teológico, político, económico, jurídico y moral. En ella enseñó durante veinte años el dominico Francisco de Vitoria (1492-1546), que fue el primero en establecer los conceptos fundamentales del derecho internacional moderno y contribuyó a dar base a lo que será el Derecho Indiano. También en Salamanca estudió quien será considerado el mayor filósofo español de la época, el llamado doctor eximius, Francisco Suárez (1548-1617), que perteneció a la orden de los jesuitas. También ejercen su influencia en la época Juan Luis Vives (1492-1540) y el dominico Domingo de Soto (1495-1560).
En 1492, bajo el reinado de los llamados Reyes Católicos (Fernando V de Aragón e Isabel I de Castilla) se produce la caída de Granada, la última ciudad-fortaleza en manos de los árabes, con lo que se da fin a ochocientos años de reconquista del territorio español que había estado en manos de los musulmanes. Ese mismo año “llega” por primera vez Colón a lo que después se llamará América. En la lista de pasajeros de este primer viaje no figuran clérigos o religiosos. Pero sí los hubo desde el segundo viaje, iniciado en Cádiz en septiembre de 1493. En las instrucciones que se le dieron a Colón se lee “...por ende Sus Altezas deseando que nuestra santa Fe católica sea aumentada e acrecentada, mandan e encargan al dicho Almirante, Visorey e Gobernador que por todas las vías e maneras que pudiere procure e trabaje atraer a los moradores de las dichas islas a tierra firme a que se conviertan a nuestra santa Fe católica...”16
Durante el período hispánico dos casas reinantes tendrán el gobierno: la Casa de Austria, de espíritu católico y tradicional: entre 1517 y 1700, con Carlos I (de España) y V (de Alemania), Felipe II, III, IV, Carlos II y la Casa de Borbón, que se inicia en 1701 con Felipe V y llega hasta nuestros días, con algunas interrupciones, de espíritu liberal y antitradicional. Durante más de doscientos años España será un gran imperio, hasta que en la batalla de Rocroi, en Francia, en 1643 son vencidos los famosos y temidos tercios de la infantería española y comienza una larga decadencia. No obstante, la semilla cultural estaba plantada en nuestra América, por lo que, como dice la conocida expresión de fray Francisco de Paula Castañeda, por Castilla somos gente.
La realidad americana
Sobre los primeros habitantes de América, hoy hay acuerdo en sostener su origen extracontinental, producto de un proceso inmigratorio, seguramente a través del estrecho de Bering. Con respecto a los habitantes que encuentran los primeros españoles que llegan a nuestro actual territorio, es útil el relato de Ulrico Schmidl, un soldado proveniente de Straubing, en la región de Baviera, que inició su viaje en Amberes en 1534 llegando al Río de la Plata con Pedro de Mendoza en 1536. Recorrió nuestro territorio llegando hasta el Paraguay. Al regresar a su patria escribió su relato, el primer libro sobre el Río de la Plata, hacia 1560, en una colección de viajes publicada en alemán. En su libro, titulado Viaje al Río de la Plata, describe: “De allí partimos de nuevo y navegamos por el río Paraná durante cuatro jornadas, hasta que llegamos a una nación que se llama Chaná-Salvajes; son bajos y gruesos y no tienen más comida que carne, pescado y miel. Las mujeres llevan sus vergüenzas al aire: todos, hombre y mujeres, andan completamente desnudos, tal como Dios Todopoderoso los ha puesto en el mundo. La carne que comen es de venados, puercos salvajes y avestruces; también de unos conejos que son iguales a una rata grande, salvo que no tienen cola. Permanecimos con ellos solamente una noche, pues no tenían nada que comer: hacía cinco días que habían venido al río Paraná para pescar y guerrear con los mocoretás. Es una gente igual a los salteadores que hay por Alemania: roban y asaltan y luego vuelven a su guarida.”17
Más adelante, prosiguiendo con su relato ya cuando se encuentra sobre el río Paraguay, narra que después que dejaron a los indios agaces se encontraron con los carios. “Estos carios dominan un gran territorio: yo creo, y de esto estoy cierto, que abarca más de trescientas leguas a la redonda. Los dichos carios o guaraníes son gente baja y gruesa y son más resistentes que las otras naciones. […] Las mujeres y hombres andan completamente desnudos, tal como Dios los echó al mundo. El padre vende su hija; lo mismo el marido a su mujer cuando no le gusta, y el hermano a la hermana; una mujer cuesta una camisa, un cuchillo, una hachuela, u otro rescate cualquiera.”18
Estos carios, continúa Schmidl, “habían comido carne humana cuando llegamos a ellos: cómo la comen lo sabréis enseguida. Cuando estos carios hacen la guerra contra sus enemigos, entonces ceban a los prisioneros, sea hombre o mujer, sea joven o vieja, o sea niño, como se ceba un cerdo en Alemania; pero si la mujer es algo hermosa, la guardan durante uno o tres años. Cuando ya están cansados de ella, entonces la matan y la comen, y hacen una gran fiesta, como un banquete de un casamiento allá en Alemania; si es un hombre viejo o una mujer vieja, se los hace trabajar, a aquél en la tierra y a ésta en preparar la comida para su amo”.19 Esa era la población que encontraron los españoles cuando llegaron a estas tierras. Población que estaba en un estado de civilización muy inferior al recién llegado. Sin embargo, en poco tiempo, mientras luchaban con algunos, con otros establecían relaciones cercanas, llegando muy pronto al mestizaje. Al respecto observa Vicente Sierra: “En estas tierras, los tiempos primitivos fueron sólo de lucha, de peligros, de miseria y de esperanzas. Aquí no hubo pueblos opulentos como los encontrados por Pizarro y Cortés, ni oro, ni plata, ni siquiera cultivos espontáneos de la tierra que tuvieran algún valor; aquí no hubo ni siquiera perspectivas de riqueza, ni de bienestar; la máxima fortuna que podían intercambiar los indios eran plumas de avestruz, y sin embargo, Tucumán no se despobló, ni se despobló el Paraguay.”20 Hay que observar, no obstante, que España no disponía de suficiente población como para continuar indefinidamente el poblamiento de América, por lo que debía procurar que los que se establecían no se dispersaran. Las Ordenanzas de 1573 respondieron al objetivo de asentar a estas nuevas poblaciones, por lo que, recogiendo una experiencia que ya tenía algunos años de implementación, prohibieron que los vecinos establecidos en alguna de estas nuevas poblaciones las abandonaran por el atractivo de nuevos descubrimientos, bajo pena de muerte y pérdida de bienes.
La relación con los pueblos locales originó tempranamente la aparición de los primeros criollos, llamados “hijos de la tierra”. Este proceso que comenzó en Asunción tuvo gran influencia en la expansión hacia el litoral, ya que las fundaciones de Santa Fe, Corrientes y Buenos Aires se llevaron a cabo con mayoría de mestizos. Por otra parte, si bien los primeros pobladores españoles eran todos voluntarios, con el tiempo España tuvo que enviar, por un tiempo determinado, soldados y funcionarios de todo tipo. Pues bien, incluso muchos de éstos prefirieron quedarse o volver al todavía Nuevo Mundo, de modo que, como escribió Sierra, América terminó por conquistar a los conquistadores. Mucho tiempo después de los primeros tiempos fundacionales, el virrey Vértiz escribe en sus Memorias: “Algunos curas por un celo indiscreto ó por el interés de sus derechos, suelen ocultamente casar soldados sin las respectivas licencias de sus Gefes. Los interesados por no sufrir la pena lo callan: restituidos con sus cuerpos a España, y obtenida su licencia por cumplidos ocurren al Tribunal del Consulado de Cádiz solicitando permiso para regresar a esta Provincia, suponiéndose vecinos de ella, corroborando con la fe de casamiento que les dan los propios párrocos.”21
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