Название: Narcosur
Автор: Cecilia González
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Historia Urgente
isbn: 9789871307883
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A escondidas, con empujones, por la fuerza, en medio de abucheos y custodiado por policías y militares, el panista pudo entrar en la Cámara de Diputados para jurar como nuevo presidente de México por un período de seis años. Un sector de la población lo consideró, desde entonces y para siempre, como un gobernante espurio, emergido de un fraude electoral.5
En enero de 2007, sin haber podido regresar al país y cuando Calderón ya anticipaba que la guerra al narcotráfico sería un tema central de su gobierno, los supuestos panistas le dijeron a Ye Gon que no podía sacar el dinero de la casa de Las Lomas porque pronto habría una devaluación y convenía mantenerla guardada. En lugar de la crisis en el mercado cambiario, vino el allanamiento policíaco. Fue justo el 15 de marzo, día del cumpleaños de uno de sus hijos.
“Esa noche, la estación de TV mexicana transmitió una gran noticia: se había dado uno de los principales golpes contra el narcotráfico, con antecedentes chinos. Me sentí impotente y perdido y sin saber qué hacer o decir. Sólo seguía pensando dentro de mí: ¿quién es esta persona extremadamente despiadada que manda a mi familia a la cárcel y quiere destruir mi vida? Me retratan como un venenoso capo de las drogas y destacan la atención personal del presidente de México en el asunto. Dicen que controlaba cuatro bandas de narcotraficantes. En el gigante mercado de las drogas de México y Estados Unidos, en apenas una noche, me convertí en el hombre del momento, conocido a nivel mundial, inesperadamente”, lamentaba en la carta.
El presidente Calderón le respondió al prófugo. Presumió el decomiso de las casi 20 toneladas de seudoefedrina en Michoacán y de los millones de dólares en la casa de Las Lomas como algunos de los primeros logros de su guerra contra el narcotráfico.
–Es un cuento chino –ironizó al desacreditar la denuncia de Ye Gon–, es una versión ridícula el decir que ese dinero iba a ser para la campaña 2006 o que había sido y que se lo habíamos prestado, algo que a mí me parece totalmente ridículo, que no es más que una estrategia realmente muy burda y muy tonta para pretender, desde luego, evadir la acción de la justicia.6
El presidente anunció ahí que Javier Lozano Alarcón, su secretario del Trabajo, iba a demandar en México y en Estados Unidos al chino por relacionarlo con las supuestas amenazas. Su nombre no se había citado textualmente pero, de manera inexplicable, el funcionario se dio por aludido y otorgó entidad y peso a las denuncias de un presunto delincuente.
Las desmentidas del gobierno mexicano fueron muy airadas, a pesar de que Ye Gon afirmó luego que la carta era falsa. En una rueda de prensa sui géneris, desde algún lugar desconocido, el acusado charló telefónicamente con una decena de periodistas en las oficinas de sus abogados en Washington. Les dijo que el escrito no era suyo (aunque no difería de la versión que le había dado a la agencia AP) y advirtió que no estaba dispuesto a entregarse ni al gobierno de México, ni al de Estados Unidos.
Ye Gon y sus abogados exculparon a Calderón de cualquier responsabilidad o relación directa con el dinero. El gobierno, en tanto, defendió su versión de que el chino lideraba una banda internacional que operaba en México, Estados Unidos y China para llevar desde Hong Kong y Shangai, con escala en Long Beach, California, y destino final los puertos de Manzanillo o Lázaro Cárdenas, cargamentos de efedrina o seudoefedrina para surtir a narcotraficantes mexicanos (todas las pistas apuntaban al Cartel de Sinaloa), además de que pretendía iniciar la producción de metanfetaminas en la planta farmacéutica que estaba construyendo en el Estado de México.
La huida de Ye Gon terminó a las nueve de la noche del lunes 23 de julio de 2007, cuando agentes de la DEA lo encontraron cenando comida china en un restaurante de la pequeña localidad de Wheaton, Maryland.
El proceso en su contra fue lento y complicado. México pidió su extradición con una avalancha de cargos: delincuencia organizada, transporte de derivados de la efedrina y seudoefedrina, posesión y producción de derivados de la metanfetamina; desvío de químicos esenciales, posesión de armas de fuego y cartuchos reservados para las fuerzas armadas y operaciones con recursos de procedencia ilícita derivados de delitos contra la salud.
Había un problema: el gobierno de George W. Bush tenía que resolver primero una investigación propia por lavado de dinero en contra de Ye Gon para después decidir si lo juzgaba en Estados Unidos o lo mandaba a México, lo que generó, otra vez, la rivalidad y falta de cooperación que ya había marcado a ambos países en otros casos. En este, en particular, Estados Unidos llevaba las de perder porque no había trabajado de la manera más eficiente posible.
El 25 de julio de 2007, el periódico La Jornada reveló que la DEA sospechaba de Ye Gon desde 1997, cuando empezó a viajar a Las Vegas. Había tardado diez años en emitir una orden de detención, y lo hizo recién cuando la policía mexicana ya había realizado el cateo de la casa de Las Lomas y con el chino prófugo en territorio estadounidense. Funcionarios mexicanos reconocieron que si Estados Unidos probaba cargos a Ye Gon y lo juzgaba en tribunales de ese país, habría posibilidades de congelar allá una parte de los 205,6 millones de dólares que le habían sido decomisados al empresario en la casa de Las Lomas y que el gobierno de Calderón, en medio de las críticas y protestas de la oposición, había depositado en el Bank of América. El procurador mexicano, Eduardo Medina Mora, advirtió que el decomiso de la seudoefedrina y del dinero y el descubrimiento de la presunta relación de Ye Gon con el narcotráfico había sido una acción exclusiva del gobierno mexicano. No había modo de compartir los millones con Estados Unidos. La DEA no lo contradijo.
Dos días después de la detención del chino, el gobierno informó que los millones asegurados no habían sido reclamados por nadie, así que se los consideraba abandonados. Fueron repartidos en partes iguales entre tres secretarías.
Los cargos en contra de Ye Gon en Estados Unidos no prosperaron. El 28 de agosto de 2009, a dos años de su detención, recibió una buena noticia: el juez Emmet Sullivan desestimó la acusación en su contra por tráfico de drogas en ese país y ordenó la restitución de 1 700 000 dólares confiscados en diferentes cuentas que tenía en Estados Unidos. Le devolvieron su Lamborghini, su Rolls Royce y sus dos Mercedes Benz, con lo que concluyó su proceso criminal en ese país. Su amante, Michelle Wong, que también había sido detenida, acusada de complicidad en el lavado de dinero, recuperó una residencia en Las Vegas valuada en más de un millón de dólares. Los abogados celebraron y siguieron presionando para liberar al chino. Fracasaron. Dos meses más tarde, el juez federal John Facciola aceptó la petición del gobierno de Estados Unidos de dejarlo preso y sin derecho a fianza ante el riesgo de fuga. A mediados de 2013 seguía pendiente su extradición a México.
Con Ye Gon preso y el dinero volcado en las arcas públicas, el gobierno de Felipe Calderón anunció el 14 de septiembre de 2007 una drástica medida que modificaría el negocio de las metanfetaminas en el mercado internacional: a partir de 2008, México cerraría por completo el paso a las importaciones de efedrina y seudoefedrina. Y para 2009, ningún medicamento comercializado en el país podría contener dichas sustancias. Serían sustituidas por la fenilefrina, un componente eficaz para combatir los síntomas del resfriado, pero que no puede ser utilizado como precursor químico para elaborar drogas.
La historia del chino pasó de largo en Argentina, aunque, poco tiempo después, las derivaciones del caso iban a impactar de lleno en este país. Más allá de la espectacularidad de las imágenes del cuarto atestado de dólares, euros y pesos que fueron transmitidas por los canales de televisión al día siguiente del allanamiento, la noticia no repercutió en la prensa ni en la opinión pública.7
Sin esa información, no se pudo prevenir el impacto obvio, inmediato y sangriento que iba a tener la decisión del gobierno mexicano de limitar las importaciones de efedrina. Bastaba СКАЧАТЬ