Un paraíso sospechoso. Leopoldo M Bernucci
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Название: Un paraíso sospechoso

Автор: Leopoldo M Bernucci

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Opera Eximia

isbn: 9789587814675

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СКАЧАТЬ Del mismo modo que la equivocada interpretación de la novela que French ofrece, Roberto Simón Crespi asevera que “en vez de eso, Rivera detalló la información sobre la participación de Gran Bretaña en la industria explotadora del caucho, y aún así se rehúsa a introducirla en su novela”.44 Lo que esos críticos ignoraron en sus análisis de La vorágine, como una novela que ficcionaliza textos históricos, es lo que Henry James denominó “la intensidad de la ilusión”. Wayne C. Booth, citando a James, argumentó que es exactamente esa ilusión “en la mayoría de los casos la ilusión de experimentar la vida como si fuera vista por una mente aguda sujeta a limitaciones humanas realistas”,45 que hace toda la diferencia en discernir la ficción de la historia.

      Rivera tenía consciencia de que las exigencias de cualquier buena novela realista como género imponen soluciones sutiles y sugerentes. Ellas también prescriben que, aunque manteniéndose cerca del registro histórico, el autor debe igualmente guardar cierta distancia entre la novela y sus fuentes. Esta es una tensión productiva que tiene profundas implicaciones, de un modo general, en la realización artística de textos ficcionales, textos que usualmente acogen muy bien lo real y lo ficticio representados simultánea o aisladamente por un lenguaje connotativo.

      Aunque Rivera no haya atacado directamente el régimen de esclavitud vigente en el Putumayo, como lo querían sus críticos, ciertamente suscitó una fuerte reacción de la Peruvian Amazon Company. Alfredo Villamil Fajardo, cónsul colombiano en Iquitos, revela este hecho en una declaración de 1924:

      Otros de los medios que han utilizado los señores del Putumayo para granjearme enemistades en Iquitos es la versión ridícula de que he suministrado al señor José Eustasio Rivera —con quien no tengo relaciones— ciertas informaciones para que en su novela La vorágine reviviera infames escenas que tienen por teatro el Putumayo e hiciera figurar en ella a Julio Arana y a su socio colombiano Juan Vega, a quien, por intriga del primero y una muy lamentable ligereza del Ministerio, se le acreditó en esta ciudad como cónsul de Colombia por los años de 1904-1905. De esa ciudad me fue enviado por correo un ejemplar de la obra del señor Rivera, que no llegó a mis manos pero que sí está sirviendo de arma a mis enemigos, pues las familias Arana y Vega, emparentadas con las más sobresalientes de Iquitos se sirven de él para confirmar la ridícula conseja de espionaje y de mala voluntad para ciertos elementos de que se me acusa.46

      Furiosas con las acusaciones de los crímenes cometidos por la PAC en el Putumayo y con las referencias a los nombres de Arana y sus compañeros encontradas en la novela, las familias Arana y Vega iniciaron, en 1924, una campaña difamatoria en contra del cónsul colombiano en Iquitos, Villamil Fajardo. En su novela, Rivera también agrede al predecesor de Fajardo, el excónsul Juan Bautista Vega, que también fue socio de J. C. Arana en los negocios, cuando estuvo al frente del consulado de Colombia en Iquitos (1904-1905). No había duda, en la mente de Rivera, de que Vega era un traidor de su país y de que La vorágine pretendía ser más que un libro inconveniente. En realidad, se volvió un serio problema para la familia Arana y sus compinches.

      Con tanta frivolidad crítica concentrada en sus “defectos”, quedó evidente que La vorágine era un libro incómodo en la historia de la novela latinoamericana, por lo menos para la generación del boom. Quedó claro, incluso, desde su publicación, que, a pesar de que la novela hubiera suscitado mucho debate, ciertos críticos del boom no se habían familiarizado de ningún modo con la historia de esa diatriba o difícilmente entendieron la reacción de Rivera a sus primeros críticos.

      Aunque la mayoría de los escritores del boom mantuvieran sus dudas sobre los aspectos regionales de La vorágine, Rivera vio un potencial de esta forma:

      … crear, o mejor, descubrir una veta autóctona dentro de la literatura nacional es tarea muy ingente, escollo que no se atrevieron a sortear hombres de gran altura mental entre nosotros. Literariamente hablando, lo nacional es grande cuando posee un valor universal, porque afecta la sensibilidad, también, de los hombres de otras latitudes…47

      Lo que percibió Rivera en la novela, y sus críticos no, fue la posibilidad de combinar, incluso en términos formales en el nivel lingüístico, lo regional y lo universal. Esa solución más favorable, encontrada igualmente en João Guimarães Rosa, otro escritor identificado comúnmente con representaciones regionales, atrajo la atención de más de un lector informado. Álvaro Lins señala con respecto al autor de Grande Sertão: Veredas (1956) un feliz matrimonio entre “el mundo regional y el espíritu universal”.48 Antonio Cândido también observó que, en Sagarana (1946), el primer libro ficcional de Guimarães Rosa, frecuentemente considerado como literatura regional, “nació universal por el alcance y por la cohesión de factura”.49

      NUEVAS LECTURAS

      Como lo hemos demostrado hasta aquí, en su gran mayoría, los autores de la generación del boom latinoamericano eran enteramente escépticos respecto a la novela de Rivera. Sin embargo, en la década de 1970, los críticos posboom hicieron una nueva evaluación, esta vez positiva, de La vorágine. En 1972, Cedomil Goic, por ejemplo, resaltó sus aspectos formales, elogiando su estructura narrativa singular, el argumento y la hábil combinación de verdad y misterio.50

      Los debates más vigorosos, consistentes y continuos sobre la novela de Rivera fueron escritos en las décadas de 1980 y 1990. Doris Sommer, Sylvia Molloy, Montserrat Ordóñez Vila, Carlos Alonso, R. H. Moreno Durán, Juan Loveluck, Elzbieta Sklodowska y otros críticos dominaron ese periodo de la recepción crítica de La vorágine y la interpretaron de muchas maneras diferentes: crítica social, novela sentimental, autobiografía, texto romántico-modernista y combinaciones de todas las tesis. Sklodowska, llamando la atención sobre el hecho de que la obra de Rivera se hubiera resistido al rótulo de “novela primitiva” que le fue aplicado por algunos críticos, observó que el libro del escritor colombiano “anticipa los problemas éticos […] del testimonio hispanoamericano, una forma narrativa” del futuro.51 Según Sklodowska, la crítica a la esclavitud y a las masacres en la Amazonía sitúa la novela en la tradición de la novela de testimonio. Más recientemente, Flor María Rodríguez-Arenas endosó la evaluación que Carpentier hizo de la novela como melodrama e incentivó sus implicaciones.

      En este capítulo, intentamos ofrecer una síntesis de la crítica de La vorágine, demostrando como esta novela disfrutó de un grupo de lectores amplio y variado desde su publicación. Intentamos también evidenciar como los lectores de ese libro eran todo menos pasivos, algunos reaccionando en forma de una diatriba, otros con elogio o desaprobación entusiastas. Esperamos haber señalado, aún así, cómo, de cualquier modo, las discusiones en torno de La vorágine también ayudaron a fomentar un debate más general sobre la función social de la novela como género. Al presentar este panorama crítico de la ficción de Rivera, quedó claro que las diferentes opiniones expresadas, algunas incluso contradictorias, indican la plétora de intereses por los aspectos formales e ideológicos del libro. El acalorado debate también es un testimonio del vigor inusual con que esa obra logró inspirar y provocar la reacción de sus lectores. La incansable búsqueda de la verdad y de la belleza emprendida por Rivera en su ficción no deja duda sobre su seriedad de escritor comprometido socialmente y de su talento de artista. En el segundo capítulo mostraremos cómo La vorágine nunca agotó sus múltiples posibilidades de lectura. La conexión entre esta novela y el Brasil no debería sorprendernos, porque es posible verla en su trama por medio de una serie de personajes brasileños y por el empleo de palabras portuguesas. Sin embargo, también existe una relación más profunda, aunque menos visible, con la literatura brasileña en un nivel intertextual que aún estaba por ser investigada. Como se verá adelante, el diálogo intertextual con algunos escritores brasileños contemporáneos abrió otro camino para la aproximación a La vorágine a partir de perspectivas que la crítica todavía no había considerado.

      NOTAS

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