Название: La ansiedad y nuestros interrogantes
Автор: Claudio Rizzo
Издательство: Bookwire
Жанр: Общая психология
Серия: Predicaciones
isbn: 9789505007967
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En ambos casos y otros que pueden emerger, mantengamos nuestros ojos puestos en Jesús, tal como nos enseña la Carta a los hebreos, 12, 2: “Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús…”. Esta enseñanza es muy parenética, exhortativa, enseñanza ante la cual nos estremecemos.
No alberguemos toxinas ponzoñosas porque nos destruirán a nosotros y no a aquellos por cuya razón las tenemos.
Uno de los secretos que sugiero empezar a revelar, es la importancia de la comunicación, con nosotros, con Dios y con los otros. La comunicación es el sustento del amor. Etimológicamente, hace referencia al acto de com – partir; implica que dos personas han llegado a tener algo “en común”, tanto bienes espirituales como materiales.
En un sentido más profundo, comunicarse es el acto de compartirse las personas mismas. Gracias a la comunicación, llegamos a conocernos. Nos comunicamos con nuestro interior, con nuestro cuerpo, con los demás.
Ahora bien, si a la comunicación le agregamos la formación que vamos adquiriendo, la comunicación se nos hace mucho más placentera porque, al formarnos, aprendemos cosas que tal vez no advertimos nunca, aún de nosotros mismos. Por ejemplo, qué relevante es “tolerar las frustraciones”, integrarlas para transformarlas… Y tantos otros ejemplos. El conocer enseña a comunicarnos. Nuestro macro paradigma, es la Santísima Trinidad.
Las tres Personas poseen una comunicación permanente intra-trinitariamente. Esto recibe el nombre teológico de inmanencia. Dios permanece en sí, en permanente comunicación sustancial. También Dios Unitrinio es “economía”, manifestación a los hombres, “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, Jn 1.
Es muy cierto que el primer obstáculo a la comunicación se encuentra realmente en nuestro interior. No podemos contar a los demás lo que ni siquiera nos contamos a nosotros mismos. Más de una vez, aunque tuviésemos el valor de abrirnos, no estamos seguros de lo que diríamos.
Pongámonos en contacto con los temores que nos atormentan y aprisionan la vida.
Cuánto más secretos, más enfermos. Los secretos que tenemos en nuestro interior deben drenar. Los secretos son un peso y el alma con peso, no puede volar. Para que uno pueda crecer, madurar psico-espiritualmente, debe buscar aliviarse. Y los secretos pesan… Algunos secretos se convierten en veneno que nos enferma, y que tarde o temprano acabará destruyéndonos.
Cuando nos abrimos a nosotros mismos, a los otros (nuestros referentes) y a Dios, experimentamos esa sensación de alivio y alegría. Y nos brota un “Gracias” …
Hay personas que tienen “miedo al rechazo”. A la base del rechazo existe una inseguridad encubierta por pretextos u ocasiones para dedicar la atención a otra persona. En definitiva, es el “miedo a la responsabilidad”. Generalmente, las personas que poseen este tipo de miedos tienen tendencia perfeccionista, lo cual, lógicamente, engendra ansiedad. Las frases que puede manejar en su monólogo interior pueden ser las siguientes: “Si me acerco demasiado a otro, me voy a sentir obligado a estar al lado de esa persona en sus momentos de necesidad”. “Casi siempre pienso que me paso, que me implico más de lo debido. Y no quiero excederme en mis promesas”. “Siento una gran aversión a mostrar mis zonas débiles, las partes áridas, dañadas y doloridas que hay en mi”; “no quiero que la gente sepa lo fragmentado que estoy...”.
Nos preguntamos y nos respondemos:
1. ¿Qué ocurriría si comenzáramos a desprendernos de las capas de simulación y expusiéramos a la luz todo lo oculto?
2. ¿Qué sucedería si contáramos a los demás lo que sentimos siendo nosotros mismos?, ¿los comprenderían?
3. Los cristianos entramos en la nueva naturaleza: ¿Cómo te gustaría ser?
4. ¿Hoy, te afecta que se rían o se burlen o te rechacen por este nuevo modo de vida cristiana?
5. ¿Te acarrearía la sinceridad algún tipo de castigo?
6. Hacemos un listado de las posibles situaciones que nos ponen ansiosos:
Temores:
El desacuerdo, la desaprobación o la censura de otra persona.
No ser amado.
Una evaluación u opinión sobre mí.
Enfermedades físicas.
Algún desempeño en público.
La muerte.
Pérdida de control o la búsqueda del momento oportuno.
Los cambios, lo desconocido.
Hechos que pueden producir pánico repentino:
Quedar encerrado en un ascensor.
Tener que hablar con extraños.
Miras hacia abajo desde un balcón.
Usar un baño público.
Estar solo en una habitación a oscuras.
Ver ciertos insectos o animales.
Viajar en avión o en barco.
Situaciones en las que podemos sentir temor:
El fracaso.
La intimidad.
Abrirse y expresarse a otros.
Cambios, en cualquier terreno: trabajo, vivienda, amigos, rutina.
La reducción de gastos.
La relación sexual.
Los gérmenes de cualquier índole.
El juicio de Dios.
Todo esto es sólo una lista de elementos con los que nos tenemos que contrastar para darnos cuenta de lo común que puede ser la ansiedad en nuestras vidas.
“Cuanto más secretos, más enfermos.
Y cuánto más libres demos
y más gratuitamente recibamos,
tanto más sanos”.
3ª Predicación: “Ansiedad III”
“No pretendas lo que te sobrepasa…
Hijo, no te ocupes con demasiados asuntos,
porque así no terminarás bien;
por más que corras no alcanzarás”.
Eclesiástico 3, 21; 11, 10
Cuando hay ansiedad, hay desorden..., el cual proviene de los proyectos que no son elaborados СКАЧАТЬ