Название: Mi Marqués Eternamente
Автор: Dawn Brower
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Современная зарубежная литература
isbn: 9788893988575
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“¿Se dirigió a usted como lord Cinderbury?”, la mujer preguntó. Él se volvió hacia ella y respondió: “así es, soy yo”.
“Ya veo”. Ella mordisqueó su labio inferior. Los ojos de él inmediatamente fueron atraídos por esa acción. Estaba desarrollando un serio problema con respecto a la dama. Ryan había estado dolorosamente consciente de ella desde el momento en que había salido del castillo, pero esperaba que ella se marchara y que la sensible impresión que había tenido fuera solo una mera ilusión.
“Así que usted es, ¿el primo de Estella? Yo soy lady Annalise Palmer, su hermanastra”.
Ay...sabía que no podía confiar en ella. Un hermoso rostro escondía también un engaño. Ella estaba relacionada con el tirano que había abusado de Estella. Los músculos de su mandíbula se contrajeron mientras luchaba por el control. Ryan no quería creer lo peor en ella, sin embargo, tampoco podía confiar plenamente en ella.
“¡Ah! Y, ¿por qué se encuentra aquí? ¿Su padre no desaprobaría que pasara algún tiempo en compañía de Estella? ¿No dañaría eso su impecable reputación?”. Él nunca había tenido oportunidad de conocer al hombre con el que su tía había elegido casarse. La única información que tenía sobre el duque o su familia, era sobre su reputación y nada de eso había sido bueno.
Ella retrocedió como si la hubiera abofeteado. Las palabras podían ser armas y Ryan había aprendido esa lección bastante bien cuando era niño. Su madrastra le había lanzado arpones, no pocas veces. Había crecido acostumbrado a ello, cuando un niño no debía estarlo. Algunos días odiaba a su padre por haber estado ciego debido a la belleza de lady Penelope y dejarlo solo a su cuidado. En el fondo, sabía que su padre no había querido morir, pero la pena y el dolor no eran razonables. No lo culpaba por completo, sin embargo, una pequeña parte de él siempre lo haría. Las decisiones de su padre habían dejado a Ryan en el infierno. Debido a eso, tenía dificultad en perdonarlo.
“Mi padre comete errores, y sí, estoy consciente de que son muchos, pero sigue siendo mi padre”.
“Y lo ama”, terminó la frase por ella. Ryan no se sentía tan delirante acerca de su propia familia. Había uno de ellos que merecía su devoción. “O ¿algo como eso?”.
“No iría tan lejos”, contestó ella, sorprendiéndolo. “Pero ha habido momentos en que lo he tolerado”.
Ryan no pudo contener la carcajada. Empezaba a gustarle lady Annalise y eso no podía ser una buena señal. Tenía que haber algo malo en ella. La belleza y la inteligencia eran una mezcla rara de encontrar. Mientras no tuviera un corazón cruel, él podría considerar agradable pasar tiempo en su compañía. “Nunca se han dicho palabras más certeras”. Sonrió él. “Y entiendo el sentimiento. A menudo me siento igual respecto a mi abuelo”.
Ella frunció el ceño. “Yo conocí a su abuelo y tengo que estar de acuerdo. Comparte ciertos rasgos parecidos con mi padre. ¿Cree usted que sea algo que tenga que ver con los duques?”.
“Espero que no”, respondió él. “De lo contrario, odiaría ver en qué me convertiré cuando herede el título. Ese viejo bastardo despreciable repudió a Estella. Ni siquiera creo que alguna vez la haya conocido, y sé que apenas la mencionaba. La única vez que recuerdo que lo hizo fue en una conversación donde reprendía a su padre por no haber tenido un heredero. No creo que le haya gustado mucho la idea de hacerme el próximo en la línea para heredar”.
A Ryan no le interesaba el título. No deseaba ser un gran duque y ser uno de los gobernantes con los dictados de la sociedad. Había cosas mucho mejores que podía hacer con su tiempo. Le gustaba trabajar y generar dinero. El poder podía ganarse de diferentes maneras, y él lo había hecho con los años. Si su abuelo viviera hasta los cien años, estaría bien con eso. El viejo bastardo podía conservar su título. Ryan estaría feliz administrando su negocio y encontrando otras formas en las que invertir su tiempo.
“Algunos hombres son así”. Ella hizo un gesto hacia la puerta. “Supongo que está aquí para ver a Estella. ¿Desea que le muestre dónde está el salón?”.
“Por favor”, contestó él. “¿Todos los sirvientes son como ese?”. No había mencionado al viejo que primero los saludó. “Me resulta extraño que dejen que los huéspedes se las arreglen solos”.
“Es más relajado en Manchester”, coincidió Annalise. “Este es mi segundo día aquí y ha sido bastante reconfortante. Podrían parecer incompetentes, pero en cambio son eficientes y eso es lo que importa”.
Él no había visto eso. Tal vez si pasara cierta cantidad de tiempo en el castillo apreciaría lo que los sirvientes hacen. Se encontró preguntando: “¿Cuánto tiempo pasará en su visita a Estella?”.
“No mucho”, contestó ella mientras caminaban hacia la puerta. Él la abrió y le hizo un gesto para que pasara delante de él. Así lo hizo lady Annalise y él la siguió. Se volteó hacia él. “Mi padre no tiene mucha paciencia. Tengo suerte de que me haya permitido una corta visita”.
“Debe ser difícil vivir con un hombre tan duro y que tiene reglas estrictas”.
“Uno se acostumbra”. No lo miraba y mantenía su mirada al frente. “El castillo es grande, pero no es difícil recorrerlo. Estella y Hannah, lady Manchester, pueden encontrarse en la sala de estar a esta hora del día. Aunque puede ser difícil decir que estarán haciendo allí”.
“¿Perdón?”.
“No se sorprenda si descubre que participan en actividades poco femeninas”. Su tono tenía un poco de humor. “No son mujeres normales”.
Caminaron por un largo pasillo y luego ella lo condujo hacia un salón. Un gran salón que para nada parecía una sala de estar...Ryan no había estado mucho tiempo en el castillo de Manchester, pero había llegado a un par de conclusiones: el castillo y sus ocupantes constantemente lo sorprendían, y su prima podía cuidarse ella misma, era demasiado peligrosa con un florete.
CAPÍTULO TRES
La felicidad que llenaba el castillo de Manchester no se parecía en nada a la casa de Annalise. Atestiguar dicha alegría y tener que abandonarla, odiaba ese pensamiento, aunque se daba cuenta de que en menos de un día tendría que dejarla atrás. En el pasado nunca había envidiado a su hermanastra. Aunque ahora...añoraba lo que Estella tenía. El amor que compartía con su esposo era puro. Incluso lord y lady Manchester tenían algo especial entre ellos.
“¿Qué la tiene tan sensible?”, preguntó Estella.
“Nada”, dijo Annalise. “Al menos, no es algo que pueda cambiarse. Padre nunca permitirá que pueda quedarme más tiempo del que he pasado”. Puso una sonrisa en su rostro, esperando tranquilizar la preocupación de Estella. “¿Cuánto tiempo piensan pasar usted y lord Warwick en el castillo de Manchester? ¿Él no cuenta con una propiedad?”. Eso podía ser suficiente para distraer a su hermanastra. No deseaba comentar lo horrible que podía ser su padre.
“La tiene”, contestó Estella y luego soltó una sonrisita. “Partiremos poco tiempo después de ustedes. Garrick, lord Manchester tuvo la amabilidad de darnos un lugar donde quedarnos por un tiempo. Lo he disfrutado y Hannah es una nueva amiga que nunca había pensado tener”.
“Me СКАЧАТЬ